LA GUERRA DE ESTADOS
UNIDOS A MÉXICO
Una guerra que tarde o temprano tendría que
producirse, ya que las ambiciones yanquis sobre nuestro territorio novohispano
databan desde la consolidación de la República Federativa y Democrática de los
Estados Unidos de América, después del Tratado de amistad y cooperación con
España, Inglaterra y Francia, anexo al de Versalles, Francia en 1783.
Los gobiernos de los Estados Unidos desde el de George
Washington, hasta el de James N. Polk, tuvieron todo el tiempo necesario para
preparar la guerra de rapiña sobre un país previamente desorganizado y
debilitado, por la actuación de la
Masonería yanqui y su influencia indiscutible sobre los revolucionarios y los
ambiciosos políticos mexicanos. Que al fin y al cabo, terminarían por
traicionar al pueblo católico de México postrándose a los pies de sus enemigos
naturales: los angloamericanos protestantes y masones.
La guerra contra México comenzó con mentiras, agravios,
insultos y amenazas, como la y
separación de los colonos texanos en 1836 para formar un Estado independiente
bajo la protección de los Estados Unidos, y luego, la toma del puerto de
Monterey en Alta California en 1842, la capital Santa Fe de Nuevo México y el
puerto de San Diego. Sin haber mediado
ningún estado de guerra ni amenazas de los gobiernos mexicanos que estaban
atados de manos y pies por su desorganización, falta de medios económicos y
obediencia a las logias masónicas pro yanquis. Solamente fue hasta el 11 de
mayo de 1846 que el presidente James Polk, de acuerdo con el Congreso declaró
oficialmente la guerra a nuestro país, ya que sus tropas habían invadido, de
hecho, diversas partes del territorio mexicano.
La campaña del Winfield Scott general en jefe, comenzó
en Veracruz en marzo de 1847 y terminado en las afueras de la ciudad de México,
había durado más de medio año. Por tanto para septiembre estaba por terminar la
guerra más injusta contra un país que no había agredido a ningún otro, que no
poseía territorios usurpados, ni sembrado violencias, ni rivalizado con alguna
otra nación. México estaba inerme y pobre, con un ejército en condiciones
lamentables, la mayor parte producto de las levas. La marina del Golfo la
componían 10 buques de vela viejos, con trescientos ochenta tripulantes y
catorce piezas de artillería. El ejército de tierra estaba disgregado y había
sufrido derrota tras derrota. El peso de la defensa la habían hecho los particulares armados en forma de
guerrillas que hostilizaban constante mente al enemigo. Ese era el panorama que
presentaba. El país agredido ya no daba para más, solamente quedaban los actos
heroicos como el de los cadetes del Colegio Militar, exigua minoría de
valientes.
LOS NIÑOS HÉROES
EL ASALTO AL CASTILLO DE CHAPULTEPEC
Hoy día 13 de septiembre se cumplen 166 años de su
Gesta
Era el 11 de septiembre de 1847, el general en jefe de
las tropas agresoras yanquis Winfield Scott determinó atacar la capital de México por el
lado del Castillo de Chapultepec, con un constante bombardeo de la artillería,
haciendo grandes destrozos del alcázar y desmoralizando a los defensores que no
contaban con almas de largo alcance.
En la madrugada del día 13 se hizo más intenso el
bombardeo y a las ocho de la mañana se comenzó el asalto con cuatro divisiones
cada una por los cuatro costados del castillo con un total de unos 7000
efectivos. Mientras que el general Nicolás Bravo solamente contaba para repeler
a los enemigos con 832 hombres dispersos en diversos puntos del edificio.
Los defensores debían ser apoyados por escasos 2450 soldados del general Rangel en
las calzadas cercanas y más de 3000 soldados dirigidos por Juan Álvarez en la
Hacienda de los Morales. Pero estas tropas de apoyo no se movieron de sus lugares
ni entraron en acción traicionando a su patria. Existe una carta de uno de los
cadetes defensores del Castillo de Chapultepec denunciando la inaudita falta de
esas tropas:
“José Hilario Pérez de
León oficial escribiente del Archivo general de la República Mexicana, ante
V.E. con el respeto debido digo: q.
desde el 13 de septiembre último tuve la desgracia de perder enteramente mi
brazo en el punto de Chapultepec, sosteniendo los derechos nacionales entre los
alumnos del Colegio militar, donde me presenté y fui agregado por orden del E.S.
Gral. D. Nicolás Bravo q. a la vez se encontraba mandando el referido fuerte, y
(fuimos) los únicos q. cumplieron con sus deberes en el mismo, porque todas las
demás tropas faltaron y por cuyo motivo fuimos envueltos por el enemigo, y yo,
mutilado sin provecho de mi amada Patria….”
Murieron heroicamente el teniente Juan de la Barrera y
los alumnos Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez, Juan
Escutia y Francisco Márquez, tres más
quedaron heridos: Hilario Pérez de León, Andrés Mellado y Agustín Romero.
Cayeron prisioneros el general Mariano Monterde
director del Colegio Militar, 16 de sus subordinados: Capitán Francisco
Jiménez; Tenientes Manuel Alemán, Agustín Díaz, Luis Díaz y Fernando Poucel;
Subtenientes Ignacio de la Peza, Amado Camacho, Luis G. Barnet y Mnuel Poucel;
Despensero Eusebio Llantadas. Otros: Mariano Azpilcueta, Fernando Soto,
Francisco Jiménez, Capellán Pablo Carrasco,
Cirujano Rafael Lucio, Rafael Landero.
2ª Compañía: Teniente Coronel Tomás García Conde. Teniente
Joaquín Argáiz, Sargento Teófilo Novis, Corneta Antonio Rodríguez.
39 alumnos de fila:
Joaquín Moreno, Pablo Banuet, Horacio Valle, Francisco
Leso, Antonio Solá, Sebastián Trejo, Luis Delgado, Ruperto Pérez de León,
Cástulo Galicia, Feliciano Contreras, Francisco Morales, Miguel Miramón Tarello,
Gabino Montes de Oca, Luciano Becerra, Adolfo Unda, Manuel Díaz, Francisco
Morel, Vicente Herrera, Onofre Capelo, Magdaleno Yta, Emilio Laurent, Francisco
Molina, Mariano Cobarrubias, Bartolomé Díaz de León, Esteban Zamora, Manuel
Ramírez de Arellano, Ignacio Burgoa, Lorenzo Pérez Castro, Carlos Bejarano,
Isidoro Hernández, Santiago Hernández, N. Escontría, Ignacio Valle, Rafael
Landero, Wenceslao Ferriz, Justino García, Simón Álvarez, Ignacio Ortiz, Ramón
Rodríguez.
El 23 de diciembre de 1847 se creó una Cruz especial
para los mismos defensores y, en 1884 se dispuso que en el Colegio Militar se
les siguiera pasando lista. Para celebrar el Centenario de la Batalla de
Chapultepec, se rescataron los restos de los jóvenes héroes que estaban
enterrados en el bosque al pie del Castillo, donde se eleva un pequeño
monumento conmemorativo. El 27 de septiembre de 1952 se levantó el soberbio
monumento situado al comienzo del Paseo de la Reforma, en la ciudad de México.
Recordemos a estos héroes sin mancha, sin compromisos
políticos. Para ellos solamente contaba la defensa de la Patria contra la
guerra más injusta de una potencia rapaz a una nación debilitada, desunida y
traicionada por sus propios gobernantes en 25 años de luchas de partidos.
¡VIVAN NUESTROS NIÑOS HÉROES!
Luis G. Pérez
de León R. 13 de septiembre 2011
Editó Luis Ozden.
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Editó Luis Ozden.
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