ETAPAS EN LA
VIDA DE PEDRO DE ALVARADO
JEREZ DE LOS CABALLEROS es una antigua villa ascendida al rango de
ciudad por el emperador Don Carlos en el siglo XVI. Situada en un antiquísimo emplazamiento de
origen probablemente fenicio de la provincia de Badajoz, muy cerca de la actual
frontera con Portugal perteneciente a la autonomía de Extremadura. Por su
altitud sobre el nivel del mar a 505 metros sufre los inviernos muy fríos.
Decíamos que su origen es
probablemente fenicio por las raíces etimológicas de su nombre, ellos la
llamaron CERET, aunque también hay algunos que creen en su origen romano y la
relacionan con la diosa Ceres.
En la época de la dominación
romana se llamó FAMA IULIA y debió ser un pueblo bastante habitado, comunicado
con dos ciudades importantes Itálica y Emérita Augusta por la VIA DE LA PLATA..Este nombre no
por el metal precioso sino por ala voz PLATEA, que significa Vía ancha o
importante.
De la época visigoda existen
algunos hallazgos de lápidas e inscripciones
del año 556 d. C.
Los musulmanes llamaron a esta
villa XERISA O XERÍS y no cabe duda de que fue ciudad importante, pues varios
cronistas árabes la describen como una de las poblaciones más importantes de Extremadura.
De esa época no quedan restos arquitectónicos importantes a parte de la Alcazaba , muy remozada
posteriormente.
En 1230 fue reconquistada por el
rey Alfonso IX de León y la cedió en Encomienda a la Orden del Temple en
recompensa por su valiosa ayuda. Los jerarcas de la Orden la llamaron XERE
EQUITUM y la hicieron su capital. La gente del pueblo comenzó a llamarla JEREZ DE LOS CABALLEROS.
Con el Temple comienza una
repoblación y engrandecimiento de la comarca, siendo de esa época la
constitución del “bailiato” o encomienda como lo demuestran los documentos que
quedan de aquel tiempo.
Durante el gobierno templario se
construyeron varios templos y edificaciones religiosas y militares, como el
Castillo con su torre.
Cuando la Orden fue disuelta en 1312
por el Papa Clemente V, las posesiones del Temple fueron reclamadas por la Corona. Los templarios de la
comarca y particularmente de Xerez de los Caballeros se negaron a entregar sus
posesiones, se hicieron fuertes en el Castillo pero fueron finalmente vencidos,
apresados y todos ellos degollados. La sangre corrió a tal grado que tiñó de
rojo las muros y pisos de la
Torre , desde entonces, llamada la TORRE SANGRIENTA.
En 1326, el rey Enrique II de
Castilla primero de la dinastía Trastámara y antepasado de DOÑA ISABEL LA CATÓLICA ; donó la
encomienda a la ORDEN DE SANTIAGO, aunque esta Orden la tomó a su
cargo desde 1370.
Con todos estos antecedentes
vamos a entender porqué la familia de los ALVARADO iba a estar muy ligada a
esta Orden y porqué DON PEDRO DE ALVARADO vestía con gran orgullo una capa de
su tío Juan de Alvarado caballero de Santiago. Con el tiempo, el mismo don
Pedro reclamaría para sí la
Comendaduría de Santiago. También podemos conjeturar que la
familia ALVARADO se habría asentado en JEREZ DE LOS CABALLEROS desde el siglo
XIV proveniente de CANTABRIA donde tiene su asiento más antiguo este apellido.
SU NACIMIENTO (1485)
Pedro de Alvarado y Contreras era
nieto de Juan de Alvarado Comendador de Hornachos, de la Orden de Santiago y de
Catalina de Messía. De este matrimonio nacieron: Juan de Alvarado (Suárez de Moscoso), tío de Pedro y Gómez su padre, quien en Leonor de Contreras tuvo 12 hijos.
LOS HERMANOS ALVARADO
(1485-149…)
La
familia Alvarado provenía de Cantabria y tal vez llegaran sus antepasados en el
siglo XIV, cuando se asentaron los caballeros de la Orden de Santiago en
sustitución de la Orden
del Temple, en la época de los primeros reyes Trastámara.
De
los numerosos hermanos Alvarado
tenemos las siguientes noticias:
Sara (gemela de Pedro), Jorge,
Gonzalo, Gómez, Juan, Diego, Francisco, Hernando, Leonor, Isabel y Catalina.
Un
hermano bastardo, Juan de Alvarado el viejo, y un sobrino Juan de Alvarado el mozo.
El
historiador Joaquín García Icazbalceta en su libro “Opúsculos y Biografías” da los siguientes datos acerca de los
hermanos Alvarado:
Jorge de Alvarado pasó a América con sus hermanos y con ellos se alistó
en las banderas de Hernán Cortés, a quien sirvió fielmente, y de quien fue muy
estimado. Distinguióse en el ataque contra Pánfilo de Narváez cuando Cortés
venció a este en Cempoala y, al ponerse después cerco a México, fue uno de los
capitanes nombrados por el Conquistador. Ganada al fin la ciudad, salió con su
hermano Pedro a la conquista de Guatemala, luego pasó a México con motivo de la
expedición a las Hibueras. En la capital prestaron pleito homenaje de fidelidad
al gobierno dejado por Cortés en las personas de Salazar y Chirinos,
reconociendo el cargo de Rodrigo de Paz en los asuntos de Cortés. Jorge de
Alvarado era jefe del partido de Cortés y tomó preso al Factor. La victoria de
su partido le valió el cargo de teniente de las Atarazanas el 31 de julio de
1526 y mas tarde asistió al Cabildo como regidor. Cuando tomó el gobierno la
primera Audiencia, fue perseguido y despojado de sus bienes. Había casado con
una hija del tesorero Alonso de Estrada y Marina de la Caballería , y por
muerte de aquel heredó el cargo de Tesorero Real. Una de sus nietas casó con el
autor del “Peregrino indiano” don
Antonio de Saavedra Guzmán. Jorge de Alvarado murió en Madrid en 1540 mientras
hacía diligencias para obtener reconocimiento a sus hechos.
Gómez de Alvarado paso
con Pedro a Nueva España durante la Conquista , fue regidor del Cabildo en 1528. Pasó
luego con su hermano Pedro al Perú, donde se unió al partido de Almagro, fue
hecho prisionero en la batalla de Salinas por Francisco Pizarro quien lo liberó
a él y al hijo de Almagro. Se retiró a Lima donde vivió hasta la llegada del
virrey Vaca de Castro de quien fue capitán de caballería. Participó en la
batalla de Chupas que costó la vida al hijo de Almagro. Se estableció hasta su
muerte en el Perú.
Diego de Alvarado también pasó al Perú en la malhadada expedición de
Pedro, junto a su hermano Gómez abrazó el partido de Almagro, pero mientras
quedó custodio de Hernando Pizarro hizo mucha amistad con él, jugando a los
naipes perdió una fortuna en oro. Sin embargo se cuenta que por la simpatía con
Hernando influyó para que Almagro le perdonara la vida. Cuando Francisco venció
y dio muerte a Almagro condonó la deuda a Diego de Alvarado. En España se
encontraron Diego y su antiguo amigo Hernando Pizarro, al frente de sus
respectivos partidos contrarios, entre almagristas y pizarristas, éstos
estuvieron a punto de un duelo pero Diego murió sospechosamente poco antes.
Gonzalo de Alvarado sirvió muy bien en la conquista de Nueva España, se
avecindó en México, obtuvo asiento de ovejas el 3 de junio de 1527, y huerta el
28 de mayo de 1528. Desde junio de 1527 según consta en las actas del Cabildo, desde
el 21 de junio de 1527 asistió al Cabildo como regidor. Fue a Guatemala con su
hermano Pedro y, pobló de nuevo en 1536 en la ciudad e Gracias a Dios, desde
entonces se pierden sus noticias.
Juan de Alvarado era rico propietario de varias haciendas en la provincia
de Michoacán. El la localidad de Tiripitío se encontraron Pedro de Alvarado y
el virrey Antonio de Mendoza para firmar los acuerdos donde Pedro se
comprometía a participar en la conquista de Nuevo México en compañía de
Francisco Vázquez de Coronado. Juan de Alvarado, también es mencionado como
albacea en el testamento que otorgó Pedro poco antes de morir, pues quería ser
enterrado en el Monasterio agustino que la familia Alvarado había mandado
construir en Tiripitío.
Leonor de Alvarado casada con el conquistador Alonso de Ávila fue madre
los infortunados jóvenes Alonso y Gil González de Ávila, decapitados en la
ciudad de México en 1566 por ser cómplices de la célebre conjura del segundo
Marqués del Valle don Martín Cortés y Ramírez de Arellano.
Juan de Alvarado “el viejo” y Juan
de Alvarado el mozo son nombrados por Bernal Díaz del Castillo en su “Verdadera Historia de la Conquista de Nueva
España”
Juan de Alvarado “el mozo” sobrino del Adelantado se distinguió en la conquista de la Nueva Galicia en el ejército de
Cristóbal de Oñate.
LLEGADA A AMÉRICA Y
CONQUISTA DE CUBA (1510-1518)
Parece ser que el traslado de los
hermanos Alvarado al Nuevo Mundo se debió a la llamada de Juan de Alvarado, tío suyo asentado en la isla La Española desde principios
del siglo XVI, lo cierto es que en 1510 ya estaban como colonos Pedro, Jorge,
Gonzalo, Hernando y Gómez, pues se ha encontrado en el Archivo General de
Indias el documento de Juan de Alvarado que asienta el permiso para viajar a
Santo Domingo y reunirse con sus hermanos.
En la villa de Azúa vivía ya como
escribano el futuro conquistador Hernán Cortés, ahí también eran conocidos los
hermanos Alvarado, de entre ellos sobresalía la personalidad de Pedro, quien
según el cronista Fray Juan de Torquemada, aquel “traía un sayo y capa que le había dado en Badajoz su tío don Juan, que
era del hábito de Santiago”, y que
el lucía en las solemnidades mas destacadas. El uso de esta prenda, le valió
una reprensión por parte del gobernador de la Isla don Diego Colón, por no pertenecer Pedro a la Orden. Con el tiempo luciría la
encarnada Cruz con orgullo y se dejaría retratar con ella en el pecho.
Para agregarla a su Virreinato,
Diego Colón había comisionado a Diego Velásquez, rico colono, armar una
expedición a la isla de Cuba, conquistarla y colonizarla. Esto entusiasmó a
muchos colonos entre los que se encontraban Hernán Cortés y los hermanos
Alvarado, Diego de Ordás, Juan de Grijalva, Pánfilo de Narváez y otros que
luego serían protagonistas en la conquista del reino de Moctezuma.
En 1513 Pedro de Alvarado recibió
en premio a sus servicios, el grado de Capitán con derecho a tributos de los
jefecillos indios y con derecho a disponer mano de obra para sus estancias, a
cambio de ocuparse de su evangelización.
Como vecino rico de la villa de
Trinidad y capitán de la Corona ,
Pedro comenzaba a ver, a sus 30 años de edad, que la fortuna le sonreía y sus
expectaciones de emigrar al Nuevo Mundo para ganar riqueza y honra comenzaban a
hacerse realidad.
En 1518, al año siguiente de la
fracasada expedición de Francisco Hernández de Córdoba, Diego Velásquez gobernador de Cuba, organizó una armada al
mando de uno de sus parientes: Juan de Grijalva, para reconocer la “isla” de
Yucatán y encontrar otras tierras o islas ya vistas por expediciones
anteriores, como las de Juan Díaz de Solís y Vicente Yánez Pinzón en 1506 y la
de Vasco Núñez de Balboa en 1511. Los capitanes de las 4 naves enviadas por el
gobernador de Cuba serían el propio Grijalva al mando de la Armada , Pedro de Alvarado,
Francisco de Montejo y Alonso de Ávila.
ALVARADO DEMUESTRA SU AUDACIA
Juan de Grijalva descubrió la
isla de Cozumel que llamó de Santa Cruz, y luego siguió costeando Yucatán hasta
la laguna de Términos en tierras de Tabasco, donde su piloto Antón de Alamitos
creyó que terminaba la “isla” de Yucatán, siguieron costeando hacia el norte
cada capitán al mando de una nave.
Un incidente vino a encrespar los
ánimos de los expedicionarios y fue provocado por el propio Alvarado que, sin
autorización de Grijalva, se internó con su nave en una boca amplia sobre el
litoral. Fue precisamente en esta ocasión cuando mostrando su carácter
impulsivo y aventurero se introdujo en el río de Las Mariposas creyendo haber
encontrado un brazo de mar haciendo esperar varios días a sus compañeros.
No será la única vez que Alvarado
adopte esta actitud que repetirá con Cortés a lo largo de la Conquista.
En todos sus actos antepondría su
audacia a la prudencia, SIEMPRE DESAFIANDO EL PELIGRO, SIN IMPORTAR EL RIESGO,
DEMOSTRANDO EN TODO MOMENTO UN VALOR QUE HARÁ DE ÉL UN CAPITÁN ADMIRADO POR SUS
SOLDADOS. El hecho le valió que en lo sucesivo los expedicionarios llamaran a
ese río: “El río de Alvarado”. Actualmente un pequeño y bonito puerto fluvial
se llama Alvarado.
Pedro de Alvarado se adelantó a
los otros tres barcos y llegó a Cuba muchos días antes que la Armada. La razón de su
proceder, no se esclarecido del todo. Aparte de las discusiones entre los
historiadores sobre las razones del regreso prematuro de Alvarado a Cuba, el
hecho es que, una vez más, había ignorado la disciplina demostrando su carácter
alevoso e independiente. Llegado a la
Isla cubana, relató lo que Bernal Díaz del Castillo asienta “estaban todos espantados de las ricas
tierras que habíamos descubierto”
Pedro de Alvarado vuelve a mostrar su carácter impulsivo,
indisciplinado e independiente en la
Armada que comandaba Hernán Cortés como tercera expedición a
las tierras de lo que sería México. Cuando las naves de Cortés llegan a la Isla de Cozumel, se
encuentran con la nave de Alvarado recalada en su litoral. Se entera el Capitán
que los hombres de Alvarado han entrado en el pueblo, han tomado las gallinas,
los ornamentos de su templo y a dos indios y una india que no habían podido
huir. Cortés reprende a Pedro diciéndole:
“No se habían de apaciguar las tierras de aquella manera, tomando a los
nativos su hacienda”
Le mandó devolver el oro, libertó a los indios y le mandó
pagar por lo comido. Esta primera acción civilizadora granjeó a Cortés la
confianza de los indios. Y aquí, comenta Bernal “comenzó Cortés a mandar muy de hecho”.
Las guerras con los indios
tlaxcaltecas dieron lugar al lucimiento de Alvarado, quien era tratado por
Cortés como su segundo en el mando, todos los expedicionarios le tenían por
tal, por su valor y personalidad, por sus dotes militares y por la confianza
que en él depositaba Hernán Cortés, quien incluso se preocupaba por resaltar su
importancia entre los indígenas. Así por ejemplo, cuando en Tlaxcala le fue
ofrecida al Conquistador la hija de Xicotencatl, éste la cedió a Alvarado
explicándole al cacique “que aquel a
quien se la pasaba era su hermano y su capitán de confianza, y que lo hubiese
por bien…”
Después de varias batallas, los tlaxcaltecas por fin se dieron por
vencidos, sus 4 caciques principales acordaron aliarse con Cortés y sacudirse
el yugo de los crueles mexicas, quienes desde antaño los tenían cercados por un
muro, rodeando sus tierras frías y pobres, sin sal, algodón y otros productos
necesarios para la vida. Como de buen grado NO aceptaban el vasallaje, los
mexicas hacían periódicas incursiones entre ellos para llevarse prisioneros e
inmolarlos a sus dioses.
Entre el 18 y 23 de septiembre de
1519, los cuatro caciques ya convencidos de la ventaja de aliarse a Cortés,
abrieron las puertas de Tizatlán, su ciudad principal, y recibieron en son de
fiesta a los expedicionarios y sus aliados cempoaltecas. A nombre de esos
cuatro caciques, el más viejo y casi ciego Xicoténcatl, hizo saber a Cortés que
los jefes habían acordado darle sus hijas en matrimonio a él y a los
principales capitanes “Para que sean
vuestras mujeres y hagáis generación, porque queremos teneros por hermanos”,
presentando su hija al capitán le dijo: “Malinche,
esta es mi hija, y no ha sido casada, que es doncella, tomadla para vos.
Junto a ella les ofrecieron
cuatro muchachas más, “hermosas
doncellas, y para ser indias eran de buen parecer” relata Bernal Díaz. Sus
nombres los da en historiador José Luis Martínez pero en nuestro idioma son
impronunciables.
Por consejo del padre Bartolomé
de Olmedo, Cortés desistió de evangelizarlas antes de bautizarlas, luego,
fueron entregadas; Tecuiloatzin bautizada como Luisa a Pedro de Alvarado,
a Juan Velásquez de León fue entregada la más hermosa que se llamó Elvira, las
tres restantes fueron repartidas entre Gonzalo de Sandoval, Cristóbal de Olid y
Alonso de Ávila.
Doña Luisa, fue mujer fiel de Pedro
de Alvarado, lo acompañó desde entonces en todos los peligros a que Pedro
estuvo expuesto. Sobrevivió con él en la llamada Noche Triste, en la conquista
de Guatemala y en la expedición al Perú, y le dio, además sus dos hijos
preferidos: Pedro y Leonor; ésta
casada con Francisco de la Cueva
y con dilatada descendencia. (1)
Los cuatro señores de Tlaxcala
fueron ahijados de Cortés, Alvarado, Sandoval y Cristóbal de Olid. Sus nombres
cristianos fueron Vicente, Lorenzo, Bartolomé y Gonzalo.
En cuanto a Alvarado, su personalidad
no pasó inadvertida a los indios tlaxcaltecas, por su cabellera y barba rojas,
sus ojos verdes y su rostro brillante lo compararon con el sol dándole el
apelativo de Aton-A-tiuh,
“Resplandeciente como el sol”, mote que llevó siempre entre los indígenas.
Desde Tlaxcala, Cortés pensó
enviar a Pedro de Alvarado como su embajador ante Moctezuma, idea que Alvarado
aceptó gustoso, sin embargo los caciques aconsejaron no hacerlo, pues los
mexicas insistían que fuera sin escolta. Seguramente nunca hubiera vuelto a ser
visto con vida.
Sin embargo la embajada sí se
concretó. Aprovechando el regreso de los embajadores de Moctezuma, Cortés
ordenó a Bernardino Vázquez de Tapia que acompañara a Pedro y llevar un regalo
al Gran Tlatoani y sobre todo, para observar la gran ciudad y a su señor. (2)
Los mensajeros mexicas los
llevaron hasta Texcoco, allí los recibieron Chimalpopoca, hijo de Moctezuma y
Cuitláhuac su hermano. Pero el Gran Cacique no quiso verlos, ni que entraran en
la ciudad, solo aceptó los regalos y la descripción de cómo eran esos
extranjeros.
“Uno de ellos era de muy linda
gracia, así en el rostro como en la persona” y lo llaman Atonatio como el sol”
UN CID CAMPEADOR
AMERICANO (1520-1522)
Por su natural temeridad, Pedro
de Alvarado participó activamente en todas las batallas, celadas y escaramuzas
que se sucedieron entre su salida de Tlaxcala y en la última batalla contra el
poder mexica el 13 de agosto de 1521.
Alvarado siempre en primera línea
y con comisiones de alta responsabilidad, no eludió nunca el peligro ni la
dureza rayana en la crueldad cuando se trataba de la guerra. Él estaba
perfectamente convencido de que cuando se guerreaba era para salvar la propia
vida, y que para escarmentar a aquellas multitudes de paganos era indispensable
amedrentados por la fuerza, que entre
ellos no existía ni la sombra de la caridad cristiana ni de la lealtad hacia la
palabra empeñada.
A los indios había que enseñarles
la espada para ganarse su respeto. Ellos podían asegurarte una cosa un día y
cambiar de pronto su parecer sin ningún remordimiento. Bernal Díaz del Castillo
lo afirma muchas veces en su Relación. “Teníamos
siempre la barbilla al hombro y el arma en la mano”.
Esa, era la actitud de Moctezuma,
según los cronistas, y los hechos lo demostraron. Ni Cortés ni ninguno de sus
capitanes podía confiar en las palabras de los indios, los españoles eran un
exiguo puñado en aquel mar de pueblos desconocidos e incomprensibles. Cualquier
descuido o exceso de confianza se pagaría irremediablemente con la vida, para esa empresa conquistadora eran
necesarias; la fe en Dios, la mente
fría, la inteligencia, la prudencia y la fuerza de las armas.
DIOS GUÍA LOS ACONTECIMIENTOS, PERO EL HOMBRE HACE SU PARTE, Y SI ÉSTE
SE EQUIVOCA, PAGA LAS CONSECUENCIAS.
Leyendo a los cronistas y
atendiendo al papel de Alvarado, vemos que siempre antepone la fuerza y la
temeridad en sus acciones y que tiene la capacidad de salir siempre bien
librado, al menos suficientemente entero para seguir en la lucha. Estará en
todas las acciones cooperando con su jefe de forma brillante y eficiente. Hasta
el fin de la guerra con los mexica así se comportó, pero anteponiendo su
lealtad hacia Cortés, su jefe. Después de aquel gran acontecimiento, la caída
de Tenochtitlán, Pedro de Alvarado se forjará su fama y honra por sí mismo.
Apoyado en toda circunstancia por sus queridos hermanos, sobre todo Jorge,
Gonzalo y Juan.
En este trabajo solamente
trataremos brevemente unos hitos que han pasado a la historia como de su entera
responsabilidad.
EL TEMPLO MAYOR DE
LOS COLHUA
En ausencia de Hernán Cortés,
cuando éste tuvo que dejar una pequeña guarnición al mando de Alvarado para hacer frente a la
expedición punitiva contra Pánfilo de Narváez; se vivía una atmósfera de
inquietud y desconfianza, en el palacio de Moctezuma.
Pedro de Alvarado percibió el
peligro en que se encontraban, rodeados de múltiples escuadrones de indios
guerreros, con muy pocos aliados nativos, y
justamente en el asiento de la cabeza de la serpiente. Prácticamente, todos
los cronistas de la
Conquista tratan este capítulo de la historia; pero de modo
diferente, y hasta discordante. Para
rastrear la verdad histórica debemos tratar de buscarla en la razón natural de
los acontecimientos.
Según varias versiones
coincidentes; las de Francisco López de Gómara, Bernal Díaz del Castillo y
Bernardino Vázquez de Tapia, asientan que los caciques preparaban la fiesta
religiosa en honor de sus dioses Huichilobos y de Tezcatlipoca del mes de
tóxcatl (mayo)….(3), y pidieron a Alvarado (custodio de Moctezuma) poder
celebrarlo, éste se los concedió,
deseoso de saber cómo era ese gran areito.
Según una versión tomada de la
crónica de Fernando de Alva Ixtlixóchitl; los tlaxcaltecas avisaron a Pedro de
Alvarado que los sacrificadores tenían a uno de los suyos en su Templo Mayor
para inmolarlo, y que terminando la danza ritual en el patio o plaza del templo,
caerían innumerables escuadrones sobre los españoles custodios de Moctezuma.
Hemos de recordar que
precisamente en esa fecha, las víctimas de los sacrificios humanos que se
ofrecían eran principalmente tlaxcaltecas.
Pero hay una descripción muy
detallada del hecho, aparece en el llamado Códice
Ramírez, que no es más que un fragmento de la obra “Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según
sus historias”. Llamado Manuscrito Tovar, completado con el “Tratado de ritos y ceremonias etc…” de
autor anónimo.
Sin embargo, Alva Ixtlixóchitl
aclara en su “Historia de la nación
chichimeca”:
“ciertos tlaxcaltecas… por envidia,… tenían la mejor ocasión para poder
henchir las manos de despojos y hartar su codicia y vengarse de sus opresores,
fueron con esta invención al capitán que estaba en lugar de Cortés, el cual NO
FUE MENESTER MUCHO PARA DARLES CRÉDITO…….”
Las situaciones trágicas en la Historia , se componen de
varios o muchos ingredientes que suelen entremezclarse dando por resultado un
estado de confusión, de poca o nula claridad. Entre estos ingredientes está el TEMOR dominando sobre todas las
demás.
El desconocimiento de las fiestas indígenas,
su realidad mágica e indefinible, el apremio de los expedicionarios por las
actitudes ambiguas de Moctezuma, el hecho de la reposición de los ídolos en vez
de la Cruz y la
imagen de la Virgen María
dejada por Cortés en el Templo, y reclamada a Moctezuma por Alvarado, además de
la realidad indiscutible del exiguo número de españoles con pocas armas; aunado
a la natural codicia de los tlaxcaltecas que describe Alva Ixtlixóchitl ;
provocó el golpe de mano con que Alvarado creyó detener el ataque inminente,
escarmentando, de paso, al Gran Tlatoani.
Es de hacer notar que entre los muertos no se encontró ninguno de los
principales caciques, de los parientes inconformes con Moctezuma y que
pretendían suplantarlo en el gobierno.
La matanza de los guerreros colhuas
supuestamente desarmados y la fuerte personalidad de Alvarado salvaron
momentáneamente la situación. Los dirigentes guerreros y los ancianos colhuas
permanecieron a la espera de tomar alguna estrategia para realizar el
levantamiento definitivo.
En tanto Cortés vencedor de Narváez regresaba apresurado a socorrer a los
sitiados, ya se cernía la desgracia entre los colhuas y los españoles por
igual. Las epidemias, la muerte y el correr de la sangre no tardarían en
presentarse con mayor crudeza.
La muerte de Moctezuma, la
rebelión general de los mexicas, la salida de Cortés huyendo hacia la orilla
más próxima y la serie de todos los acontecimientos por venir, que ya sean
tratado en otras ocasiones, no los expondremos ahora. Solamente nos
concretaremos a la persona del futuro Adelantado de Guatemala.
EL “SALTO DE
ALVARADO”
El 30 de junio de 1520 por la
noche, Cortés decide la salida de todos los españoles, sus aliados
tlaxcaltecas, totonacas, los documentos y todo el bastimento que llevaban. Un
soldado llamado Blas Botello, nigromante o astrólogo, había predicho que si en
aquella noche no salían todos de Tenochtitlán, perecerían; él mismo fue uno de
los cientos que murieron.
El historiador José Luis Martínez
escribe en su libro “HERNÁN CORTËS”:
“Hacia la medianoche y con fuerte lluvia comenzó la retirada por la
calzada de Tlacopan. La columna constaba de unos siete u ocho mil hombres de
los cuales unos mil trescientos eran españoles. La vanguardia, al mando de
Gonzalo de Sandoval, y el centro con Hernán Cortés, la artillería y (los
regalos de Moctezuma), los prisioneros y las mujeres, lograron mas o menos
llegar a la orilla de la laguna utilizando un puente portátil”
Pero la retaguardia al mando de
Pedro de Alvarado y Juan Velásquez de León
encontró destruido el puente que unía la Isleta de Meshico con la
calzada por donde habían pasado los primeros. Ahí los esperaban los escuadrones
de guerreros colhuas para darles batalla. La lucha fue a muerte, como la cuenta
Bernal Díaz, uno de los que formaban ese contingente, salvándose solo aquellos
más diestros y ligeros, que habían abandonado el tesoro de Moctezuma, excepto
sus espadas. Los aliados tlaxcaltecas fueron determinantes en la salvación de
la mayoría de los españoles. Bernal, también, relata la alegría que recibieron
los fugitivos al ver llegar sanas y salvas a Doña Marina y a Doña Luisa así
como a las hermanas de Alvarado y las otras 6 mujeres españolas que los
acompañaban.
Sin embargo tres capitanes y sus
contingentes que sumaban un número indeterminado de hombres, pero que
posteriores datos, han sumado en 150 españoles, 45 de ellos de a caballo y unos
2000 indios aliados con las mujeres, fueron impedidos de seguir al contingente
de Cortés, por ceder el puente movible cayendo en el pantano, en ese lugar tuvo una matanza mucho mayor y
sangrienta, hecha por los colhuas, que la efectuada en la plaza del Templo
de Huichilobos, por los traxcaltecas y las tropas españolas de Alvarado.
La tercera parte del ejército quedó atajada en la plaza mayor y más tarde fueron masacrados, sacrificados y
comidos por los colhuas, pues nunca se supo más de ellos. Juan Velázquez de León,
su mujer tlascalteca doña Elvira, Francisco Saucedo y Francisco de Morla fueron
sacrificados en el Templo Mayor mexica.
El único capitán que apareció con vida, aunque mal herido, fue
“Atonatio” quien emergió de aquel sitio entre los gritos de dolor de los
heridos y moribundos, en la penumbra de la madrugada.
NACIÓ ENTONCES LA LEYENDA DE QUE ALVARADO
HABÍA SALTADO MILAGROSAMENTE ASIDO A SU PÉRTIGA, LA DISTANCIA DE MÁS DE 20
BRAZAS, DEL CORTE DE LA
CALZADA.
Pedro de Alvarado nada menciona
de aquel hecho en sus crónicas. Mientras que por siglos el pueblo ha llamado a
esa parte de la calzada “El puente de
Alvarado”.
Es de hacer notar que durante el
regreso de Cortés a Tlaxcala después del desbarato; tuvo lugar de la
Batalla de Otumba,
Alvarado y sus hermanos participaron activamente en las acciones de guerra
hasta la caída del poder mexica. Todos ellos se portaron heroicamente, incluso
hay una nota digna de recordar por su
porte caritativo:
Cuando los desilusionados conquistadores
tuvieron que aceptar que quedaba muy poco oro del tesoro perdido de Moctezuma, Pedro de Alvarado y otros capitanes
propusieron a Cortés que su parte la repartiera entre los soldados que habían
quedado mancos, cojos y tuertos, y otros, que se habían tullido o quemados y a
todos los dolientes se les diera aquel oro, y que los que estaban sanos lo
habrían por bien dado.
La conquista y pacificación de
Tehuantepec ordenada por Cortés, la llevó a cabo con éxito, Pedro de Alvarado,
aunque se le achaca haber procedido con crueldad en su trato con los caciques.
No debemos olvidar que entonces se trataba con paganos muy bárbaros y primitivos.
Una vez ahí, oye de los indios, que más al sur hay tierras ricas y muy
pobladas. En él despertará la ambición por descubrirlas y tal vez gobernarlas.
Guatemala, El Salvador y Honduras
Hacia fines del año de 1523,
Hernán Cortés decidió enviar dos expediciones; una, bajo el mando de Cristóbal
de Olid, partiría de Veracruz rumbo a Honduras; la otra dependería de Pedro de
Alvarado quien, desde la
Capital se encaminaría al la región de Quauhtemalan, capital
del reino cakchikel.
Ente la gente que marchaba con
Alvarado iban tres de sus hermanos; Jorge, Gonzalo y Gómez, dos de sus primos,
Hernando y Diego, los padres Juan Díaz y Juan Godínez, y unos mil aliados
tlaxcaltecas además de tropas colhuas. Llegan a Tehuantepec en enero de 1524,
luego al Soconusco, desde ahí va penetrando en los reinos de los mayas. A su
manera, va castigando a cuanto cacique se le opone metiendo miedo entre todos
ellos que nunca habían visto caballos ni conocían a los españoles.
Alvarado sigue en su conquista muchas de las tácticas de Hernán Cortés.
Hace pactos de amistad con los reinos inconformes, y los cakchikeles va ser en
esa región como los tlaxcaltecas lo habían sido en el Anáhuac.
En un relativo corto espacio de
tiempo, los tres principales reinos de Guatemala habían quedado totalmente
dominados y otros muchos pequeños cacicázgos se sometieron voluntariamente. En
términos generales, durante esa campaña de conquista cumplió con los fines
propuestos por Cortés: El sometimiento
de todos los nativos, el hallazgo de metales preciosos y encuentro del estrecho
entre los dos océanos.
En la última expedición a la
actual Honduras, Alvarado encontró a los sobrevivientes de la malhadada
expedición a las Hibueras. Hernán Cortés ya había partido de regreso a México,
pero entre los que aún andaban por ahí estaba Bernal Díaz del Castillo, quien también
refiere el hecho. Entre 1524 y 1526 sometió extensos territorios y decenas de
poblaciones al dominio de España. Las actuales Guatemala, El Salvador y
Honduras.
VUELTA A ESPAÑA
(1527-1529)
A fines de 1526 Alvarado partió
rumbo a México en compañía de la tropa cortesiana perdida y encontrada en
Choluteca. Dejó en Santiago de los Caballeros a su hermano Jorge como teniente
de Gobernador. Después llegó a la capital de Nueva España donde fue recibido
como héroe. En febrero de 1527 se dirigió a Veracruz para embarcarse a España.
Desembarcó en Sevilla a los dos
meses y medio de travesía. Pero ahí nadie le conocía y sospechando de su
actuación en Las Indias, le embargaron su oro, mientras tanto debía valorar sus
méritos.
La inteligencia, audacia y poder
de convencimiento, así como la gentileza de su persona las empleó a fondo para
salir de sus dificultades. Por una
recomendación se dirigió a visitar a una antigua y poderosa familia de
Úbeda; la familia de don Luís de la
Cueva y su esposa doña María Manrique descendientes del
famoso supuesto padre de la “Beltraneja”, don Beltrán de la Cueva , Duque de
Alburquerque, y emparentados con el poderoso ministro de Carlos V don Francisco
de los Cobos.
Pedro de Alvarado se comprometió con
doña Francisca hija mayor del matrimonio, aunque esto supusiera la marginación
de Luisa Xicoténcatl y sus dos hijos habidos en ella. Casarse con doña
Francisca era un acto de conveniencia pura y simple, pues sus problemas se
resolvieron como por encanto. Su oro le fue devuelto y todos los cargos que le
hacían por sus excesos en la conquista de Guatemala desaparecieron. Se le dio
el nombramiento de Gobernador y Adelantado de Guatemala y las regiones
adyacentes; el tratamiento de DON y el Emperador le envió una valiosa joya y
dote para la novia.
La boda se realizó a principios
de 1528, en julio se embarcaron rumbo a América con un séquito de damas y
caballeros que los acompañarían a su bien ganado feudo. A sus 43 años de edad
Pedro de Alvarado había llegado a la cúspide de su carrera, acto seguido
comenzarían sus fracasos.
Su mujer doña Francisca enfermó
gravemente durante la travesía marítima, llegando a morir en Veracruz en
octubre de ese año. La
Audiencia que desgobernaba Nueva España entonces a cargo de
Nuño de Guzmán se ensañó contra Pedro por ser amigo de Cortés, afloraron cargos
por toda su actuación, sus enemigos lo hicieron una viva encarnación de todos
los vicios y corrupciones del género humano. Alvarado fue retenido en México
sin poder desplazarse a Guatemala. Fue despojado de todos los bienes que traía ya
que, Alvarado, sostuvo siempre su lealtad a Hernán Cortés sin pronunciar
palabra en su contra con amistad a toda prueba para su antiguo capitán.
Entonces don Pedro fue encarcelado, engrillado y sometido a todo tipo de
injurias.
Alvarado soportó casi dos años de
cárcel. Hacia esas fechas, Hernán Cortés que había regresado de España y estaba
detenido junto con su séquito en el convento de Texcoco, también estaba sufriendo
la furia de la 1ª Audiencia.
Cuando la situación de ambos
parecía desesperada llegó la 2ª Audiencia a Nueva España favorable a los dos;
por lo que Alvarado fue soltado, y pudo dirigirse con su séquito a Guatemala
donde ya lo esperaban sus hermanos que se habían adelantado. Ese año se
presentaba al cabildo para ser reconocido como la máxima autoridad. Tuvo que
ejercerla pues el caos reinaba en todas la región por causa de la 1ª Audiencia de
Nueva España que también había llevado el desorden a Guatemala.
En esa época Alvarado imitó
bastante bien a su amigo Hernán Cortés, aflorando en su persona cualidades que
no había demostrado; como administrar y repartir equitativamente las
propiedades de sus hombres, así como levantar rápidamente la nueva Santiago de
los Caballeros. También había convenido con Carlos I la construcción de una
armada para adentrarse en la Mar
del Sur, llevar a cabo descubrimientos e, incluso, tratar de encontrar el
camino hacia las Islas de la Especiería llevar los productos a Europa, y
encontrar la ruta de vuelta a Nueva España, proeza inconcebible hasta entonces.
EL ADELANTADO Y
GOBERNADOR DE GUATEMALA (1529-1541)
Pedro de Alvarado logró por fin
retomar la vara de gobernador de Guatemala en el año de 1531. A partir de entonces
logró pacificar todas las poblaciones de los territorios comprendidos en los
actuales: Guatemala, El Salvador y Honduras, no sin grandes trabajos por las
insurrecciones de los indios, que el Adelantado reprimió duramente sin faltar
actos de crueldad con los caciques desleales. Su autoridad va a ser temida por
todos, incluyendo a muchos españoles.
Para cumplir con las
capitulaciones entre Alvarado y el Emperador, preparaba una enorme Armada a
costa del Adelantado con el fin de descubrir y conquistar las Islas de la Especiería en el océano
Pacífico. Pedro iría al frente de este imponente grupo de expedicionarios. El
23 de enero de 1534 la Armada
compuesta de 10 naves, quinientos españoles, unos doscientos esclavos negros y
más de dos mil indios de Guatemala.
La ruta por él escogida, sería
dirigirse rumbo al sur hasta encontrar las corrientes ecuatoriales ya
descubiertas por Magallanes y Elcano que los llevarían directamente hasta las
Islas Malucas. Aprovechando la cercanía de la costa sudamericana, Alvarado
intenta probar sus fuerzas conquistando algunos territorios aún desconocidos de
los españoles, y el 25 de febrero de ese año de 1534 desembarcan en el puerto
de Caraque, actual costa de Ecuador.
Alvarado expoliado por su
ambición de oro sube a la región de Quito a casi 4 mil metros de altitud,
creyendo en la facilidad de la conquista, a poco se da cuenta de la enorme
magnitud de la empresa. El tiempo pasa y no puede llegar a su meta, fueron casi
siete meses de descalabros, muerte y desgracias de todo tipo, para finalmente, don
Pedro y sus exploradores, encontraron en la región muchas huellas de
cabalgaduras herradas. ¡Otros españoles se le han adelantado! Eran parte de las
huestes de Pizarro, de Almagro y de Benalcázar conquistador de Quito.
Ante la evidencia de su fracaso,
tuvo que vender a Almagro toda su impedimenta y dejar en esos territorios a la
mayor parte de los sobrevivientes. El 26 de agosto de 1534 se ponía fin al
quimérico viaje de Pedro de Alvarado. Es notable que su mujer tlaxcalteca, doña
Luisa y sus hijos, le habían acompañado en la aventura.
Pedro de Alvarado regresó a su
gobernación de Guatemala donde fracasó también como administrador, todo le
salía mal, por lo que se embarcó en el puerto de Caballos de la actual Honduras
para viajar a España con la intención de entrevistarse con el Emperador. Era el
mes de febrero de 1537 cuando llegó a los Reinos de Castilla, en unas
condiciones muy similares a su primer viaje.
Acusado de los excesos cometidos
en la malhadada conquista de Quito, fue a ver a Francisco de los Cobos para
hacer valer sus realizaciones en América, a prometer la construcción de otra
armada para conquistar la
Especiería y a defender los dominios del Emperador. Su buena
estrella y don de gentes le van a dar idénticos buenos resultados que diez años
atrás. Consiguió de Carlos I una prórroga de siete años para seguir siendo
gobernador y justificar su mala actuación anterior.
El parentesco político con el
todopoderoso ministro de los Cobos volvió a resolver todos sus problemas anteriores.
Además contrajo nuevo matrimonio con la hija menor de don Luís de la Cueva , la bella doña Beatriz
25 años más joven que él.
El Cádiz encontró al famoso
marino Andrés de Urdaneta, lo convenció de que lo acompañara a Guatemala y
luego en la preparación de la Armada a las Molucas.
El 17 de octubre de 1538, diez
años después de su primera boda con doña Francisca se repetía con todo boato el
enlace con la familia de la Cueva. Acto
seguido vino la preparación de una nueva oleada de parientes y amigos así como
artesanos de todo tipo que acompañarían al Adelantado en su regreso a Guatemala.
Pero, una sombra de muerte y malos augurios asomó entonces: Entre los viajeros
que se embarcaron en enero de 1539, estaba el joven escribano Baltasar de
Montoya contratado por Alvarado como su secretario privado. Nadie puede imaginarse, entonces, que este
joven hidalgo iba a ser el causante involuntario del fin de la vida del
conquistador.
Sin muchos incidentes, la flota de 19 naves cargadas de gente y
equipajes llegó a Puerto Caballos en la actual costa hondureña del Caribe.
El puerto se encontraba abandonado de los españoles, la desolación fue la
primera impresión de todos sus acompañantes, las cosas empezaban mal. Cinco
meses emplearía en organizar la actual Honduras antes de asumir de nuevo la
gobernación de Guatemala.
Apenas pudo vivir con
tranquilidad, dedicado a la construcción de edificios e iglesias para hermosear
la capital, esta vez, para hacer de ella un centro de la cultura española, con
Universidad y Obispado. Para Pedro de Alvarado su natural inquietud por la
aventura y las batallas, le hacieron cumplir la palabra dada al Emperador de descubrir
la ruta de la Especiería.
Pero ahora, tenía casi 50 años de
edad, cuando dejando a su mujer y la vida muelle de Santiago de los Caballeros,
emprendería el camino del norte para llevar su nueva flota al Puerto de Navidad
en la Nueva Galicia
y de ahí partir para las islas Malucas.
El monto total de la nueva
expedición lo lleva a endeudarse y a gastar la totalidad de su capital.
Esperaba recuperar con creces y su inversión y adquirir el título nobiliario prometido
por Carlos I.
ALVARADO LLEGÓ A LA
NUEVA GALICIA
Terminadas todas las diligencias necesarias a su partida, y dejando en
la ciudad de Santiago a su esposa doña Beatriz y a sus seis hijos
naturales….(8), el Adelantado se dirigió
al puerto de Acajutla, a donde había hecho fondear su armada y de donde salió a
su última y desgraciada expedición”
La fecha más probable de la
salida de Alvarado de Acajutla la da uno de los participantes, Alonso de
Torres, quien en su crónica del viaje que hizo posteriormente a las Malucas,
escribió que había sido el 1º de
septiembre de 1540.
Componían la Armada: la nave
capitana, que recibió el nombre de Santiago, la San Francisco , el navío “Antón
Hernández”, el “Alvar Núñez”, el “Figueroa”, el “San Miguel” de la cual era
dueño Rodríguez Cabrillo futuro descubridor de la Alta California , una galera,
una fusta y una fragata…..(9).
No se sabe con exactitud el
número de hombres que Alvarado llevó en esta expedición. Se cree más
seguramente, que eran poco más de 800 hombres sueltos y 50 de a caballo, junto
a ellos hubo un número indeterminado de indios guatemaltecos para el servicio.
La suma que gastó fue enorme y todavía quedó endeudado con amigos y
prestamistas varios. En la nave capitana iba, como su segundo, su sobrino Juan
de Alvarado el “mozo”, Francisco Girón y otros caballeros.
Sin embargo, otro camino le
estaba destinado:
Pedro de Alvarado tuvo que
dirigirse a la ciudad de México, para arreglar ciertos asuntos personales, en
donde permaneció por espacio de casi cinco meses, de allá regresó en los
primeros días del mes de junio de 1541, tomando el camino de Michoacán para
entrevistarse con el Virrey Antonio de Mendoza en la hacienda de Tiripitío
propiedad de su hermano Juan de Alvarado, para convenir la participación del
Adelantado en la conquista de los territorios del norte especialmente Nuevo
México, donde según el fraile Marcos de Niza se encontraban las ciudades de
Tzíbola “construidas en plata y oro”.
Al llegar al pueblo de Zapotlán
(Cd. Guzmán, Jalisco) dispuso permanecer en él, unos días descansando del largo
viaje. Mientras tanto la rebelión de los indios continuaba en proporciones
alarmantes, amenazando con destruir a los castellanos que en corto número
vivían dispersos por la región. El gobernador Cristóbal de Oñate y los alcaldes
y regidores de la vecina ciudad de Guadalajara informados del regreso del
Adelantado, le enviaron un mensajero comunicándole la apremiante situación en
que se hallaban y pidiéndole que acudiera a socorrerlos con la fuerza de que
disponía.
Dejó a 50 hombres custodiando la Armada en la costa, 50
fueron destacados en el pueblo de Autlán, otros 50 en Zapotlán. El capitán
Diego López de Zúñiga quedó con 25 hombres en Ezatlán, otro más quedó en la
orilla del lago de Chapala, Alvarado tomó cien hombres escogidos y se dirigió a
Guadalajara el 12 de junio se alojó en casa de su sobrina Magdalena de Alvarado. Mientras tanto, a corta distancia de la
ciudad se habían fortificado los indios en la sierra de Juchipila y del Mixtón,
en el punto llamado peñol de Nochistlán.
EL ACCIDENTE DE NOCHISTLÁN
Alvarado creyó empresa fácil
desalojarlos de sus posiciones y pacificar todo el país. Sin embargo el
gobernador Oñate, cautamente aconsejó que se esperara hasta que las fuertes
lluvias cesaran, por lo fangoso de la tierra. El Adelantado no era de la
opinión de esperar varios días o tal vez semanas y expresó:
Vergüenza es, que cuatro gatillos encaramados hayan dado tanto tronido
y alborotado al Reino”
Cristóbal de Oñate, mas experimentado con los indios de la
zona, aconsejó que esperaran los refuerzos que el virrey había prometido.
Alvarado agregó “en cuatro días quiero
allanar la tierra por convenirme embarcar para mi viaje”
Todavía insistió Oñate que esperara, Alvarado contestó: “YA ESTÁ ECHADA LA SUERTE , YO ME ENCOMIENDO A
DIOS”
Pedro de Alvarado se encaminó al
pueblo de Nochistlán, y llegando cerca de él convidó a los indios con la paz,
pero éstos no quisieron escuchar. Una fuerza de españoles e indios de Michoacán
avanzó para atacarlos. Diez mil indios rebeldes, protegidos por albarradas muy
fuertes, los recibieron con una lluvia cerrada de varas tostadas, flechas,
dardos y piedras; mataron 20 españoles y obligaron a Alvarado a retroceder. Los
atacantes volvieron a la carga sin lograr mejor resultado perdiendo otros diez
soldados entre ellos el capitán Falcón y otros guerreros españoles e indios.
La caballería se atascaba, la
infantería no tuvo mejor suerte y su capital Juan de Cárdenas pereció en un
atolladero. El Adelantado ordenó la retirada. Los indios salieron de sus
trincheras y por espacio de tres leguas (unos 16 kilómetros .)
siguieron a los españoles. El Adelantado bajó de su caballo y con la rodela y
espada combatía bravamente conteniendo a los indios, éstos, por fin, dejaron de
perseguirlos. Las tropas de Alvarado llegaron a un riachuelo y para salir de él
era necesario subir una cuesta llevando los caballos a la diestra.
El Adelantado y su gente iban
subiendo la cuesta poco a poco, no así el escribano Montoya, quien poseído de
pánico, no obstante que los indios habían dejado ya de perseguirlos, caminaba
adelante espoleando a su caballo. Alvarado quien caminaba en la retaguardia
gritó “Sosegáos Montoya que los indios nos han dejado” Montoya no hizo
caso y siguió en su empeño hasta que el caballo cayó resbalando por la cuesta
hasta dar con Alvarado, siendo tal el golpe que le hundió el pecho perdiendo el
sentido.
MUERTE DEL CID CAMPEADOR AMERICANO
Vuelto en sí con el auxilio de
sus capitanes, les dijo Alvarado que no convenía que los indios supieran de su
accidente. Pidió que le quitaran la armadura y que se revistiera con ella a uno
de los oficiales para que le creyeran ileso los indios enemigos. Recomendó a
los demás que se mantuvieran prontos a resistir si insistían en atacarlos y
agregó calmadamente:
“Esto se merece quien trae consigo tales hombres como Montoya”….(11)
Baltasar de Montoya tuvo que redactar el Testamento de Alvarado, se avecindó en
Guadalajara y vivió hasta los ciento cinco años.
Don Luis de Castilla quien era
unos de los capitanes le preguntaba que parte le dolía: “Don Pedro le respondió
: ME
DUELE EL ALMA, LLÉVENME A DO CONFIESE Y LA CURE
CON LA RESINA DE
LA PENITENCIA Y
LA LAVE CON LA
SANGRE DE NUESTRO REDENTOR”
“¡Sea loado Dios! Yo me siento fatigado y mortal, conviene que con la
brevedad posible me lleven a la ciudad para ordenar mi alma”
Pedro de Alvarado pudo tener la Gracia divina de haber
tenido tiempo para ordenar su alma, confesándose y dictando todas las
disposiciones del caso, pensando en su mujer Beatriz de la Cueva
y en sus hijos (6 todos naturales). Y que para pagar los gastos de su funeral
se vendiesen algunas propiedades suyas en Guadalajara y México. Que a las
personas que tuvieren cargos contra él se dirigieran al Obispo de Guatemala
para resolverlos. Pidió que se le rezaran misas para el descanso de su alma,
que sus restos fueran sepultados en Guadalajara y después en el convento de
Santo Domingo de México.
Aquel mismo día, 4 de julio de 1541, en la ciudad de Guadalajara, diciendo, “EN TUS MANOS, SEÑOR, ENCOMIENDO MI
ESPÍRITU” murió el conquistador Don
Pedro de Alvarado y Cárdenas , Adelantado de Guatemala.
Años mas tarde, hacia 1580 su
hija Leonor con su tío y esposo don Francisco de la Cueva vinieron al convento
de Tiripitío en Michoacán para llevarse los restos de don Pedro de Alvarado a
Guatemala. En 1690 aún se encontraban en la catedral de esa ciudad, pero
después de sucesivos terremotos, entre reconstrucciones de la iglesia
desaparecieron hasta la fecha (2006) no se sabe de ellos, ni los de doña Beatriz de la Cueva. En cuanto a los restos de doña Luisa Xicoténcatl, parece ser
que a finales del siglo XX en unas excavaciones que se hicieron en la ciudad de
Antigua Guatemala se pudieron
encontrar… (13) Información del diario
Excélsior, Sección de Sociales, diciembre de 1999.
CONCLUSIÓN
Pedro de Alvarado es un fiel
reflejo de la época de tránsito entre la Edad
Media y la
Moderna , el fin de la Reconquista y el Descubrimiento de América. Alvarado y sus hermanos participaron en
las conquistas fundamentales de la historia de América. Intervinieron, primero,
en la conquista de Cuba, mas tarde destacará como el segundo capitán más
importante en la conquista de la Nueva
España , las conquistas centroamericanas, por su propia cuenta,
de Guatemala, Honduras y el Salvador. Intentó incorporar los territorios
pertenecientes sudamericanos del Inca, en Ecuador; quiso descubrir la ruta de
las Islas de la Especiería
y también participar en los descubrimientos y conquista de los territorios de
América del Norte, Nuevo México y el Colorado.
Alvarado reúne como ningún otro, todos los aspectos positivos y
negativos del conquistador del siglo XVI. El estudio de su actuación y persona
sirve para hacernos comprender mejor a esos seres humanos de aquella época
especial e irrepetible que fue la Conquista del Nuevo Mundo.
Luis G. Pérez de León
Rivero
San Ángel, D. F. 2006.
BIBLIOGRAFÍA
+“Relación de Pedro de
Alvarado a Hernán Cortés sobre la conquista de Guatemala”, Ramón Vázquez
+“Pedro de Alvarado el
conquistador de la tierra de los quetzales” Antonio Gutiérrez Escudero,
Biblioteca Iberoamericana. México, 1992
+”Opúsculos y Biografías”,
Joaquín García Icazbalceta, Imprenta Universitaria, México, 1942
+”Crónica de la Nueva España ”, Francisco
Cervantes de Salazar, Editorial Porrúa, México, 1985
+” Hernán Cortés, José Luís
Martínez, Fondo de Cultura, México, 1990.
+Badajoz Wikipedia.org/ 2005.
+ Academia
de Hernán Cortés A. C. “Por la difusión de la Verdad Histórica”
“Apuntes Propios”; L.G. Pérez de León Rivero.
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