miércoles, 28 de enero de 2015


Mural existente en el claustro del templo parroquial del pueblo de Ozumba. Edomex.

HERNÁN CORTÉS RECIBE EN LA CIUDAD DE MÉXICO A LOS DOCE EVANGELIZADORES LLAMADOS LOS DOCE ANTORCHAS DE LA FE

LAS DOCE ANTORCHAS
EN LA FUNDACIÓN DE MÉXICO
LLAMADO EN EL SIGLO XVI COMO NUEVA ESPAÑA

Al producirse la crisis religiosa del siglo XVI, llamada Reforma (Por los protestantes), la obtención de riquezas empieza a ser, desde entonces y entre los reformados:
un bien.

Este bien está definido por los adalides de la Reforma protestante así:

“El sujeto que se enriquece es un benefactor social. La prosperidad material no solo es prueba de virtud sino que es virtud por sí misma. No hay que buscar el reino de Dios mas allá de los límites terrestres, la felicidad mundana, derivada de la abundancia de bienes materiales, es el reino del Señor.”


Sobre estos principios se edifica el mundo moderno, o sea el engendrado por la acción anti tradicional de la Reforma, continuado por el liberalismo en trance ahora (1955) de ser sepultado por la losa pesada del marxismo.

Cuando puritanos, calvinistas y judíos comenzaron a poner en práctica esas ideas, y cuando los grandes mercaderes y banqueros de Amberes y Londres _ que se reputaban a una misión superior, divina_ constituyeron sobre estas bases la religión del dinero;


 DOCE APÓSTOLES FRANCISCANOS FUNDARON LA CIVILIZACIÓN MEXICANA, PRACTICANDO LA FILOSOFÍA CONTRADICHA Y NEGADA POR LA REFORMA PROTESTANTE, ESTO ES, EL AMOR A LA POBREZA Y EL DESPRECIO DE LOS BIENES TERRENOS.


Estos fundadores aplican al pie de la letra el mandato de Cristo, quien dijo no llevéis oro, ni plata, ni dinero alguno en vuestros bolsillos, ni alforjas para el viaje, ni más de una túnica y un calzado (Mat.,X, 9-10) Así se presentaron en el escenario del Nuevo Mundo desposeídos, rotos, inopes, inflamados solo por dos amores: el de Dios y el del prójimo.

"Vais, les dijo su caudillo, (Fray Martín de Valencia) no alquilados por ningún precio, como otros, sino como verdaderos hijos de tan gran Padre, buscando no vuestras propias cosas sino las que son de Jesucristo.... poseyendo la muy alta pobreza ., y siendo tales, que el mundo os tenga en escarnio, y a manera y semejanza de afrenta, y vuestra vida juzguen por locura, y vuestro fin sin honra: para que así hechos locos al mundo, lo convirtáis a la locura de la predicación"

Y en efecto, vinieron, y hechos locos al mundo - a ese cuerdo mundo del dinero y de la ganancia material - lo convirtieron a su locura.
Sus hechos resultan inexplicables a los que tengan una concepción materialista de la vida y de la historia.
  
Una característica de la literatura liberal ha dicho un escritor contemporáneo  (D. Vicente Sierra) en: "El sentido misional de la Conquista de América" es su notoria incapacidad para comprender lo heroico. Por eso es de nuestra época el interpretar la vida de los hombres a través de sus necesidades materiales. Intentar que los historiadores materialistas entiendan el espíritu animador de empresas como la de Los Doce,  es tarea perdida. Si no se apoyan en patrones materiales el sentido de la historia se les escapa. Por eso no entienden a Hernán Cortés y mal entienden a los misioneros.

Los historiadores demócratas, liberales y marxistas han fracasado en su intento de explicar el florecimiento de la civilización de Hispanoamérica por medio de la atracción de las riquezas. Que había esas ambiciones, quien lo duda. Ya lo confesó el bueno y honrado de Bernal Díaz del Castillo al hablar de sus compañeros muertos en la Conquista: " Y a lo que a mí se me figura, con letras de oro habían de estar escritos sus nombres, pues murieron aquella....crudelísima muerte por servir a Dios y a su Majestad", "Y dar a luz  a los que estaban en tinieblas, y también.... por hablar de riquezas, que todos los hombres comúnmente venimos a buscar" 

Si en los soldados operaban los dos impulsos;  en los misioneros, cuyas vidas son la lección más conmovedora de desasimiento de todo lo terreno, ¿qué afán de riqueza terrena podría alguien descubrir en sus actos?

La verdad es que "la historia de la civilización hispanoamericana no tiene explicación posible sino se acepta la intervención divina".
En cien años todo un continente se descubrió, se pobló, se colonizó, empezando por crear los medios de sustento que no poseía y en el que fue necesario "aclimatar vacas, caballos, cerdos, hasta el trigo y los repollos, y las rosas y los claveles", esto es, muchas de las cosas útiles o bellas que el hombre requiere para vivir. Esta civilización se plantó y se desarrolló:
 
“No entorno a un mercado o a una factoría sino a una iglesia.”

El colono protestante instalaba su negocio cerca del mar. El misionero penetraba en el corazón de los países y erigía no un negocio sino una iglesia y a su sombra florecía la vida civil. Nuestros pueblos nacieron de la Fe, no del comercio. Y fueron apóstoles los que labraron el alma de México y fijaron su destino perenne.

Los apóstoles son la luz del mundo. Y los doce primeros franciscanos que vinieron a México son doce antorchas que brillan en la calígene de los primeros días de la creación de nuestra patria, que alumbran al demonio que había sido del rey de las sombras y esclarecen las profundidades del alma de la raza postrada.

¡SON DOCE ANTORCHAS ENCENDIDAS QUE MUESTRAN LOS CAMINOS DE MÉXICO!

El general de los Franciscanos en 1523, Fray Francisco de Quiñones reunió capítulo en el convento de Belvis de Monroy junto al Monasterio de Guadalupe en Cáceres.  Llamó al provincial Fray Martín de Valencia y le mandó que  “tomando doce compañeros conforme a su espíritu, pasase a predicar el Evangelio a las gentes descubiertas por Hernán Cortés en las indias de la Nueva España
Después de muchos trabajos, reunidos los doce compañeros, marcharon al convento de los Ángeles donde estaba el ministro general  para recibir de él su mandato escrito, documento que se ha llamado:

La Carta Magna de la civilización mexicana”.

La instrucción de Fray Francisco de Quiñones dice: “Porque en esa tierra de la Nueva España siendo por el demonio y carne vendimiada, Cristo no goza de las ánimas que con su sangre compró, me  pareció que pues a Cristo no le faltaban allí injurias, no era razón que a mí me faltase sentimiento por ellas…..”, “de que por vuestro medio, carísimos hermanos, procure yo…… de librar de la cabeza del dragón infernal las ánimas redimidas por la preciosísima sangre de  Nuestro Señor Jesucristo…. Y hacerlas que militen debajo de la bandera de la Cruz, y que abajen y metan el cuello so el dulce yugo de Cristo….”, “vosotros sus verdaderos hijos fuésedes postreros, abatidos por vileza, poseyendo la muy alta pobreza y siendo tales que el mundo os tuviese en escarnio y vuestra vida juzguen por locura y vuestro fin sin honra….”

Y vinieron: no alquilados por precio a buscar su gloria sino la de Dios, no su descanso sino la del prójimo, hechos locos al mundo para convertirlo a la locura de la Cruz.

Con ellos vinieron a México los mejores hombres de la Cristiandad, la flor de la cultura europea. Nuestra patria gozó de la preferencia de religiosos excelsos.
El 17 de junio de 1524 entraron los doce frailes a la incipiente ciudad de México, fueron recibidos por Hernán Cortés como máxima autoridad de la Nueva España, acompañado de todos los hombres principales, tanto españoles como indios, entre ellos Cuauhtémoc.
Cortés se arrodilló delante de Fray Martín de Valencia y le besó su raído hábito. Los caciques indios al ver a Cortés, que lo tenían por ídolo, humillarse de ese modo se espantaron y desde entonces todos tomaron ejemplo.

El historiador fray Jerónimo de Mendieta escribió: “Esta hazaña de Cortés fue la mayor de las muchas que de él se cuentan, porque en las otras venció a otros, mas en ésta se venció a sí mismo…..”

PRÓLOGO Y SEMBLANZAS DE LOS PRIMEROS MISIONEROS
TOMADOS DEL LIBRO 5º DE "FIGURAS Y EPISODIOS DE LA HISTORIA DE MÉXICO"

AUTOR: ALFONSO TRUEBA



ESTOS SON LOS NOMBRES DE LOS PRIMEROS APÓSTOLES DE LA HISTORIA MEXICANA QUE DEBÍAN ESTAR ESCRITOS CON LETRAS DE ORO, ESAS DOCE ANTORCHAS COMO LAS LLAMA EL HISTORIADOR DON ALFONSO TRUEBA SON:

Fray Martín de Valencia,  principal del grupo (n. 1474, Valencia de don Juan, León, España) –  Deseó con ardor la palma del martirio, pero, Dios lo quiso para evangelizar a los indios. Estuvo apunto de embarcarse en las naves que Cortés mandaba al Asia, pero tuvo que regresar a su convento. Vivió en Nueva España diez años fecundos de trabajo y sacrificios. Muchas veces se enfrentó a los malos gobernantes de la 1ª. Audiencia para reclamar los derechos de los indios. Llevó una vida de verdadera santidad.

 Cuando oraba se elevaba sobre el suelo y muchos personajes fueron testigos de ello.
El 21 de marzo de 1534, en Ayotzingo, Provincia de México, a los 60 años de edad  murió en olor de santidad y su cuerpo quedó incorrupto por muchos años hasta que desapareció misteriosamente de su tumba.

Fray Francisco de Soto (n. ¿?) Era el de mayor edad del grupo de los Doce, por ellos se le confió ir a España con peticiones a favor de los indios, cuentan que al pasar por Tlaxcala le rogaron los caciques que no se fuera y quedase entre ellos, él les prometió volver. Ya en Sevilla enfermó de gravedad, estando a punto de morir pidió a Dios le dejara vivir para cumplir su palabra y morir luego. Sanó y pudo embarcarse de regreso. Cuando regresó a Tlaxcala predicaba en el púlpito y la gente lo veía envuelto en un remolino de fuego, al poco tiempo murió y sus restos fueron depositados en el Convento franciscano  de la Ciudad de México en 1551.

Fray Martín de la Coruña (n. en 1483, La Coruña, Galicia, España)  A fines de 1525 fue enviado junto con otros cinco franciscanos que llegaron a los pocos meses a Michoacán en compañía del rey Caltzontzin quien personalmente había viajado a México para pedir el bautismo. Para 1527 llegó a esa provincia un refuerzo de otros cuatro misioneros. Luego pasó a Jalisco para civilizar a los indios, teniendo que enfrentar la codicia de Nuño de Guzmán no pudiendo evitar el crimen que éste cometió contra su amigo el rey de Michoacán.
Fray Martín de la Coruña se unió a los misioneros que se embarcaron en la armada que Cortés envió al mando de Diego Becerra para descubrir las tierras de Asia. Después de la revuelta y asesinato de éste, los religiosos fueron desembarcados en la costa de Jalisco con los heridos.
Cuando Cortés, en 1535, tomó personalmente el mando de la flota descubridora de California, llevó consigo a Fray Martín quien le acompañó todo el tiempo que duró esa expedición. Luego el Capítulo de los franciscanos lo nombró guardián del Convento de Cuernavaca a la sombra del Conquistador, donde ahí permaneció muchos años.

Hacia 1555 se reintegró a su antigua custodia de Michoacán. Hay quehacer notar que toda su vida fue de penitencia, pobreza y paciencia. Siempre viajó a pie desnudo, nunca montó a caballo, muchas veces lo veían sangrar de los pies por lo áspero de los terrenos.

Cuando oraba, su rostro se encendía que parecía tener fuego y después que murió sus restos despidieron aromas de flores.
Murió el 25 de septiembre de 1558 a los 75 años en Pátzcuaro, Michoacán)

Fray Juan Suárez, (n. ¿?) Se sabe poco de él, en primer lugar por no haber escrito nada sobre sí mismo y, por haber vivido poco tiempo desde su llegada con los Doce. Fue electo guardián del convento de Huejotzingo donde dejó memoria entre los indios por su humildad y religiosidad. Para acompañar la expedición de Pánfilo de Narváez a la conquista del enorme territorio de las llamadas Floridas desde el Atlántico hasta las Bocas del río Mississippi en el  litoral de Golfo de México. Recibió la consagración episcopal de futuro obispo del río de las Palmas, se embarcó en compañía de cinco religiosos, entre ellos Juan de Palos, otro de los Doce. La expedición de unas 600 personas fracasó por diversas razones, muriendo todos sus integrantes excepto cuatro: Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y Estebanico moro converso. Quienes aparecieron nueve años más tarde por las tierras de Sinaloa en el Mar de Cortés.
Tanto Fray Juan Suárez como el lego Juan de Palos murieron a manos de los indios en noviembre de 1528 perdiéndose todo rastro de ellos.

Fray Antonio de Ciudad Rodrigo (n. ¿?) C. Rodrigo, Salamanca. Fue segundo provincial del “Santo Evangelio” y guardián de muchos conventos.
Era varón de mucha penitencia, muy austero en el comer y beber. Fue a España encomendado por sus hermanos para entrevistarse con el Emperador  don Carlos I, para gestionar cédulas y ordenanzas a favor de los indios. Fue electo Obispo de la Nueva Galicia pero rehusó por humildad, Al volver de España trajo consigo 20 religiosos para ayudar en la conversión de los paganos. Deseó con mucha alegría su muerte. Murió en el Convento franciscano de Ciudad de México en 1553.)

Fray Toribio Paredes de Benavente (Motolinía), (n ¿?,) Villa de Benavente,
León, España, era muy joven cuando llegó a Nueva España. Pasando por Tlaxcala los indios lo vieron tan roto e insignificante que le apodaron “motolinia”: “el más pobre de los pobres”. Fray Toribio adoptó ese mote por su nombre.
Estuvo presente en la junta de letrados y frailes que convocó Hernán Cortés antes de salir para “Las Hibueras”.


En ausencia del Gobernador, el fraile guardián de San Francisco, destacó por su intervención para detener los pleitos y persecuciones que se suscitaron entre los encargados de gobernar la ciudad de México.  En lo más álgido de la contienda llegó Fray Juan de Zumárraga como “Protector de los indios” y Obispo electo de la provincia de México. Motolinía se alió perfectamente a Zumárraga de quien tuvo los títulos: “ Visitador e Defensor e Protector e juez comisario de las provincias de Huexotzingo, Tepeaca e Huacachula”
Fray Toribio de Benavente  tuvo que lidiar con los malos gobernantes que sucedieron a Cortés en el gobierno. En ese tiempo emprendió su primer viaje apostólico a Guatemala, llegando hasta Nicaragua donde ve la erupción de un volcán, que lo refiere en sus crónicas, sin dejar de convertir y bautizar a los indios de la región.
El 16 de abril de 1531 interviene en la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles, dijo la primera Misa y se atribuye a él y a fray García de Cisneros  el nombre de la nueva ciudad.
También se le atribuye el haber bautizado a unos 400 000 paganos en toda su vida de apostolado. Del grupo de los Doce él anduvo descalzo más tierras que ninguno. Su alma franciscana amaba todas las criaturas: “el hombre, la planta, el ave, los astros, y se complacía  en ellas como manifestaciones de la Gloria de Dios”
En 1544 volvió a Guatemala para fundar una Custodia franciscana con 24 misioneros que llegaron de España, durante su estancia en esa provincia fue muy querido, pero no lograron que se quedase, así que volvió a Nueva España.
Motolinía escribió su famosa obra “Historia de los Indios” dedicada en una carta-prólogo al conde de Benavente. Tratado, que ha sido libro de consulta de innumerables historiadores, por su veracidad y claridad en todo lo escrito.

El historiador don Alfonso Trueba escribe:
“El padre Motolinía defendió a la raza indígena contra ciertos conquistadores que abusaban de ella. Con el mismo espíritu de justicia defendió a su propia raza de los ataques de un religioso que él llamó: importuno, bullicioso y pleitista”: Bartolomé de las Casas.”

“La refutación de las mentiras que éste propagó está contenida en la Carta escrita al Emperador Carlos V el 2 de enero de 1555, carta desgraciadamente poco divulgada y aún menos entendida. La carta refleja su pasión  por la verdad y la justicia.” 

“La última parte de su carta contiene un elogio a Hernán Cortés. Nos parece que es el elogio más bello que ha recibido Cortés porque es el elogio de un santo. Si alguna duda tuviésemos acerca de la grandeza de Cortés, nos bastaría el testimonio de Motolinía para desvanecerla.”

Su santa y fructífera vida terminó en el convento franciscano de la ciudad de México el 9 d agosto de 1569, dejando tras de sí 45 años, de contribuir a construir con su entrega a Dios y al prójimo, la nueva nación mexicana.

Fray García de Cisneros (n. ¿?,)  Fundador de la Ciudad de Puebla de los Ángeles, junto a Fray Toribio Motolinía, entrambos escogieron el nombre de la Puebla de los Ángeles. Era muy celoso observante de su misión evangelizadora con los indios, recorría regiones enteras yendo a ellos, y para que no les faltase instrucción, dejaba escritos sus sermones para los más entendidos los leyesen los domingos en las capillas.
A iniciativa del obispo Zumárraga y del virrey Mendoza instituyó el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco colocando maestros doctos y santos. Cuando se disponía a partir a España llevando peticiones al Emperador, cayó enfermo y murió en el Convento grande de la ciudad de México.

Fray Luis de Fuensalida (n. ¿?,) Fue el primero de sus compañeros que aprendió la lengua nahoa, con mucha exactitud predicando a los naturales siempre que pudo. El Emperador le envío la cédula de Obispo de Michoacán, pero por humildad la rehusó. Viajó a España con el deseo de pasar al África a evangelizar, mientras esperaba la licencia, le llegó la petición de sus hermanos para nombrarlo Provincial en Nueva España. Se embarcó de regreso en 1545, pero enfermó muriendo en Puerto Rico donde quedaron sus restos.

Fray Juan de Ribas (n. ¿?) Siendo Guardián de Cuernavaca intentó fundar otra provincia con otros once religiosos, no pudo encontrar un nuevo lugar idóneo para sus fines, así que se agregó al Convento grande de México. Donde se distinguió por su predicación de la pobreza, increpando a todos aún a Motolinía por haber mandado hacer unas dalmáticas (túnicas que se ponen sobre el alba). Era fray Juan de Ribas de candor angelical y no había en él sospecha de malicia. Aprendió la lengua nahoa con tal perfección que dejó escritos muchos sermones,  un catecismo y obras de teatro en ese idioma. Murió santamente en el convento de Texcoco el 25 de junio de 1562.


Fray Francisco Jiménez (n. ¿?) Fue el primer misionero que recibió el orden sacerdotal en Nueva España y primero que cantó misa. El Emperador le mandó la cédula para ser obispo de Guatemala, pero él quiso quedar en el estado de fraile menor. Oraba tanto y constantemente que se olvidaba de comer.
Aprendió la lengua náhuatl, revisó todos los textos y tratados que en ella se habían  escrito, escribió una gramática y un extenso vocabulario. A él acudían los misioneros dominicos y agustinos para tomar consejos. Escribió con mucho detalle la vida de Fray Martín de Valencia, pues por muchos años convivió con él. Murió en el Convento Grande de San Francisco donde quedó enterrado.

Andrés de Córdoba (lego) (n. ¿?), evangelizador de Michoacán y Jalisco, fue un simple lego pero muy entendido en las cosas del espíritu, los que lo trataron dieron fe de su mucha religión y virtud. Aprendió la lengua náhuatl para predicar el evangelio a los indios. Pasó a las provincias de Michoacán y Jalisco para la conversión de los salvajes, en Jalisco fue sacrificado por los paganos junto a otros cuatro frailes. Sus huesos estaban guardados con gran veneración en la capilla del pueblo de Eztatlán, Jalisco, junto a sus compañeros sacrificados.

Juan de Palos (lego), (n. ¿?) En Palos, Andalucía, predicó a los indios de la Nueva España en su lengua, murió mártir flechado por los indios en noviembre de 1528 en las bocas del río Mississippi con la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida.

El eminente historiador Padre Mariano Cuevas escribió al respecto: “Este grupo de hombres verdaderamente espirituales serán considerados como los padres de la Iglesia mexicana y constituirán siempre una verdadera gloria de la Iglesia y de España. Por ellos, existe un México civilizado”

Transcribió: Luis G. Pérez de León y Rivero.
Marzo de 2010,

Editó: LUIS OZDEN