SEMBLANZA
DE HERNÁN CORTÉS
LAS FECHAS
CLAVE DE NUESTRA HISTORIA
Este folleto va dirigido a los jóvenes estudiantes
interesados en la historia de su patria, quienes por diversas razones, no han tenido la oportunidad de
profundizar y meditar os acontecimientos
que dieron lugar al nacimiento de México.
Se trata de una escueta exposición de la vida y hechos del
personaje más importante en la fundación del país, que tres siglos después de la Conquista se llamaría
México.
Hernán Cortés al mando de la tercera expedición a tierras de
la península de Yucatán que entonces no eran México, el 27 de febrero de 1519 se detuvo en la isla de Cozumel,
posteriormente, tuvo dos batallas en el actual territorio de Tabasco, que le
detuvieron hasta el 15 de abril, pero el 21 de abril Jueves Santo, la armada
fondea junto a la isleta llamada San Juan de Ulúa, esperando al siguiente día
para desembarcar en los arenales de Chalchicuecan donde inmediatamente hace la
fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz el Viernes Santo 22 de abril de 1519.
Para la fundación del primer asentamiento español en tierras
tributarias de Moctezuma, se necesitó de la concordancia y aceptación de los
principales capitanes y soldados nombrando a Cortés, Capitán general de la
expedición y componer el primer cabildo al viejo estilo castellano.
Hernán Cortés rápidamente organizó a todo el cuerpo
expedicionario, comenzando por desmantelar las naves, dejando solamente una
completa para dar parte al gobernador de Cuba de su proceder y en la que pudieran
regresar aquellos “que sintieran miedo”.
La expedición conquistadora comenzó entonces a internarse en
territorios desconocidos, participando en batallas y alianzas con las tribus
nativas, hasta llegar al altiplano donde se asentaba la capital del señorío
cohlúa: Tenochtitlan, residencia de la élite nativa que en la persona de gran
Tlatoani Moctezuma recibió al pequeño grupo de españoles y aliados indios el 8 de noviembre de 1519.
A partir de entonces, Cortés y el grupo expedicionario van a
ser protagonistas de sucesos con dispar fortuna. Hasta el término de las
guerras con la derrota del sucesor en el gobierno de Moctezuna: su yerno
Cuauhtémoc, el 13 de agosto de 1521.
EL ODIO
A HERNÁN CORTÉS ES IGNORANCIA O MALA FE
Al conquistador, evangelizador y fundador de la Nueva España
se le conoce poco y mal por el grueso de la población mexicana. Precisamente su
persona es la más calumniada y la más vilipendiada de nuestra historia, a causa
de la política esgrimida por el Partido Liberal mexicano. Si bien, en su vida,
el Conquistador tuvo muchos enemigos, no
se pueden comparar con la saña que sus enemigos modernos le tienen
dentro y fuera de México.
La historia oficial que se imparte a los escolares en los
centros de instrucción pública por medio de los textos llamados gratuitos y en
muchos de los colegios particulares; desde la Primaria a la Preparatoria, está
llena de información deficiente, de mala fe y lo que es peor: de odio inoculado
por individuos extranjeros enemigos de
nuestra cultura y religión, así como por mexicanos ignorantes, sin conciencia
histórica. La historia oficial y liberal exagera los humanos defectos del conquistador
y fundador, concentrándose en los momentos álgidos de las batallas contra los
nativos, y transformando a éstos, en inocentes víctimas de la “ferocidad y
ambición de los invasores españoles”.
Soslaya por otra parte; el alma medieval de Cortés y de sus
capitanes, quienes eran portadores de la civilización hispano cristiana. Que
exploraban y conquistaban nuevos pueblos paganos para acrecentar su honra y su
hacienda, exponiendo sus vidas sin miedo a la muerte para ganar mayores
territorios, y ponerlos a los pies de Cristo Rey y de sus representantes
en la tierra: el Papa y el Emperador.
Desde que salió de Cuba la nueva armada compuesta de 11
naves el 10 de febrero de 1519, Hernán
Cortés tenía en mente, rescatar a los españoles prisioneros de los indios
mayas, combatir el paganismo existente, hacer alianzas con los pobladores que
reconocieran al rey de España y hacer la guerra a los que se opusiesen. Por la
razón del Derecho de Conquista que era reconocido por todos los pueblos del
viejo Mundo en aquellos tiempos.
La historia oficial y liberal omite también, que Hernán
Cortés desde que oyó hablar del fabuloso reino de Cohlúa, había quedado
fascinado por él. Y que una vez puesto sus pies en los arenales de la Vera
Cruz, comenzó una transformación en su alma, haciendo de su conquista una de la
gestas más grandes de la historia universal.
EL AMOR
A LA TIERRA DE SU CONQUISTA
Sin olvidar su España nativa, pidió al emperador don Carlos
que estas tierras se llamasen la Nueva
España del mar Océano, por la gran similitud a los reinos de Castilla “en
sus aires, en sus montañas, en su fauna y en su flora”. Cortés se enamoró
del paisaje, del ambiente y de las mujeres indias.
De su relación con doña Marina su inseparable faraute, nació
en 1522 su primer hijo varón, llamado por algunos “el primer mexicano”,
lo bautizó con el nombre de su padre: Martín. Lo educó con mucho cariño y a
su debido tiempo pidió al Papa Clemente
VII que se lo legitimara. Cosa que ocurrió por bula del 16 de abril de 1529.
Niño aún, lo llevó con él a España en 1528, para ponerlo en
manos de personas de su confianza proporcionándole una esmerada educación que
culminó como paje del príncipe don Felipe, oficial de los tercios españoles,
Comendador de la Orden de Santiago y gentilhombre de Cámara del rey Felipe III.
Martín casó en España con Bernardina de Porres Agoncillo dama noble cuyos
descendientes están reconocidos en la
actualidad y de los cuales la más famosa es la ex reina Fabiola de Bélgica.
Cortés no se olvidó de Malintzin, conocida por todos como
doña Marina, y en nombre de la reina doña Juana y su hijo don Carlos, la dotó
de tierras, propiedades y cacicazgos, haciéndola rica hembra, buen partido para
uno de los principales señores de la nueva nación: el regidor Juan Alonso
Jaramillo, años mas tarde alcalde la de incipiente capital novohispana. Doña
Marina tuvo una hija con Jaramillo, bautizada como María y de quien existen aún
descendientes.
A pocos meses de nacer su primer hijo varón, Cortés dio
dinero a su amigo y cuñado Juan Xuárez de Marcaida para traer a Catalina, su
esposa, y familia a Coyoacán; encargo cumplido en julio de 1522, cuando
junto a sus hermanas, su madre María de
Marcaida, amistades y sirvientes cubanos arribaron todos al recién conquistado
territorio.
Catalina murió a fines de ese mismo año de una enfermedad
llamada entonces como mal de madre, especie de angina de pecho
que también padecían dos de sus hermanas, quienes andando los años murieron de
lo mismo.
Catalina Xuárez de Marcaida, recordemos, se había casado con
don Hernán en la Isla de Cuba por presiones del gobernador Diego Velázquez.
LOS
EVANGELIZADORES
Don Hernando, pidió en 1523 al emperador que le enviara
religiosos santos para consolidar la evangelización de los indios. El emperador
le envió 12 de los mejores intelectuales religiosos que había en España.
El grupo pisó tierra en Veracruz el 13 de mayo de 1524. Fungía
como su director fray Martín de Valencia, siendo los otros once misioneros:
Martín de la Coruña, Juan Juárez, Francisco de Soto, Antonio
García Rodríguez, Toribio de Benavente, García de Cisneros, Luis de Fuensalida,
Juan de Palos, Juan de Rivas, Francisco Jiménez y Andrés de Córdoba.
Todos los frailes franciscanos incluyendo a los tres
flamencos: fray Pedro de Gante, fray Juan de Tecto y fray Juan de Ayora, se
desempeñaron heroicamente en su ministerio evangelizando a los indios, junto a
ellos, los hermanos de las otras órdenes religiosas que llegaron sucesivamente
a lo largo del siglo XVI, sentaron las bases del acendrado catolicismo del
pueblo mexicano.
Durante los cuatro años de su gobierno, Hernán Cortés,
organizó el nuevo Reino, fomentó el asentamiento de las familias de los
conquistadores, siendo cientos de ellos,
antepasados de decenas de miles de mexicanos de hoy en día.
Para poblar la tierra nuevamente conquistada propició la
emigración de nuevos colonos, exploró personalmente y envió a explorar las nuevas
tierras en busca de minas de metales preciosos, para que estos fueran la base
de la riqueza agrícola y ganadera que formó. Escribió a su padre don Martín,
que a su costa le enviara toda suerte de plantas, árboles y animales para
reproducirlos en la nueva tierra.
Por esa época, Cortés, mandó construir el primer hospital en
toda forma, de la llamada “tierra firme” americana. Aunque ya existía desde
1520 un hospital itinerante a cargo del padre Bartolomé de Olmedo. Fue esa
fundación el edificio que albergó; primero a españoles y mas tarde a todas las
castas.
El Hospital de Nuestra
Señora de la Limpia y Pura Concepción, ahora conocido como el Hospital de
Jesús, se fundó en el año de 1524 en el lugar conocido como Huitzilán, hermosa
huerta donde según la tradición; Hernán Cortés y Moctezuma se encontraron por
primera vez en noviembre de 1519, (esquina de las calles de Pino Suárez y
república del Salvador del Centro Histórico de la ciudad de México). El papa
Clemente VII confirmó a Hernán Cortés como Patrono Perpetuo del Hospital para
él y sus descendientes. Esta institución es la Obra Pía más antigua que no ha
dejado de prestar sus servicios ni un solo día, a lo largo de 485 años en todo
el continente americano.
La primitiva capilla del Hospital se convirtió con los años
en un templo grande y bien provisto, siendo asiento a fines del siglo XVIII del
monumento, obra del arquitecto José del Mazo, donde se colocaron los restos de
Cortés en una urna sobre la cual estaba la efigie en busto que el afamado
escultor Manuel Tolsá esculpió en bronce dorado.
Cuando el Conquistador regresó a España en 1528 para recibir
el justo reconocimiento por sus servicios a la corona, Hernán Cortés a los 43
años de edad estaba en el apogeo de su vida. En la villa de Béjar celebró su
segundo matrimonio, esta vez, con doña Juana de Zúñiga y Ramírez de Arellano,
dama de la más alta nobleza castellana.
Pero el fundador de la Nueva España no deseaba establecerse
en Extremadura como algunos otros conquistadores, su hacienda y su vida estaban
definitivamente en esta tierra, por lo que en compañía de su madre doña
Catalina Pizarro Altamirano, de su mujer doña Juana, ya encinta, y de más de
400 parientes y amigos se embarcaron en varios navíos en pos de su marquesado
americano.
De
1530 a
1540, desde la sede del palacio de Cuernavaca, Cortés va a desplegar una
intensa actividad en todos los órdenes, aunque con distinto fruto, para
explorar, conquistar, construir, fundar, evangelizar; en una palabra: civilizar
al nuevo país que andando el tiempo sería México.
En 1540, la inconsecuencia imperial y la envidia de sus
enemigos de Cuba, interrumpió la fecunda vida del Conquistador, fundador y
poblador..
Don Carlos, urge a su súbdito, quien le ha dado más tierras
y más súbditos que todos los que le heredaron sus antepasados, a presentarse en
la Corte para responder a las numerosas acusaciones, la mayoría infundadas, de
sus viejos y nuevos enemigos.
El
viejo conquistador obedeció, y creyendo que su ausencia de Cuernavaca se
limitará a solo un par de años; deja a su familia en Cuernavaca: su esposa la
marquesa, sus hijas María, Catalina y Juana al encargo de su primo el
licenciado Altamirano, así como a otros hijos suyos reconocidos por la Iglesia
y emprende el largo viaje en compañía de su segundo hijo varón, también llamado
Martín, de solo 8 años de edad.
Don Hernando viaja con su conciencia tranquila, esperanzado
de que por falta de pruebas, tal vez, pueda cerrarse de una vez por todas, el Juicio
de residencia: Trámite legal por el
que todo aquél que hubiera detentado algún puesto de mando en el Imperio, tenía
que cumplir.
Pero cuando llega a la Corte; el Emperador no lo recibe,
porque los celos de sus enemigos han emponzoñado la opinión que del
conquistador tenía don Carlos I, quien ahora cree que su famoso vasallo tiene
ambiciones de alzarse con la tierra; lo supone inmensamente rico con sus 23 mil
vasallos en su enorme marquesado y que no debe regresar a la Nueva España
porque es demasiado poderoso.
Nada de lo anterior era cierto, como lo demuestra la lealtad
que Cortés siempre le mostró siguiendo como un falderillo a la Corte Real,
contrayendo cada vez mayores deudas para pagar su costoso tren de vida y siendo
ignorado por todos aquellos a quienes había demostrado su amistad.
Al cabo de siete años de vida estéril, iluminados solamente
por la creación de su Academia cultural en compañía de algunos de los sabios
más célebres de España. Se siente enfermo, percibe que la muerte ronda, por lo
que se dirige a Sevilla con ánimo de embarcarse a Nueva España, la tela
que él mismo había hilado.
Su
salud empeora, por lo que pide a su amigo Juan Alonso Rodríguez de Medina, que
le reciba en su casa de la calle Real de Castilleja, frente a Sevilla a la
margen derecha del Guadalquivir.
Cortés quiere estar en paz para redactar su testamento,
quiere morir como buen cristiano, dejando su cuerpo y su alma bien atados.
En la primera cláusula del largo documento manda escribir:
“
En el Nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que son
Tres Personas en un solo Dios Verdadero, el cual tengo, creo y confieso por mi
verdadero Dios y Redentor, y de la Gloriosísima y Venturada Virgen, Su bendita
Madre, Señora y Abogada nuestra… sepan cuantos esta carta de testamento vieren,
cómo yo D. Fernando Cortés.......
1.-
Primeramente mando, que si muriere en estos reinos de España, mi cuerpo sea
puesto e depositado en la Iglesia de la Parroquia donde estuviere situada la casa donde yo falleciere e allí
esté en depósito hasta que sea tiempo e a mi sucesor le parezca de llevar mis
huesos a la Nueva España, lo que le encargo e mando que ansí haga dentro de
diez años e antes si fuese posible e que los lleven a la mi villa de Coyoacán,
e allí de den tierra en el monasterio de monjas que mando hacer y edificar en
la dicha mi villa......”
Es
de hacer notar que las crónicas de la época relatan con asombro; que cuando se
cumplió el tiempo de traer a Nueva España sus restos en 1566. Las autoridades
sevillanas afirmaban que era la primera vez en presenciar el traslado de restos
de España a las Indias, cuando lo común era en sentido contrario. Esta es la
prueba incontrovertible de que el corazón de don Hernando se había quedado para
siempre en el país por él fundado.
Tener
Conciencia Histórica es reconocer nuestra Conciencia Religiosa, porque todos
los pueblos en alguna medida creen en ser de todo lo creado, no hay pueblos
ateos, los que se dicen ateos son individuos aislados inadaptados a la sociedad
que les tocó nacer. La Conciencia Cultural que va aparejada a lo anterior, es también
reconocer, la cultura que se practica cotidianamente, como son el idioma y el
sentimiento de pertenencia a una determinada comunidad.
Por
tanto; nuestra nación mexicana se fundó en el siglo XVI, el 13 de agosto de 1521; antes de esa
fecha no existía. Como entidad política independiente nació el 27 de septiembre de 1821, antes de esa
fecha era parte del Imperio Español.
Luis Ozden.
Marzo de
2012.
BIBLIOGRAFÍA
“Cartas
de Relación”, Hernán Cortés Ed. Porrúa,
S.A. 1993
“Crónica
de la Nueva España”, Francisco Cervantes de Salazar, Ed. Porrúa S. A. 1993
“Historia
verdadera de la Conquista de la Nueva España” Bernal Díaz del Castillo, Ed.
Porrúa, S. A. 1993
“Hernán
Cortés” , José Luis Martínez, UNAM Ciudad Universitaria, México D.F. 1990.
F.C.E. Mex.
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