lunes, 23 de diciembre de 2013

EL CURA JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN







LA REVOLUCIÓN DE 1811 A 1819
Mi intención al relatar estos datos sobre la revolución de Independencia es  hacer un esbozo de los personajes que el Partido Liberal Mexicano  presenta como héroes nacionales.
Después del ajusticiamiento del cura Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama  y José Mariano Jiménez en la ciudad de Chihuahua, entre junio y julio de 1811, siguieron sus relevos en la Revolución liberal que buscaba la independencia del antiguo Virreinato de la Nueva España, separándolo por medios violentos de la Corona Española.  Dos jefes revolucionarios fueron los principales relevos; el cura José Ma. Morelos y Pavón, y Francisco Javier Mina.
El también sacerdote (cura) José Ma. Morelos y Pavón, nacido en la ciudad de Valladolid, Michoacán el 30 de septiembre de 1765, de padres buenos católicos, ingresó en 1790 al Colegio de San Nicolás del que era  rector el cura Hidalgo, permaneciendo allí cinco años para merecer su nombramiento de bachiller en la ciudad de México; en 1797 era ya presbítero. Como muchos otros curas del Virreinato se entusiasmó por las ideas liberales que circulaban entre los criollos ignorantes del fondo y origen que contenían. Así que en 1810 resolvió buscar a Hidalgo quien ya iniciaba su obra de destrucción del Orden Cristiano. El hecho es que en el pueblo michoacano de Charo, después de una larga entrevista, a fines de octubre de ese año, Hidalgo le extendió un nombramiento que registra la Historia:
“Por la presente comisiono en toda forma a mi lugarteniente el Br. José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglo a  las instrucciones que le he comunicado”. (1)
Pero Hidalgo había concedido igual jefatura a otros tres individuos: Ignacio López Rayón y su hermano José Ma. Para hacerse cargo de las tropas que aquel había dejado en Saltillo, un segundo grupo a los hermanos Villagrán, arrieros ignorantes y crueles, para operar en el Bajio y comarcas aledañas del centro del país, y el tercero, a Javier Osorno ladrón de caminos, comisionado en  la región del norte de Veracruz, quienes se repartirían los territorios de Nueva España para revolucionarlos.
José Ma. Morelos era otro de los cientos de sacerdotes del Virreinato, cuya vocación religiosa era superficial y equívoca, porque en el fondo había rebeldía a toda disciplina, especialmente para imitar a Jesucristo, guiando espiritualmente a las ovejas del Maestro. Las ideas de la Ilustración habían llenado su mente poco profunda, del deseo romántico de Libertad, Igualdad y Fraternidad  universales,  si bien en cura Morelos era de inteligencia viva, su cultura general era menos que mediocre; debiendo valerse de otros para suplir esa deficiencia.  Sin embargo, tenía las cualidades humanas de la actividad física y la estrategia en el combate, las que le darían ventajas militares en poco tiempo.
Primera campaña:
Antes de finalizar el año de 1810, el cura Morelos, ya contaba con más de tres mil seguidores entre ellos, los hermanos Hermenegildo, José Antonio y Juan José Galeana, así como sus sobrinos Pablo y Luis Galeana. Junto con éstos, estaba un oscuro peón que con el tiempo llegaría hasta la presidencia de la república; Vicente Guerrero Saldaña. También se unió  a Morelos otro cura como él; Mariano Matamoros y Orive, de la ciudad de México, ordenado sacerdote en 1796 a sus 26 años de edad, quien por sus ideas revolucionarias era perseguido, así que formando parte de las tropas de Morelos, salvaría momentáneamente su vida. Además, el cura Matamoros tenía dotes para el combate por lo que recibió el grado de coronel quedando custodio del pueblo de Izucar. (2)
En un solo combate, Morelos cumpliría su primera campaña revolucionaria, es decir; de pillaje, de destrucción del orden y la riqueza establecidos en la parte sur de la provincia de México. ¿Conservaría algún resto de mansedumbre sacerdotal y vería minorar toda inútil efusión de sangre y destrucción de la Riqueza pública? (3)
El historiador don Lucas Alamán en su “Historia de México” escribe refiriéndose al cura Morelos: “Por desgracia, entre las cualidades de Morelos, no se contaba la generosidad para con los vencidos. Su rostro torvo y ceñudo era la expresión de aquella crueldad calculada con que fríamente volvió sangre por sangre, y cobró a sus enemigos, centuplicados, los males que de ellos recibió”. (4)
Para finales del año 1811, Morelos había derrotado a tres jefes realistas y ocupado casi todo el territorio del actual estado de Guerrero, con ayuda los  hermanos  Nicolás y Miguel  Bravo.
Entonces se acercaron a él los intelectuales de la Revolución, el cura volteriano Dr. José Ma. Cos Pérez y el impío Lic. Carlos Ma. Bustamante, para escribir a Morelos, sus discursos y redactar las actas del Congreso itinerante. Se acercaron, también, otros asesores yanquis que nunca le faltaron, para enardecer su anti españolismo,  todos estos eran los agentes de aquellos que la dirigían la Revolución  y que  obedecían los lineamientos de la Logia de Charleston, al fin y al cabo la directora de la revolución en Nueva España. 
Segunda campaña:
Si su antecesor  Miguel Hidalgo, había mandado asesinar a los españoles que no eran masones y destruir cuanta riqueza se  le atravesaba; Morelos  lo superó en toda clase de crímenes.
El historiador don Antonio Gibaja y Patrón escribe lo siguiente:
 “Me refiero a la penuria y  a las calamidades que pesaron sobre los mexicanos sitiados y sitiadores y a la población, que sufrieron horriblemente en Cuautla”:
“Morelos se aproximó de victoria en victoria a la villa de Cuautla en donde fue sitiado por las fuerzas del general Félix Ma. Calleja del Rey, fue un sitio de 60 días que sitiados y sitiadores no descansaron ni un solo momento. ¿Para qué? Estos dos ejércitos en guerra por más de cien años, ambos de mexicanos, la contemplaremos muchas veces en la historia de México. Todo para humillar a esta nación, porque el judaísmo y los gobiernos de los Estados Unidos la han uncido a infame jugo para esclavizar a sus hijos, para hacerles arrostrar la fama más degradada con que esos gobiernos y su pueblo llaman a los mexicanos; ladrones y bandidos”
Varios soldados de Morelos abandonaron sus filas y se presentaron en el campamento realista, informando a Calleja del miserable estado que guardaban los sitiados.  Morelos declinó acogerse al indulto que le ofrecía el Virrey, mientras Hermenegildo Galeana, a las dos de la madrugada, rompía el sitio por el lado norte en el cauce del río para proteger la huida del comandante Morelos, quien por fin salió, pero a costa de dejar más de ochocientos muertos de sus soldados que lo protegieron.
El primero en entrar fue el coronel Etchegaray quien envió al Comandante Calleja del Rey un parte con la descripción más cruda de lo que vio. “El pueblo presentaba la vista más horrorosa con cientos de muertos tirados en la calles y los quejidos de los enfermos y heridos salían de las casas abiertas, la peste había hecho presa de todos que estaban vivos….”
El general Calleja ordenó al cura de Yautepec José Mariano Rus Calado para que organizara el abastecimiento de víveres y agua para los sobrevivientes, mientras el sargento Juan Gamboa hacía que los indios rebeldes prisioneros cavaran las tumbas y enterraran a los muertos….
Etchegaray escribió a Calleja: “Aquellas mismas gentes que solo esperaban ser pasadas a cuchillo por el ejército realista vencedor, según se lo anunciaron los cabecillas del ejército de Morelos, al observar que poníamos en sus manos el alimento que tanto necesitaban…….levantaban las manos para dar gracias a Dios, y ver su gusto y alegría, arrancó de nuestros ojos el llanto que tanto satisface a las almas que nunca se olvidan de sus semejantes, a quienes, por un precepto de su Fe deben amar como así mismos”
El sitio de Cuautla ha sido cantado por los liberales oficiales como un hecho glorioso para el cura José Ma. Morelos, más, siguiendo los lineamientos de sus asesores nunca se mostró clemente y patriota con los mexicanos, él fue la causa de tanto sufrimiento y mortandad de personas inocentes y engañadas.
Tercera campaña de Morelos:
Después de la pérdida de Cuautla, Morelos se estacionó en Oaxaca no sin antes vencer  y fusilar a los jefes españoles Régules, Bonavía y Aristi. Desde ahí, dirigió varias operaciones comendadas por Matamoros y los hermanos  Bravo.
Su siguiente objetivo sería apoderarse del puerto de Acapulco. Salió de Oaxaca el 7 de febrero y después de varias acciones de pillaje y destrucción por el camino, llegó al Puerto el 6 de abril con muy pocas armas y unos 1500 revolucionarios. Tomó los cerros circundantes, bombardeando por seis días la población, cuyas principales familias se refugiaron en el fuerte de San Diego. Morelos mandó tomar la isla Roqueta, rodear el Castillo y tomarlo el 20 de agosto asesinando a los refugiados con el comandante Pedro Vélez. (5)
Estando Morelos en Acapulco llegó uno de los buques de la flota que venía desde Manila, capital de las Islas Filipinas ni tardo ni perezoso se hizo con su cargamento, e interrumpiendo con esto, el tráfico de más de doscientos años de relación comerciales entre Nueva España y Asia.
Después de la toma de Acapulco, José Ma. Morelos se presentó en Chilpancingo para el establecimiento y la jura del primer Congreso revolucionario que llamó: “El Supremo Congreso de la América Septentrional Mexicana”, otros nombres: “Congreso Nacional Constituyente”, “Congreso de Anáhuac”, etc. todo fue aprobado, aunque se opuso Ignacio López Rayón. Fue formado en el Palacio de Chilpancingo a seis de noviembre de 1813. El presidente naturalmente era Morelos, el Vicepresidente Andrés Quintana Roo, Los diputados: Rayón, Herrera, Bustamante, Verduzco, Liceaga y  Ortiz de Zárate.
Su proclama: “El pueblo declara su Independencia de cualquiera otra nación”. Una enorme falsedad porque toda esa farsa era obra del Pbro. Don José María Morelos  y Pavón, con sus diputados nombrados por él mismo.
El historiador don Antonio Gibaja escribe muy acertadamente que:
“La Revolución no era una guerra justa, sino una rebelión al orden establecido, y en cuanto al  caso de la Independencia, no fue hecha por la sociedad mexicana, fueron algunos mexicanos afiliados a un partido cosmopolita, como lo es el Partido Liberal; la tal guerra fue una rebelión contra la autoridad….. o el Congreso contra la autoridad de las leyes de la guerra o de la ordenanza militar” (5A)
 Este Congreso dio a su creador el título de: “Alteza Serenísima”, esta era la segunda Alteza pues Hidalgo, en Guadalajara, había sido el primero en recibir este título, México habría de padecer a una tercera Alteza Serenísima por muchos años; Antonio López de Santana.
Morelos tuvo un rasgo de humildad, declinando el título  de Alteza y cambiándolo por el de “Siervo de la Nación”, que algunos presidentes de México del siglo XX adoptaron también por “humildad”…..
 
Cuarta campaña:
Ante tan exitosas campañas, Morelos se dirigió nada menos que a su ciudad natal Valladolid para uncir, ésta, a los revolucionarios. Creyendo que con los seis mil seguidores podría tomarla. Llevaba tres divisiones al mando de Mariano Matamoros, Nicolás Bravo y  Hermenegildo Galeana, junto con las partidas de Muñiz, Arias, Ortiz, Vargas y el Padre Navarrete.
La ciudad estaba al mando del mayor general José Calderón y entre los jefes oficiales se encontraba el coronel Agustín Iturbide; entre todos había menos de dos mil efectivos. Morelos dirigió al comandante Landázuri una carta escrita por su secretario Rosains llena de soberbia y fanfarronería que comenzaba así:
“Aquellas armas a cuyo estruendo se rinden las ciudades y abaten las fortalezas……… No quedará cabeza sobre los hombros, las calles y las plazas serán regadas con negra sangre de cuantos temerarios se opongan a su impulso. Esta hermosa ciudad será teatro del horror…………  Dios guarde V. muchos años. Campo de Valladolid, diciembre 23 de 1813 a la una del día. José Ma. Morelos, Señor comandante de las armas de Valladolid.”
Al día siguiente 24 de diciembre de 1813, Morelos ordenó el ataque a la ciudad, pero Galeana y Bravo fracasaron replegándose al campamento. Ya en horas de la noche Iturbide al mando de 190 hombres de a caballo con infantes a la drupa atacó el campamento. La oscuridad y la confusión hicieron que las tropas revolucionarios se atacaran entre sí. Los sobrevivientes desobedecieron a sus jefes y huyeron. Morelos reunió algunas tropas y se refugió en la hacienda de Santa Lucía, dejando el mando a Matamoros. El 5 de enero de 1814 los insurgentes fueron nuevamente derrotados y Matamoros aprehendido. (6)
La estrella del “Servidor de la Nación” comenzaba a declinar con la derrota que sufrieron sus tropas y el ajusticiamiento de Mariano Matamoros, brazo derecho de Morelos, éste, huyó a Acapulco por la sierra, pero fue seguido por el comandante Gabriel de Armijo a tan corta distancia, que si no hubiera sido por la muerte heroica de Ramírez, uno de los coroneles del Cura Morelos, ahí hubiera caído preso. Dejando en la Hacienda de las Animas donde se habían ocultado, todo su equipaje, documentos y sellos de su Congreso itinerante y hasta un retrato al óleo de Morelos con banda de generalísimo, que fueron remitidos a España bajo inventario.
Entre el botín que traían los revolucionarios estaba el pectoral del Obispo de Puebla,  vasos de oro y plata del tesoro de la catedral poblana. Muchas alhajas y monedas de oro por un total de 12 481 pesos y 14 reales todo inventariado, después por el virrey Calleja, y repartido entre los oficiales según el reglamento. (7) 
Ya en Acapulco,  que seguía bajo el poder de los revolucionarios, estaban presos dentro del Castillo de San Diego 200 españoles que se habían refugiado ante el acoso de los revolucionarios, Morelos propuso el canje de ellos por Matamoros al Virrey quien no recibió su propuesta a tiempo, sin embargo los 200 españoles fueron degollados  un mes después de muerto Matamoros. (8)
Estando Morelos en el puerto de Acapulco supo que el coronel realista José Gabriel de Armijo con más tropas iba ganado las poblaciones una a una con la firme determinación de reconquistar el puerto. La toma de Chilpancingo, anterior sede del Congreso Americano, por las tropas de Armijo, determinó a Morelos salir por el sur para internarse en la sierra dominada por Vicente Guerreo. Pero antes de salir mandó quemar todas las casas de puerto utilizando paquetes de cacao traído desde Guayaquil, sacados de los enormes almacenes de la familia De Icaza.
 Orden al coronel insurgente Montes de Oca:
“Despache dos que ballan á atisar solo las casas de Acapulco, pero que no se entretengan en pepenar nada, sino que atisen bien, que no quede nada que no quemen, pues que todo ade quedar redusido a cenizas. Que los que ballan sean de empeño. Pie de la Cuesta Abril 9 1814”. - Morelos – Sr. Teniente coronel Don Isidoro Montes de Oca. (9)
Cuando el cura Morelos escribía por sí solo, sin ayuda de sus asesores, revelaba su ignorancia del idioma castellano y su pobre educación, a pesar de los años de Seminario.
Las órdenes del impío Cura Morelos no se concretaron a quemar, sino a asesinar sin misericordia a los ricos del puerto y a los oficiales realistas prisioneros. Cuando el coronel Armijo recorrió la costa encontró en el sitio de la Quebrada los cadáveres todavía sangrando de 21 prisioneros de los batallones de Asturias y Fernando VII, y 34 más en una barranca inmediata.
Entre los manglares de Coyuca encontró a varios religiosos y familias que ahí se habían refugiado para salvar sus vidas, entre ellos el Padre Francisco Patiño. (10)
Morelos siguió su huida hacia Zacatula continuando sus asesinatos con una saña increíble en alguien que era cura, sobre todo con sus hermanos en Cristo, matando por medio de uno de los Galeana, a todo aquel que no quisiera abrazar la Revolución. 
Muerte de Hermenegildo Galeana:
Sin embargo hay que hacer notar, que cuando los realistas iban persiguiendo a Morelos, en uno de los pueblos de la costa se acercaron al coronel Armijo; Fermín y Juana Galeana hermanos de Hermenegildo para donar setecientos pesos  y  Fray José Terán mil pesos a la causa realista.
Armijo siguió a Galeana por la Costa Grande, pero se retiró a Tixtla para reorganizar sus fuerzas, dejando al capitán Avilés para seguir a Galeana que se escabullía, pero cuando lo perseguía el capitán Juan de Olivar muy de cerca, éste vio como Hermenegildo se golpeaba la cabeza con la rama de un árbol, cayendo a tierra, Galeana logró subirse de nueva cuenta a su caballo para seguir la huida, entonces el soldado de escuadrón Joaquín de León le dio un tiro matándolo. Los realistas entraron triunfantes a Coyuca con la cabeza de  Hermenegildo Galeana, donde el comandante Avilés mandó colgarla de arco del atrio de la iglesia con un letrero que decía “Esta es la cabeza de un valiente”, quien traía tras de sí, cientos de asesinatos a mansalva. Era el 27 de junio de 1814. Cuando el cura Morelos se enteró, dicen que levantó las manos diciendo: “Acabaron mis dos brazos ahora ya no soy nada”  Lucas Alamán tomo IV, capítulo II.
Poco antes de la muerte de Hermenegildo Galeana, le había llegado la noticia  a Ignacio López Rayón, de que el 19 de junio, en Nautla, había desembarcado un tal Mr. Humbert, enviado del gobierno de los Estados Unidos a los revolucionarios, con un importante refuerzo de armas y los “importantísimos pliegos de confederación con unas provincias que son la envidia de las naciones”· “nuestros generosos vecinos del Norte, altamente convencidos de la justicia de nuestra lucha… no quieren paz con la Europa hasta alcanzar la independencia de nuestro dilatado continente…” (6B)
Así celebraba López Rayón en una carta dirigida a Rosains, su “Capitán general de los Ejércitos Nacionales y Ministro de las Cuatro Causas”
Después se comprobó que solamente había sido un intento de algunos yanquis para enterarse directamente de la situación. Entonces Rayón por medio de su segundo Rosains ordenó que el llamado mariscal Juan Anaya fuera a los Estados Unidos a entrevistarse con el presidente Madison para pedirle ayuda, así como lo habían hecho Pascasio  Ortiz de Letona y Bernardo Gutiérrez de Lara enviados por Hidalgo con el mismo fin. (6C)
 Anaya en compañía del Padre Pedroza llegó a Nueva Orleans para organizar una expedición de aventureros yanquis, Con esto se demuestra que cada jefe revolucionario pretendía establecer relaciones con el Presidente de los Estados Unidos, porque había, sin duda algún motivo para esa fraternidad.
Sin embargo esta falta de patriotismo de los revolucionarios los ha llevado a una falsa creencia; ellos creían, como muchos aún lo siguen creyendo actualmente, “que el gobierno de los Estados Unidos hace compromisos directos con los revolucionarios. Esto es un error, porque no conocen el juego que sigue aquel gobierno. Al contrario, los llama bárbaros, ladrones y bandidos. Esto es a la faz del mundo, y ocultamente por medio de las sociedades secretas”.  Antonio Gibaja, “Revoluciones Sociales de México”
Mientras tanto, Morelos se había hecho fuerte en una región michoacana elevada, de buen clima alejada de los batallones realistas. Lugar ya conocido por él, donde existían minas abandonadas, socavones usados como cárceles  para los eclesiásticos españoles o que habían resistido a la Revolución. El capellán de Morelos, Padre José Morales encontró a tres sacerdotes en tales condiciones, que quedó horrorizado. Eran los infelices,  el Padre agustino Ramírez capellán de Acapulco, el Padre Alegre y el Padre franciscano Gotor. Esto se supo por relación del P. Morales en la causa a Morelos. (6D)
Durante los primeros seis meses de 1814 las tropas del virrey Calleja, había recuperado toda la Costa del Sur con su centro el importante puerto de Acapulco. Los insurgentes perdieron lo que habían ganado en los primeros años de las campañas del Cura Morelos, mientras éste, quedo escondido en las montañas, el turno a ser perseguido era Ignacio López Rayón presidente de la Junta Revolucionaria, quien estaba en Tehuacán. Ante el acoso de los realistas, Rayón subió hacia Zacatlán donde se estableció una pequeña corte alrededor de su persona.
En septiembre de 1814 las tropas realistas desde varios puntos habían rodeado a Zacatlán y casi prenden a Rayón durante la noche del 24, pero un tiempo húmedo con densa niebla impidió el asedio del pueblo. Al medio día el coronel realista Llorente atacó la casa de Rayón, aunque este se escapó abandonando todos sus documentos y haberes. El historiador don Lucas Alamán relata en el cap. V del tomo IV de su obra, que esos papeles de Rayón y remitidos a la secretaría del Virreinato le fueron de mucha utilidad para escribir su historia de la Revolución. Con Rayón se fugaron Carlos Bustamante y su esposa. Quedaron prisioneros, el Presbítero diputado Crespo y Francisco Antonio Peredo que había ido en calidad de enviado a los Estados Unidos, a más de otros muchos oficiales. La pérdida de los revolucionarios quedó en 200 muertos y 50 prisioneros.
Rayón y Bustamante se separaron para que éste se embarcara en Nautla rumbo a los Estados Unidos, con  un tejo de oro de 14 marcos y dinero en monedas. Bustamante y su esposa en compañía del Padre Alarcón y algunos criados de éste cayeron en manos de insurgentes quienes le quitaron el tejo y el oro, a poco llegaron los del Dr. Couto quien a su vez se quedó con el tejo y el dinero. (Lucas Alamán, Tomo IV, cap. V)
Mientras tanto el Cura Morelos se reunió con varios jefes del Congreso en la villa de Uruapan donde los diputados le dieron el mando militar y la misión de llevarlo hasta Tehuacán.  Don Lucas Alamán apunta en su libro VII capítulo I, “La salida se efectuó el 29 de septiembre de 1814, los individuos del Congreso recibieron 600 pesos cada uno para los gastos del viaje, los equipajes de tantas personas, los archivos y papeles de las oficinas, los víveres y municiones formaban un convoy considerable. Todos en la marcha estaban sujetos a la disciplina militar, los diputados recibían igual ración que los soldados; caminaban en formación rigurosa, desde las siete de la mañana hasta la tarde, que acampaban al raso”
Para capturar a Morelos y su Congreso, el virrey Calleja nombró al coronel Manuel de la Concha y todas las divisiones del centro del país se fueron concentrando en forma de pinza sobre los insurgentes. Mientras el Cura dispuso que los integrantes de Congreso se adelantasen, él quedaría protegiendo la retaguardia, pero, Morelos y sus revolucionarios ya no tenían salida, todo se reducía al ataque de los realistas y a defenderse los rebeldes.
Los realistas al mando del coronel de la Concha dieron alcance a las tropas de Morelos  atacándolas por tres frentes. La desbandada de éstos fue general y el teniente Matías Carranco dio alcance al Generalísimo; cuando se vieron frente a frente, éste reconoció a su antiguo subalterno diciéndole: “Sr. Carranco, parece que nos conocemos”. Era el 5 de noviembre de 1815.
En el alcance se hicieron muchos prisioneros entre ellos el capellán del Congreso, Padre José Ma. Morales, sin embargo los diputados y demás integrantes pudieron alejarse, porque nadie los siguió.
El botín que llevaba Morelos se partió conforme al reglamento militar, solo se separaron cinco barras de plata para el gobierno virreinal. El Cura Morelos y el capellán quedaron bajo la custodia del capellán realista  Padre Salazar.
Prisión, Proceso y Muerte del Cura José Ma. Morelos y Pavón
Desde su captura el 5 de noviembre hasta su proceso en la ciudad de México pasaron diez y seis días. El coronel de la Concha y su tropa, captor de Morelos llegaron con los prisioneros a San Agustín de las Cuevas distante 4 leguas de la Capital del Reino, el 21 de noviembre. El virrey Calleja no quiso presentar al preso en público, por lo que dictaminó que lo llevaran durante la noche a las cárceles secretas de la Inquisición, lo que así se hizo. Y que se procediera a su causa inmediatamente, informando a Morelos que nombrase al defensor que quisiese; quedando terminada la confesión de cargos esa misma tarde.
El Cura Morelos, lejos de atribuir a otros la parte que había tenido en la Revolución, descargando sobre ellos lo más odioso de sus actos, como lo habían hecho Hidalgo y Allende, contestó con dignidad y firmeza a todos los cargos que se le hicieron, que fueron 23.
El principal cargo que le hizo el jurado fue de traición, faltando a la fidelidad al Rey, promoviendo la Independencia y haciendo que esta  se declarase por un Congreso reunido en Chilpancingo.
Respondió: “Que no habiendo Rey en España cuando se decidió por la independencia de estas provincias trabajando cuanto pudo por establecerla, no había contra quien se pudiese cometer ese delito, y que hallándose después, comprometido con la Revolución, concurrió con su voto a la declaración que se hizo en el Congreso de que nunca debía reconocerse al Sr. Don Fernando VII, ya porque no era de esperar que volviese, o porque si volvía había de ser contaminado.”
“Pero que antes de votarlo, consultó con las personas más instruidas de ese partido y por varias razones le dijeron que era justo, la una, porque era culpa de S.M. haberse puesto en manos de Napoleón y entregándole la España como un rebaño de ovejas, y que aunque tuvo conocimiento de su regreso de Francia, nunca le dio crédito o juzgó que habría vuelto napoleónico”
El último de los cargos que le hicieron fue por los cientos de asesinatos que se habían cometido en su campaña, destrucción de fortunas, ruina de familias y desolación del país, dijo:
“Que estos eran los efectos necesarios a todas las revoluciones, pero que cuando entró en ella no pensó que se causasen, y que desengañado de que no era posible conseguir la independencia, así por la diversidad de dictámenes que no permitía tomar providencias acertadas, así como la falta de recursos y de tino; había pensado pasarse a la Nueva Orleans, a Caracas, o presentarse a la antigua España, para presentarse ante el Rey a pedirle perdón……¨
Terminado el proceso civil, vino a continuación el proceso eclesiástico, del que presentaré algunas preguntas siguiendo  la Historia de México de don Lucas Alamán:
Una interesante pregunta, ¿si en el tiempo que había permanecido en la Revolución había celebrado Misa?, contestó:
“Que se había abstenido de hacerlo, considerándose  irregular, desde que en el territorio a su mando comenzó a haber derramamiento de sangre”
Otras peguntas:
¿Si había recibido la Sagrada Comunión estando excomulgado?
“Que consideraba inválidas las excomuniones.”
¿Si había rezado el Oficio Divino?
“Que en el calabozo no había suficiente luz para hacerlo.”
¿Si su conducta había sido relajada?
“Que si su conducta había sido relajada, que  había procurado, por lo menos, que no fuese escandalosa, y que los hijos que tenía,  no se sabía en el público que lo fuesen”.  Sin embargo, era público y sabido entre los que le seguían, que Juan Nepomuceno Almonte era su hijo, el mismo que lo acompañó en la toma de Cuautla y el que mandó a Nueva Orleans para educarse.
En fin que el Tribunal falló con lo pedido por el fiscal:
“El presbítero D. José María Morelos es hereje formal negativo, fautor de herejes, perseguidor y perturbador de la jerarquía eclesiástica, profanador de los santos sacramentos, traidor a Dios, al Rey y al Papa. Irregular para siempre, depuesto de todo oficio y beneficio.”
Fue condenado a asistir a su Auto en traje de penitente, con sotanilla corta y vela verde, a hacer confesión general y los Ejercicios de San Ignacio. Y para el caso inesperado y remotísimo de que se le perdonara la vida; a una reclusión para todo el resto de ella en África.
Don Lucas Alamán relata detalladamente esta ceremonia de degradación de un sacerdote como antes, las habían tenido Hidalgo y Matamoros:
“Luego de que se terminó la lectura de la Causa, inquisidor decano hizo que el reo abjurase sus errores e hiciese la protesta de Fe, procediendo a la Reconciliación con todo el ceremonial de la Iglesia, recibiendo  de rodillas los azotes con varas. En seguida continuó la Misa rezada con asistencia del mismo reo”.
“Acabada esta, se siguió con la ceremonia de Degradación que estuvo a cargo del obispo de Oaxaca revestido de pontifical. En la sala del Tribunal se apretaban más de trescientas personas principales de la Capital. Morelos con los ojos bajos, aspecto decoroso y paso mesurado, se dirigió al altar: allí, después de leída la sentencia de la junta conciliar, se le revistió de todos los ornamentos de sacerdote y puesto de rodillas delante de Obispo, ejecutó este, la degradación por todos los órdenes según el ceremonial de la Iglesia. Todos los presentes estaban conmovidos, solamente Morelos no se inmutó.” 
Terminada la ceremonia se entregó al reo al brazo secular, entonces el coronel Manuel de la Concha se hizo cargo de Morelos conduciéndolo a la cárcel de la Ciudadela. Donde el coronel de la Concha, el 21 de diciembre intimó la sentencia al reo quien de rodillas según el uso de los Tribunales la escuchó.
El coronel le hizo saber que en un lapso de tres días sería ejecutada la sentencia, fueron llamados el cura Guerra y otros sacerdotes para prepararlo a bien morir. El día 22 a las seis de la mañana de la Concha lo hizo subir a un coche con el Padre Salazar y un oficial; Concha y su división llevaron al reo hasta el santuario de Guadalupe. Morelos iba rezando diversas oraciones entre ellas el Misesere y De profundis aunque confiaba en la misericordia de Dios que sus pecados habían sido perdonados. En Guadalupe tomó un pequeño desayuno continuando hasta el llamado Palacio de San Cristóbal Ecatepec, ocupado por un destacamento militar.
Se reconcilió con la Iglesia por medio del Padre Salazar y él mismo se vendó los ojos, los soldados le indicaron donde se debía poner de rodillas, el Padre Salazar le dijo: haga cuenta de que aquí murió Nuestro Salvador; se dio la voz de fuego, y  el hombre más controvertido que había producido la Revolución en Nueva España, cayó atravesado por la espalda con cuatro balas, pero moviéndose todavía y quejándose lo remataron de otras cuatro. El Padre Salazar hizo vestir el cadáver y mandarlo enterrar a las cuatro de la tarde del 22 de diciembre de 1815 en la Parroquia del pueblo de Ecatepec, vivió exactamente 50 años. Sus restos se perdieron y nadie los ha encontrado hasta hoy.
 Morelos, había nacido el 30 de septiembre de 1765 como: José María Teclo Morelos y Pabon. Está a discusión de si el impío cura tuvo tres o cuatro hijos, pero es seguro que el Mariscal del Impero de Maximiliano, Don Juan Nepomuceno Almonte, hijo de Brígida Almonte era uno de ellos. 
 REFLEXIONES
Para que el  lector tenga una base a su propia investigación.
El movimiento revolucionario que  intentó destruir el antiguo orden monárquico, aristocrático y católico del Virreinato de Nueva España, para sustituirlo por el sistema republicano,  plebeyo, librepensador y masónico, propio de los Estados Unidos de Norteamérica, estaba dirigido por el recién fundado Partido Liberal Mexicano, que a su vez seguía las órdenes de la Gran Logia establecida desde 1802 en la ciudad de Charleston, Carolina del Sur, Estados unidos de América. Los jefes de la Masonería buscaban individuos ya corrompidos o proclives a ser corrompidos dentro del clero bajo de Nueva España, porque decían: “Estos arrastran al pueblo y nos sirven para la causa que necesitamos”, entre los más idóneos encontraron al cura José Ma. Morelos. Como habían encontrado al cura Miguel Hidalgo, al cura Mariano Matamoros, al cura Manuel Iturriaga, al cura José Ma. Cos,  y tantos otros que participaron en la Revolución.
La Causa que la Masonería de principios del siglo XIX necesitaba, era la entrega del Imperio Español a los Estados Unidos, a través de Inglaterra y la Francia napoleónica.  Para sentar las bases de una potencia mundial que destruiría el Orden Católico.
Ninguno de los principales jefes revolucionarios que hemos mencionado pudo ver consumada la independencia por la que luchaban, a pesar de la ayuda intelectual y logística proporcionada por la República Yanqui. Estos fracasos retrasaron los planes de la política angloamericana para apoderarse de la Nueva España, por lo que en 1816 comenzaron a preparar en Londres, Inglaterra, una expedición de aventureros para apoderarse por la fuerza del Virreinato.
Después del ajusticiamiento del cura Morelos, vendría la fugaz  revolución de Francisco Javier Mina preparada desde 1816 en los Estados Unidos. Mina, con su tropa de extranjeros entró al país el 15 de abril de 1817 pero el 27 de octubre de ese año  Mina cayó ajusticiado.
Entre ese año y la actuación de Agustín de Iturbide vendrían unos años de relativa paz para los habitantes de la Nueva España. Solamente habían quedado algunos grupos guerrilleros en las montañas del sur del país, el grupo más notorio fue el de Vicente Guerrero. Pues la mayoría de los revolucionarios se habían indultado.
Los habitantes de la Nueva España y de todos los territorios del Imperio Español, acendrados católicos, no se doblegaban ante la Revolución armada; entonces él ataque de la Masonería Internacional sería por vía de las Leyes.
Los liberales de la propia España levantaron de nueva cuenta en 1820, la Constitución masónica de 1812, conocida como la Constitución de Cádiz, que el rey Fernando VII había desconocido en 1814. Volvieron a la carga y obligaron al Rey a firmarla para que fuera proclamada en todo el Imperio. Esto provocó la deseada efervescencia social: la Jerarquía de la Iglesia y el pueblo católico no la querían porque destruía la estructura de la Iglesia y la Fe del pueblo católico; las autoridades, por obediencia debían proclamarla.  En México, la capital del Virreinato, el virrey  Juan Ruiz de Apodaca quien gobernaba desde el 20 de septiembre de 1816, tuvo que jurar la Constitución masónica para evitar los tumultos semejantes a los de Madrid en España. Con esto, las clases elevadas de Nueva España idearon un Plan para separar el Virreinato, del Imperio Español, pero manteniendo la figura del Rey como autoridad política.
Es entonces, cuando se forman las Juntas de la Profesa y entra a la palestra Agustín de Iturbide, LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO con su Plan de las Tres Garantías, la unión de todos los habitantes de la Nueva España en un Imperio Católico Mexicano, independiente de cualquier otra nación. Lo cual se realizó entre el 19 de mayo de 1822 al 19 de marzo de 1823. Pero una nación vecina, independiente y fuerte no convenía  a los intereses imperialistas de los Estados Unidos. Éstos maquinaron para que en 1823 cayera en único gobierno mexicano realmente independiente, utilizando para ello, al Partido Liberal Mexicano aliado suyo hasta hoy en día, año 2013. 
LUIS  OZDEN
Diciembre de 2013.
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA:
(1)     “Enciclopedia de México”, S.E.P. 1988, Ficha Morelos.
(2)     Ibid, Obra mencionada.
(3)     Historia de la Iglesia en México”, Padre Mariano Cuevas S.J
(4)     “Historia de México”. Lucas Alamán Escalada.
(5)      “Revoluciones Sociales de México” Antonio Gibaja, Tomo II cap, 9, Ed Tradición 1973.
(6)     “Enciclopedia de México” S.E.P. 1988 Ficha Morelos, pag. 5625. (6A) “Revoluciones Sociales de México”, Tomo II, cap. IX,  Antonio Gibaja y Patrón, Ed. Tradición 1973. (6C)  Ver letras O y G. “Enciclopedia de México”, Secretaría de Educación Pública, México, 1988.  
(7)     “Historia de México” Tomo IV, cap. I, Lucas Alamán Escalada, Ed. Fasc., Instituto Helénico.
(8)     “Revoluciones Sociales de México”, Tomo II, cap. IX, Antonio Gibaja, Obra citada.
(9)     El cura Mariano Matamoros fue conducido a Valladolid y procesado. Después que  Morelos había huido hasta Acapulco donde tenía 203 prisioneros españoles. Morelos propuso al virrey Calleja el canje de ellos por Matamoros. Pero el virrey recibió la propuesta cuando ya había sido fusilado el cura Matamoros. A saber esto, el cura Morelos mandó degollar a los 203 españoles en el fuerte de San Diego de Acapulco. “Revoluciones sociales de México”, Tomo II cap. 9, obra de don Antonio Gibaja y Patrón.  Ed. Tradición 1973.
(10) Lucas Alamán Escalada. Obra citada
(11) Lucas Alamán Escalada. Obra citada, Lucas Alamán Escalada. Obra citada.

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