EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821
UNA NUEVA NACIÓN INICIABA SU
CAMINO;
SU PROMOTOR
AGUSTÍN DE ITURBIDE
SEMBLANZA
El 1 de enero de 1820 estaban ya listas las tropas españolas en el
puerto de Cádiz, al mando del Comandante Rafael del Riego, para trasladarse al
continente americano a terminar, de una vez por todas, con los movimientos de
independencia apoyados por los enemigos de la España católica (1). España estaba exhausta, y
estos diez mil soldados debían asegurar
lo que ya se había ganado.
Hay que recalcar que España, anteriormente, había hecho el supremo
esfuerzo de mandar más de 15 mil hombres de guerra para sofocar las
insurrecciones americanas, comenzadas precisamente en 1808, cuando Napoleón
tomó prisioneros al Rey Carlos IV y al príncipe Fernando, obteniendo la
renuncia forzada de ambos al trono en favor suyo. La consiguiente ocupación
francesa a ese infortunado acontecimiento, y la heroica guerra de independencia
del pueblo español contra el usurpador José I, no fueron obstáculo para el
envío de esas tropas. Otros 30 mil efectivos más se habían enviado a los
virreinatos, desde que Fernando VII había tomado el poder en 1814 hasta 1819,
cuando los liberales masones presionaron al Rey para que volviese a proclamar la Constitución de 1812.
Pero, el comandante Rafael del Riego, presionado por sus hermanos
masones, se pronunció contra Fernando
VII en vez de atravesar el océano para cumplir con su deber patriótico. El Rey,
falto de carácter y amenazado por las logias de un levantamiento general juró
de nuevo, el 10 de marzo de 1820, la Constitución de Cádiz de 1812 ya rechazada por él
desde 1817. Este documento anticatólico,
base de todas constituciones mexicanas posteriores, se iba jurando, con
desagrado general, por toda España y por
las ciudades y villas del Imperio Español en América.
Los acontecimientos de la Península se recibieron
en la Nueva España
con encontradas opiniones, hubo gritos de “Viva la Pepa ”, así llamada por el
pueblo a la Constitución
de Cádiz por haber sido proclamada en ese puerto el 19 de marzo de 1812. (2)
El virrey y todas las personas conscientes del
extremado peligro para la Iglesia, las instituciones y la Fe del pueblo,
dudaron sobre si era conveniente
proclamar ese instrumento político y social, ideado por la Masonería, para
desmantelar el Imperio desde la propia Corona española.
El pueblo novohispano en general no simpatizó con la decisión
real, solamente se entusiasmaron con ella los integrantes del Partido Liberal
(3), los “ilustrados” masones peninsulares y americanos que actuaban casi en
secreto desde la abortada Independencia encabezada por el Lic. Primo Verdad, el
Ayuntamiento de la ciudad de México y el virrey Iturrigaray, en septiembre de
1808.
Desde esa fecha hasta el año de 1820, los liberales
habían ido aumentando considerablemente su número, y sus relaciones con la central de Charleston y la Logia de Nueva Orleáns, eran
ya, más estrechas. (4)
Los liberales del Virreinato se dieron cuenta
de los titubeos del virrey Juan Ruiz de Apodaca por su deseo de no proclamar la
Constitución de Cádiz, e instaron a los comerciantes de Veracruz, todos
afiliados a la masonería obediente de la Logia de Nueva Orleáns, a obligar al
jefe militar y político del puerto, don
José Dávila a jurar la Constitución. (5)
El triunfo de los liberales en España y la sujeción
del Rey a las Cortes, había revivido los
partidos políticos en la Nueva España, especialmente el Partido Liberal internacional que había estado actuando
secretamente por 12 años y que ahora comenzaba a emerger de la oscuridad. El
virrey Apodaca tenía la vista fija en
los Estados Unidos, sabía perfectamente que allí estaba el motor de las
revoluciones suscitadas desde 1808, porque esa nación ambicionaba los territorios norteños
del Virreinato (6).
Mientras tanto, la situación de España se había vuelto confusa y
desordenada a partir de la proclamación real de la Constitución de 1812:
protestas de unos y júbilo de otros,
robos y crímenes, desmanes contra la Iglesia y su jerarquía; así que
antes de esperar levantamientos como allá, el virrey Apodaca resolvió proclamar
y jurar la Constitución.
Por otra parte, en el oratorio de San Felipe Neri de la Casa Profesa de la
ciudad de México, se había formado una Junta secreta de personas prominentes de la sociedad, que con conocimiento del Virrey, buscaba separar a
la Nueva España
de la antigua, con Ruiz de Apodaca como Gobernador, mientras el rey Fernando se
sacudía el poder de las Cortes liberales.
El paso siguiente sería encontrar un jefe militar con suficiente
popularidad y don de mando para ejecutar el proyecto; la elección recayó en don
Agustín de Iturbide, recientemente nombrado por el mismo virrey Apodaca, para
terminar con el foco insurgente que comandaba Vicente Guerrero.
Curiosamente, el proyectado plan de “La Profesa” no era muy diferente
de los planes anteriores denunciados en
1808, 1809 y 1810, y el de la intervención internacional (que en 1816 comandaba
Javier Mina (españoles, italianos, polacos, ingleses y angloamericanos).
Solamente difería de los propósitos ulteriores: configurar una nueva nación
independiente de cualquier otra; pero
no anexarla a los Estados Unidos,
como habían sido las intenciones de Primo Verdad, García Obeso, Mariano
Michelena, el cura Manuel Iturriaga, el
cura Hidalgo, Allende, Aldama, el cura Morelos, el cura José Ma. Cos, Javier Mina, el cura M. Ramos Arzpe y el cura Servando T. de Mier; todos ellos
masones. (7)
La Nueva España, al cabo de 9
años de guerra de desolación había quedado en estado de completa ruina, tal
como se les había ordenado desde Charleston,
a todos los insurgentes desde Hidalgo hasta
Mina. Ya se había derramado mucha sangre de novohispanos; la paz y concordia que habían prevalecido en
los Virreinatos durante 300 años estaba
rota, el Imperio Español en América resquebrajado en todas sus partes, la
religión católica amenazada y nuestra cultura española que había englobado a
todas las razas en un solo ideal, era despreciada por sus propios patricios
encandilados por la “Ilustración” del liberalismo y el “libre examen” de la
República yanqui.
Tanto en la Península como en sus posesiones americanas, fueron legión,
los que se enredaron en la telaraña de las logias, unos por malicia y otros por
ingenuidad quedaron atrapados en la trampa tendida desde el Centro de
Charleston. Con la proclamación de la Constitución de
Cádiz, España y su Imperio habían quedado sujetos a la política expansionista
de Washington. (8)
Anteriormente, en 1818, los Estados Unidos le habían usurpado a España
las dos Floridas cumpliéndose la primera fase de la profecía del conde de
Aranda (9).
El “Destino Manifiesto Imperial” (10) de los fundadores calvinistas y
masones de los Estados Unidos, segunda república anticatólica del mundo en
1776; la primera había sido la de Oliver Comwell en la Inglaterra de 1649 a 1659, y de ambas, la
consecuente tercera República promovida en la Francia de 1789, marcaron el
camino de los súbditos ambiciosos e irreflexivos de la Corona Española,
buscadores todos, de empleos bien remunerados y poder para saciar su orgullo.
(11)
Después del fracaso de los conspiradores de la Casa Profesa y ya con
el nombramiento de Comandante de las Fuerzas del Sur, Agustín de Iturbide,
queda en libertad de poner en práctica su Plan que él solo había concebido.
Iturbide, de 37 años, padre de 7
hijos, otros dos nacerían más tarde, amante de su religión católica y de su
tierra, inteligente y deseoso de ver a su patria unida, fuerte y respetada.
Dotado de cualidades físicas suficientemente probadas en sus años de combate
contra el desorden de los insurgentes, y aunado todo esto, a su especial
atractivo, se le abrían todas las puertas conquistando voluntades.
El 16 de noviembre de 1820 se encaminó a las tierras del sur de Nueva
España para atraerse a los revolucionarios, más que para combatirlos. El Plan que traía entre manos, era entonces
estrictamente secreto, y consistía
esencialmente en los siguientes puntos:
a) La conservación de la Religión Católica
Apostólica Romana como religión de estado; b) La absoluta Independencia de este
Reino, estableciéndose en él una monarquía moderada, con el título de Imperio
Mexicano, llamando para ocupar el Trono al rey Fernando VII o a otro príncipe
de Casa reinante; c) Y la Unión
de todos los habitantes establecidos en este Reino.
Mientras tantea el
terreno, con extremada prudencia escribe
muchas cartas a toda clase de personas. Se pone en contacto con Vicente
Guerrero a quien conocerá personalmente mucho después.
Por fin, convencido de que no hay
remedio, en ese desorden y confusión, para la subsistencia del Imperio
Español, y de que la mayoría de las opiniones de los que luchan en uno y otro
bando está por la independencia de Nueva España , llamada entonces: la América
Septentrional; hizo circular su Plan entre las personas de su confianza con el
encargo de hacerlo extensivo a casi todos los jefes tanto realistas como
insurgentes. Iturbide se dio cuenta de que eran muchos a los que repugnaba un
gobierno monárquico conducido por Fernando VII, y estaban ganados por la
propaganda yanqui de instalar su república en estas tierras. Pero la mayoría de
la gente consciente aceptaba el Plan de Iturbide, incluidas las autoridades
virreinales que disimulaban. Una
Monarquía Católica sería la garantía para evitar la Constitución masónica de
1812, pensaban.
A principios del año de 1821 Vicente Guerreo y su tropa de apenas unos
2000 efectivos se adhirieron al Plan por lo que Agustín de Iturbide lo proclamó
en la ciudad de Iguala el 24 de febrero de 1821. Al mismo tiempo reconocía “Los
méritos que la América había obtenido de la Conquista y gobierno de la Corona
Española, la nación más piadosa, heroica y magnánima eran para siempre, pero que
había llegado el tiempo de que aquellas ciudades y pueblos opulentos, que
aquellas provincias y reinos dilatados que España educó y engrandeció ocupasen en el universo
un lugar distinguido, siendo general deseo de la independencia entre los
habitantes de todas clases, por lo que
para uniformar la opinión, el ejército había jurado sostener el Plan……”
Ese mismo día enviaba cartas al Virrey, al Arzobispo y a las personas
principales de lo acontecido en Iguala.
El siguiente 1º. de Marzo estando reunidos todos los jefes de los
cuerpos militares les habló de sus deberes
que contraerían con la nación que comenzaba su vida independiente y de las
terribles consecuencias que vendrían sino se tomaban medidas prontas y eficaces
para unificar opiniones y propósitos a fin de evitar el desorden y la anarquía.
Al día siguiente 2 de marzo se llevó a cabo la ceremonia de Jura.
Agustín de Iturbide y Aramburu como Primer Jefe de Ejército independentista:
“En gran habitación donde se alojaba Iturbide, al centro una mesa con
el Crucifijo sobre un Misal, puestos en pié los jefes mientras el Capellán don
Antonio Cárdenas, leyó el Evangelio del día, acercándose a la mesa el primer
Jefe, puso la mano izquierda sobre el
Santo Evangelio y la derecha sobre el puño de la espada prestó el juramento de
manos del padre capellán en estos términos”:
“¿Juráis a Dios y prometéis bajo
la Cruz de
vuestra espada, observar la santa religión Católica, Apostólica y Romana?, Sí juro”
“¿Juráis hacer la independencia
de este Imperio guardando para ello la paz y unión de europeos y americanos? –
Sí juro”
“¿Juráis la obediencia al señor
D. Fernando VII si adopta y jura la constitución que haya de hacerse por las
cortes de esta América Septentrional? – Sí juro”
“Si así lo hiciereis, el Señor
Dios de los ejércitos y de la paz os
ayude y sino os lo demande” (12)
En la tarde de ese mismo 2 de marzo, Iturbide hizo jurar en la Plaza de armas a todos los integrantes del nuevo ejército al que se
le dio el nombre de “Ejercito
Trigarante”, tomaba el nombre de los tres puntos principales del Plan
original: RELIGIÓN CATÓLICA, INDEPENDENCIA, UNIÓN DE EUROPEOS Y AMERICANOS.
De esta misma idea salieron los colores que debería llevar el nuevo
lábaro o Bandera de las Tres Garantías que comenzó a ondear a partir de entonces:
Tres franjas diagonales de
izquierda a derecha:
BLANCO-RELIGIÓN;
VERDE-INDEPENDENCIA; ROJO-UNIÓN
El virrey Juan Ruiz de Apodaca rechazó el Pan de la Tres Garantías y
puso fuera de la Ley
a Iturbide, pero la mayoría de las guarniciones militares y las ciudades
manifestaron su adhesión al Plan y se le fueron agregando. Victorioso, el
Ejército Trigarante avanzó sobre la
capital del Reino aumentando sus efectivos por donde pasaba.
Mientras esto sucedía en la
Nueva España, en la antigua las Cortes habían nombrado, sin la firma del Rey a
un nuevo virrey; Juan Odonojú, antiguo ministro del intruso José I hermano de
Napoleón, Odonojú era miembro de la logia “Comuneros de Castilla”, obediente a la Masonería francesa que ya estaba
obediente a la Central de Charleston U.S.A. El último virrey llegaba con la consigna de entregar el poder político
al héroe de Iguala. Ya en la Nueva
España, Odonojú celebró con Iturbide el
“Tratado de Córdoba” el 2 de agosto de 1821 con el que reconocía de hecho, aunque ilegalmente, la Independencia de
la nueva nación. (13)
Pasaron varias semanas mientras se trataban de organizar las últimas
fuerzas militares españolas al mando del Mariscal de Campo don Francisco
Novella. Este, recibió al nuevo virrey
con mucha desconfianza, pero por la situación de inferioridad en que se
encontraba tuvo que entregarle el mando de la Nueva España. Mientras
Juan Odonojú esperó la entrada del
Ejército Trigarante a la capital del reino, esta se efectuó el mismo día que
don Agustín cumplía 38 años de edad, EL
27 DE SEPTIEMBRE DE 1821 FECHA CONSIDERADA COMO EL NACIMIENTO DEL NUEVO ESTADO
MONÁRQUICO Y CATÓLICO.
Los hermanos masones de los liberales novohispanos estaban aprovechando el genio, la
popularidad y el esfuerzo de Agustín de
Iturbide para separar el mejor reino de
ultramar de la Madre
Patria , elevar al trono del nuevo Imperio a su creador y luego traicionarlo, echarlo del país,
acosarlo por Europa, traerlo de nuevo al país para asesinarlo sin ningún
juicio. (14)
Pasaron los meses y solamente se había formado la Junta Provisional
Gubernativa con la presidencia de Iturbide, mientras se resolvía el traslado al
nuevo país, de algún príncipe europeo que aceptara la corona, desde luego,
nadie aceptó por las razones de ilegalidad que privaban. Por fin se constituyó el Congreso con
individuos de varios partidos, EL 24 DE FEBRERO DE 1822.
A poco llegó a la capital del nuevo país la noticia del rechazo de la Corona Española al
Tratado de Córdoba, esto provocó la efervescencia prevista por las logias
masónicas. El partido iturbidista (Nacional Mexicano) era el más numeroso pero
sin cohesión entre los miembros, en cambio los partidos opositores: Borbonista,
Republicano Progresista (Liberal), apoyados por
la Masonería
internacional, hicieron un frente común
contra el Plan de Iguala y sus Tres
Garantías, por ser un Plan
eminentemente católico.
Para evitar los propósitos de los liberales, el Partido Iturbidista se
les adelantó, por decirlo así, proclamando a Agustín I como emperador, esto
sucedía el 18 de mayo de 1822 cuando el oficial Pío Marcha al frente de un
corto número de militares se presentó frente a la casa que ocupaba Iturbide. De
inmediato se congregó una muchedumbre que fue creciendo hasta hacerse un
auténtico movimiento popular, el pueblo de la capital deseaba a Iturbide como
su gobernante. Los congresistas, en su mayoría, se reunieron en su sede el 19
de mayo y el 21 de mayo siguiente proclamaron a Agustín de Iturbide como Emperador
de la América Mexicana.
Iturbide aceptó el título de Emperador jurando estar bajo una
constitución masónica, grave error porque su poder quedó atado por el Congreso,
donde ya se formaba el PARTIDO LIBERAL, invento de las Logias masónicas,
presionó con su fuerza internacional, para hacer imposible su gobierno. El
reinado de Agustín I duró solamente10 meses, del 19 de mayo de 1822 al 23 de
marzo de 1823, el Partido Liberal Internacional
había destruido el primer y único gobierno nacional independiente que ha
existido en la historia de México.
El historiador A. Gibaja y Patrón asienta en el Capítulo XXV del TomoII
de su Obra “Las Revoluciones Sociales de México” lo siguiente que copio a la
letra:
“Uno de los primeros cuidados
del señor Iturbide luego de que se eligió Emperador, fue enviar a los Estados
Unidos del Norte un ministro plenipotenciario para que promoviese el
reconocimiento de la independencia de México y de la nueva dinastía
imperial………el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos así como tenían
fuertes simpatías para reconocer la simpatía la independencia de los nuevos estados americanos, (todos republicanos), y de entrar en relaciones con ellos (ellos mismos los habían
promovido), no disimulaban su disgusto al
ver levantarse en el país vecino una monarquía, cuyo principales apoyos serían
un ejército formidable (más de 50 mil efectivos) y el influjo del clero católico, elementos
corrosivos para los países” libres y republicanos”.
“Lo que le repugnaba al gobierno de los
Estados Unidos, no era tanto, la monarquía establecida en un país americano, ni
el influjo del ejército y del clero, sino lo que le estorbaba, era el
establecimiento de un gobierno puramente
nacional mexicano, a quien no tenía bajo sus órdenes para que le sirviese
incondicionalmente”
El Imperio no había salido de
las manos del gobierno de los Estados Unidos, sino de los propios mexicanos
fieles a su religión católica, y a sus
tradiciones novohispanas, encabezados por quien los debía haber gobernado, don
Agustín de Iturbide quien dando el golpe maestro para ello, aprovechó el
momento y circunstancias políticas que se presentaron en 1821.
La guerra de los poderes que guiaban el “Destino Manifiesto
angloamericano” no tardó en producirse. El levantamiento del Plan de Casa-Mata
iniciado por Antonio López de Santana e instigado por el gobierno del
presidente James Monroe a través de sus agentes en México, hizo caer del trono
al Emperador, fue expulsado con su familia a Italia donde no pudo vivir
tranquilo, pues era acosado constantemente por las logias en la prensa
italiana, quiso residir en Londres pero, fue instado con engaños en Londres a
regresar a México, al desembarcar en la costa de Tamaulipas fue fusilado en el
pueblo de Padilla, Tamaulipas el 19 de julio de 1824. Sus restos se encuentran
actualmente (2008) en la
Capilla dedicada a San Felipe de Jesús, primer santo
mexicano, en la
Catedral Metropolitana de la ciudad de México.
El historiador don Lucas Alamán quien no era muy afecto a Iturbide, se
expresa de él como uno de los dos mejores hombres que había dado la América ; el otro: Simón
Bolívar.
Las últimas palabras de don Agustín ante el pelotón que lo llevó a la
muerte fueron:
“Mexicanos, en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la
patria y a observancia de nuestra santa religión católica, ella es quien os ha
de conducir a la gloria, Muero por haber venido a ayudaros, muero con honor….”
LUIS OZDEN.
27 de
septiembre de 2009.
CITAS Y NOTAS:
(1) Los Estados Unidos, Francia e Inglaterra; quienes con una ambición
sin límites, intentaban repartirse las posesiones de la Corona Española en
América, aprovecharon las maniobras de Napoleón contra España para revolucionar
los Reinos de ultramar. Estas tres potencias actuaban entre los “ilustrados”
hispanoamericanos y peninsulares, a través de las sociedades secretas o Logias
masónicas, cuyo centro mundial del mando ideológico estaba en la ciudad de
Charleston, puerto fundado por los ingleses en el siglo XVII justo en el
paralelo 33 latitud norte, Carolina del sur, U.S.A. L. Pérez de León, “Apuntes sobre El Destino
Manifiesto”
(2) “El poder legal de las Cortes estaba sometido
a otro más absoluto y esencialmente revolucionario. Se habían organizado las
sociedades llamadas patrióticas, que venían a ser el órgano público de las
secretas, así como la
Guardia Nacional era su fuerza armada, eran un remedo de los
clubes que se formaron en Francia a principios de la Revolución ”. A.Gibaja y
Patrón, Tomo II, pag. 241.
(3) “El Partido Liberal es la forma política que
contiene la filosofía, la ciencia y la moral de la Masonería , aplicándolas
a la organización de los pueblos, con la tendencia a formar un solo gobierno
universal. O más sencillamente puede decirse: El Partido Liberal es la forma
política del judaísmo”. “Las Revoluciones sociales de México”, A. Gibaja y
Patrón, Tomo I, Cap. I, pág. 2, año 1920,
Ed. 1973.
(4)
Las órdenes y las noticias entre los
hermanos masones, tanto extranjeros, peninsulares y novohispanos corrían
entre los centros de comerciantes, militares e intelectuales de Charleston,
Nueva Orleáns, La Habana
y Veracruz. “Apuntes sobre el Destino Manifiesto”, L. Pérez de León. 1998.
(5) El acucioso investigador de la Masonería D Antonio
Gibaja y Patrón, asienta en el II tomo de su
Obra: “Las Revoluciones sociales de México”, la declaración del general
Dávila: “Señores, ya ustedes me han obligado a proclamar la Constitución. Esperen ahora, la independencia de la Nueva España , que
será el resultado de todo esto”.
(6) Existe en el
Archivo de Indias de la ciudad de Sevilla un buen legajo de cartas escritas por
don Luis de Onís, Plenipotenciario de la Corona Española en Estados Unidos
quien por más de diez años, informó con el nombre de “Correspondencia secreta”,
a los virreyes de Nueva España y a los
gobernadores de Cuba, de todo el tejemaneje de los presidentes de ese país
apoyando las insurrecciones de los liberales y de la confección de un mapa
trazado, sobre la información geográfica que obtuvieron del masón Barón de Humbolt, y este, de los
ingenieros del Colegio de Minería de la ciudad de México. “Apuntes sobre el Destino Manifiesto” L.
Pérez de León, 1998.
(7) “Apuntes sobre
el Destino Manifiesto”, L. G. Pérez de León.
(8) Cuando el 22 de
febrero de 1819 se firmó en Washington entre el Ministro Plenipotenciario de
España don Luis de Onís y el secretario de los Estado Unidos John Q. Adams, el
tratado de límites entre esa nación y la Nueva España ;
quedaron demarcados, desde la desembocadura del río Sabina en el Golfo de
México hasta los 42 grados de latitud en
la costa del Pacífico. A. Gibaja y
Patrón, Tomo II
(9) El conde de
Aranda, ministro del rey Carlos III, y por orden real, firmó en el Palacio de Versailles en Francia,
el Tratado de Paz y cooperación comercial entre España, Francia e Inglaterra; a
las que se auto agregó la naciente república norteamericana para legalizar,
ante esas potencias, su independencia y libre comercio con las naciones más
importantes de ese tiempo. Aranda escribió una carta profética al rey de
España: “…me limitaré a lo que nos ocupa
sobre el temor de vernos expuestos a los peligros de que nos amenazan de parte
de la nueva potencia que acabamos de reconocer, en un continente en que no
existe ninguna otra en estado de contener sus progresos. Esta república federal
ha nacido pigmea por decirlo así, y ha tenido necesidad de apoyo y de las
fuerzas de dos potencias tan poderosas como la España y la Francia, para
conseguir su independencia. Vendrá un
día que será un gigante, un coloso temible en esas naciones. Olvidará entonces
los beneficios que ha recibido de nosotros, y no pensará más que en su
engrandecimiento. La libertad de conciencia…… atraerá a gente de todas las
naciones…….. el paso primero de esta potencia será apoderarse de las Floridas
para dominar el Golfo de México…….¿Cómo podremos, pues, esperar que los
americanos respeten el reino de la Nueva España, cuando tengan facilidad de apoderarse de este
rico y hermoso país….?. Apuntes sobre el “Destino Manifiesto
Angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.
(10)”Apuntes sobre
el Destino Manifiesto angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.
(11) ” Apuntes
sobre el Destino Manifiesto angloamericano”, Luis G. Pérez de León R.
(12) Asienta en su
Obra Don Lucas Alamán en su “Historia de México” tomo V, pág. 103.
(13) Apuntes sobre
el “Destino Manifiesto Angloamericano” Luis G. Pérez de León Rivero. Los tratados de
Córdoba eran ilegales porque O´Donojú no llevaba su título de Virrey firmado
por el rey Fernando VII, sino por las Cortes de Cádiz, no reconocidas por el
monarca. Todas las naciones salidas del Imperio Español obtuvieron su
independencia ilegalmente y fueron siendo reconocidas ya muy tardíamente por la
reina Isabel II, hija de Fernando VII..
(14) “Apuntes sobre
el Destino Manifiesto Angloamericano” Luis G. Pérez de León.
excelente publicacion
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