jueves, 19 de febrero de 2015

GUERRA FÍSICA Y METAFÍSICA



Desde el alba de los tiempos, desde la primera Revolución de la cual tenemos memoria: la Revolución de Luzbel y de sus seguidores; contra Dios Nuestro Creador, y la consiguiente caída en el Infierno, de los espíritus rebeldes; se abrieron en la Creación dos caminos opuestos.

La guerra en el Cielo, entre los espíritus fieles a Dios y los rebeldes a obedecerlo, marcó la división, que desde el plano metafísico, separaría en dos campos irreconciliables a los fieles de los infieles a Dios el Creador.
Esta guerra espiritual se reflejó en el plano físico  a partir de la caída del hombre por su desobediencia a la Ley de Dios. Desde entonces,  la vida de los hombres sobre la tierra ha seguido dos caminos opuestos, desencadenando la guerra que continúa hasta nuestros tiempos:
Primeramente, el Génesis nos revela que los hijos de Adán y Eva: Caín contra Abel lucharon entre sí,  con el resultado de la muerte de Abel; y posteriormente, sus descendientes, representados por  los “cainitas”, contra los fieles al Señor representados por los hijos de Set llamados “abelianos” o patriarcas antediluvianos. La Historia de la humanidad ha sido una continua lucha entre los  “cainitas” siempre en mayoría e infieles al Señor, contra los “abelianos”, siempre en minoría y fieles a Dios.

El Génesis nos habla,  de que los descendientes de Set y de su hijo Henoc eran llamados “Hijos de Dios” por ser justos y temerosos del Señor;  pero se fijaron en las mujeres descendientes de Caín las “hijas de los hombres” que eran bellas y perversas, y engendraron en ellas guerreros y gigantes que corrompieron a la naciente humanidad. En ese entonces, Dios Nuestro Creador encontró solamente una familia que merecía ser llamada “Hijos de Dios”: Noé, su mujer, y sus tres hijos con sus respectivas mujeres. Únicos salvados del Diluvio como sabemos.

Pero de nuevo, la humanidad vuelve a caer en la división que hemos llamado “cainitas” y “abelianos”, es decir: la mayoría que se desentiende de Dios y la minoría que es fiel al llamado del Creador. De esta minoría saldrán los patriarcas posdiluvianos a partir de Abraham. A quien Dios el Padre, elige como origen de un pueblo que va a ser educado en la verdad de un solo Dios-Trino para separarlo de los idólatras que componían la inmensa mayoría de la humanidad. El pueblo elegido, va a preservar la sangre que debía heredar el futuro Salvador del mundo.

Siguiendo al Génesis, se nos dice que el justo Tare, oyendo el llamado de Dios el Altísimo, saca a su familia compuesta de su hijo Abraham, su nuera Sarai y su nieto Lot hijo de Arán, de la ciudad de Ur en Caldea de Mesopotamia, actual país de Iraq,  para llevarla junto, con sus ganados,  hasta la tierra de Canaán, actual Palestina, donde, según la Tradición muere el patriarca Tare.  Este grupo familiar, que se componía, no solamente de los personajes citados, sino seguramente de sus numerosos criados con sus respectivas familias van a ser el origen del pueblo hebreo, a quien el Creador llena de bendiciones para que pueda cumplir la especial misión que ningún otro pueblo del mundo podía cumplir.
Dios Nuestro Señor celebró un pacto con Abraham y sus descendientes para que de ellos naciera el Mesías: Nuestro Señor Jesucristo, segunda persona de la Santísima Trinidad.
A través de los miembros de la Casa Real de David, según las genealogías de los evangelistas San Mateo, San Lucas y San Marcos; Nuestro Señor Jesucristo pertenecía a la descendencia del rey David, es decir; La Casa de David. También, muchos de sus discípulos que eran sus parientes  pertenecían a la realeza de Judá, sangre noble espiritual que no tenía nada que ver con la situación económica de sus componentes. 

Por lo que podremos afirmar que los miembros de la Casa de David seguían la Tradición mesiánica que les daba la certeza de ver en Jesucristo al Hijo de Dios. De la antigua Casa Real de David los judíos que siguieron a Nuestro Señor se convirtieron en cristianos, de ellos descendieron muchos de los más grandes santos de la Cristiandad.

En el rechazo y muerte de Nuestro Señor Jesucristo por los jerarcas judíos seguidos por la mayor parte del pueblo, volvemos a encontrar la división ancestral de las dos corrientes humanas que arrancan de los descendientes de Adán: a) La mayoría incrédula seguidora de los antiguos “cainitas”, contra: b) La pequeña minoría que sigue la verdad espiritual de Dios encarnado.

En la parábola de los renteros homicidas (San Mateo 21, 42-43) Nuestro Señor les responde a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿No habéis leído nunca en la escritura: “La piedra que rechazaron los que edificaban vino a ser la piedra angular: esto ha sido obra del Señor admirable a nuestro ojos?

 “Por esto os digo que el Reino de Dios se os va a quitar para darse a un pueblo que entregue sus frutos. Todo el que caiga sobre esta piedra se estrellará, y sobre quien ella caiga lo aplastará. Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos, que oyeron sus parábolas, conocieron que se refería a ellos; y aunque deseaban prenderlo, temían al pueblo, que lo tenía por un profeta”. 

Con el advenimiento de Nuestro Señor Jesucristo había llegado la “Plenitud de los Tiempos” y con ello, la obsolescencia del Antiguo Testamento de los judíos, y el nacimiento del Nuevo Testamento abierto a todos hombres sin distinción.

El castigo anunciado por Nuestro Señor al pueblo judío incrédulo, va a concretarse 37 años después con la destrucción del Estado Judío, su capital Jerusalen y su Templo. Y desde entonces, los jefes de los judíos, desde su destierro, van a elaborar un plan diabólico. Poseídos de odio inextinguible, maquinando en mil formas desde sus academias rabínicas en el exilio, los planes y acciones para exterminar a la Iglesia de Cristo y a sus seguidores.

Los judíos expulsados de la Tierra Santa por los romanos, huyeron hacia todos los rumbos, fuera de su antiguo territorio. La mayoría de ellos se asentaron en las márgenes de los ríos Tigris y Éufrates, la antigua Mesopotamia que, entonces estaba bajo el dominio de los persas, fuera del alcance de los romanos. A esta dispersión, los hebreos le han llamado la Diáspora, compuesta por varios cientos de miles de familias esparcidas por todo el mundo conocido y relacionadas todas ellas, por correos itinerantes que las comunicaron a lo largo de los siglos.

En la Mesopotamia, ancestral tierra de donde había salido Tare con su hijo Abraham y su nieto Lot, fundaron colonias, y en ellas reabrieron sus academias rabínicas con el propósito de volver a interpretar la Thorá y el Talmud para adecuarlos a su situación de exiliados.  Pero esto, ya sin ninguna iluminación del Espíritu de Dios, y por su rechazo a Cristo, cayeron en errores cada vez mayores.

Cuando Pilatos, ante la obstinación de los judíos, se lavó las manos diciendo: “Soy inocente de la sangre de este justo, vosotros veréis”, todo el pueblo junto con sus dirigentes respondieron: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos”

Los judíos, en su conjunto, echaron sobre sí todo el peso de la culpa del Sacrificio y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Su culpa, por tanto, es infinita, y solamente la misericordia y gracia  de Dios, la muerte de Jesucristo en la Cruz, el Bautismo cristiano y su sincero arrepentimiento, así como nuestras oraciones, pueden lavar su pecado. 
          Todo hasta aquí tendría un final aceptable pero la realidad es muy distinta:

Cuando, los príncipes de los sacerdotes no pudiendo soportar la Verdad que emanaba de los labios del Señor y pretendieron matarlo. Él les dijo:

“……si Dios fuera vuestro padre me amaríais a Mí, pues Yo salí y vengo de Dios: no he venido por mí mismo sino que Él me ha enviado, ¿Por qué no comprendéis mis palabras? ¿Por qué no podéis admitir Mi doctrina. El padre de quien vosotros procedéis es el diablo y queréis hacer lo que quiere vuestro padre, él fue homicida desde el principio y no se mantuvo en la Verdad, porque no hay verdad en él……” San Juan 9, 42-45.

Y dos frases más nos dan la clave de que los judíos están reprobados por Nuestro Señor Jesucristo:
“YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”
“QUIEN NO ESTÁ CONMIGO ESTÁ CONTRA MÍ”

Los judíos escogieron el camino que les señaló el príncipe de este mundo, aquel que había tentado a Jesucristo en el desierto. Y en la última reunión con los apóstoles Nuestro Señor les había dicho: “Ya no me veréis porque ya viene el príncipe de este mundo y Yo no tengo parte con él”
Después del rechazo a Nuestro Señor,  los judíos solamente  quedaron con este dilema:

Abrazar la Fe cristiana aceptando el Bautismo, o continuar en la Fe antigua, y tratar de destruir la nueva religión junto con sus seguidores. Es decir:  Que consciente o inconscientemente se colocaron bajo la autoridad de Satanás.

La Historia nos revela dramáticamente, lo que ocurrió a partir del año 70, con este infortunado pueblo. Los judíos que rechazaron a Cristo, dirigentes y pueblo como un todo, no quedaron  indiferentes ante el dilema que acabamos de mencionar. No fue renuncia pura y simple del Plan de Dios, lo que ya de por sí es muy grave, sino como una oposición positiva y constante, en estado de reprobación objetiva a sí mismos. Por lo que, la relación entre Cristianismo y Judaísmo resultó peor, que entre el Cristianismo y las otras religiones paganas. Porque los judíos escogieron el camino de destruir maliciosamente a la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo. Atacándola por todos los medios físicos y metafísicos a su alcance.

Con la aparición del Cristianismo  y la destrucción del Estado judío, se produjo una verdadera Revolución en el campo de las ideas religiosas judías: La Toráh o Pentateuco donde se contiene la Ley de Moisés, quedó sin la sustancia y razón que le pudo haber dado la Revelación y Perfeccionamiento de Cristo, es decir; quedó sin su Justificación. Los dirigentes del pueblo deicida se dieron cuenta, que efectivamente ese Mesías crucificado por ellos, había dado cumplimiento a su Ley.

LA CÁBALA

Entonces quisieron revisar la Ley de Moisés para adecuarla a la tarea de su ataque al cristianismo. De la Tradición pervertida, anterior a Cristo, los judíos modificaron su antigua Tradición creando la Cábala,  tradición judía pervertida con la influencia de las religiones paganas. Con la Cábala judía han contaminado, desde entonces, la filosofía y teología cristianas, desde ahí han salido todas las herejías. Todo este conjunto de errores se llama Gnosticismo. Leer el capítulo 8, versículos 1 a 10 del Profeta Ezequiel, “La idolatría escondida en el Templo”

También completaron el Talmud, compilación escrita, en el cual  anotaron los mayores anatemas contra Cristo y los cristianos. De este Talmud comenzaron a propagar graves errores para desvirtuar la enseñanza de nuestro Salvador. También desde sus academias rabínicas de la Mesopotamia salieron los primeros planes mundiales para eliminar el cristianismo incipiente. Los jefes de los judíos se valieron de las sociedades secretas, de todos los individuos inconformes e inadaptados, de criminales natos, de bribones, de inteligentes ambiciosos, y de astutos ignorantes.

Más tarde, se valieron de la Masonería, de la doctrina del Liberalismo, y de toda gente  intelectualmente perdida.  Su lema para destruir la Iglesia de Cristo y a sus fieles fue desde entonces: corromper, corromper y corromper a todo el que fuera cristiano. y LO QUE ES MÁS PELIGROSO: INFILTRARSE EN LAS SOCIEDADES CRISTIANAS.
Para revolucionar las sociedades cristianas, se convirtieron ellos mismos en jefes revolucionarios. Su propósito ha sido llevar la Revolución de Luzbel  para aprisionar a este mundo, algún día, con su Gobierno Mundial político y religioso.

EL TALMUD

A continuación vamos a exponer unas palabras sobre el Talmud, el libro que demuestra perfectamente la enemistad del judío para con los cristianos: “El Talmud es un código de moral, inalterable por el cual la vida religiosa de los judíos ha sido regida desde los tiempos posteriores a Cristo hasta hoy mismo”.

Del libro: “El Talmud desenmascarado”  escrito por el R.P. lituano Justino Buenaventura Pranaitis, espigamos algunas “lindezas” contra los cristianos que aparecen en el Talmud:

“Se debe dañar  en todo a los cristianos”
“Se debe robar a los cristianos”
“En los asuntos legales los cristianos deben ser perjudicados”
“Se debe perjudicar a los cristianos en las cosas necesarias para la vida”
“Después de la destrucción del Templo de Jerusalén, el único sacrificio necesario es     la eliminación de los cristianos”
“Los judíos nunca deben dejar en paz a los cristianos”
“El único propósito de todas las acciones y oraciones de los judíos, debe ser, la destrucción de la religión cristiana”
LUIS OZDEN
luisozden@yahoo.com



COMENTARIOS

“Reflexiones sobre la Conciencia Histórica Hispanoamericana”
Es indispensable que los integrantes de la Tradición Católica tengan conciencia histórica.
Y para llegar a tenerla se ha de adquirir primeramente, la conciencia religiosa y la conciencia cultural, ya que son estos dos aspectos de la mente, sobre los que se sustenta la Conciencia Histórica.

Tanto la Conciencia Religiosa como la Conciencia Cultural se adquieren naturalmente en los hogares católicos, sin embargo es conveniente puntualizar estos conceptos.

Considero que el ser humano, para ser tenido como tal, es decir: racional y pensador, ha de ser congruente con la misión encomendada por el Creador del Universo.

Primeramente, ser consciente del lugar que ocupa sobre la tierra, de su entorno geográfico, y de porqué ha llegado hasta ahí. Desde el alba de los tiempos; toda sociedad humana naturalmente, llega a tener creencia en algún ser superior. Según las investigaciones arqueológicas, se demuestra que ninguna sociedad, desde la más remota antigüedad, ha sido atea. El error de decirse ateo solamente lo cometen individuos aislados que en sus elucubraciones intelectuales se pronuncian agnósticos de toda deidad.
Los católicos hemos recibido el Bautismo, y desde nuestra niñez hemos recibido también, la Santa Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto ya hemos adquirido la Fe y la instrucción necesaria para tener la Conciencia Religiosa.

En cuanto a la  Conciencia Cultural, ya la hemos recibido naturalmente de la cultura de nuestros padres y de los maestros católicos. En Hispano América, nuestro idioma nacional es el castellano o español, nuestros nombres y apellidos son mayoritariamente españoles, nuestras costumbres y mentalidad son también mayoritariamente españolas.

Nuestra raza, es resultado de casi quinientos años de la mezcla de la raza española con  las razas indígenas y,  con casi todas las otras razas de mundo. Nuestra cocina es también una mezcla de elementos europeos con los elementos indígenas.

La Conciencia Cultural  nos hermana con 19 naciones hispanas del Continente americano y España; es decir: LA HISPANIDAD. Todo esto, como hemos descrito, nos proporciona la Conciencia Cultural.

Por lo que se refiere a nuestro país, Méjico, no todos tenemos la Conciencia Histórica. ¿Porque?, esto ha sido por artificio de una minoría liberal, que desde hace casi 200 años se ha encaramado en el poder político.

La Conciencia Histórica es mucho más difícil adquirirla porque requiere de estudio e información necesarios. Además, hay que despojarnos de los prejuicios que hoy en día ensombrecen la mente de casi todos los investigadores contemporáneos y personas que quieren saber la historia de este país, influenciados, como están, por la insistente propaganda de los medios informativos, así como por la falsa enseñanza gubernamental en la materia de la Historia.

Los prejuicios más comunes que hemos encontrado son:
El subjetivismo, el romanticismo, el indigenismo, el materialismo, el pragmatismo, y sobre todos, el pensamiento liberal. Aparte de estos conceptos hay otro igualmente pernicioso: se trata de la llamada Leyenda Negra anti hispana y anti católica. Es una corriente de pensamiento, llena de prejuicios y mistificaciones, muy comunes en los países de cultura protestante, con las sectas fundadas en los Estados Unidos del Norte. Esta serie de calumnias y difamaciones, culpan a España y a nuestra religión Católica, de todos los males que padecen los pueblos de América. Y han creado con el tiempo, la llamada Leyenda Negra anti española.

Es indudable que para adquirir la Conciencia Histórica hemos de comenzar por decir a nuestra niñez la verdad de los acontecimientos, seguir con nuestras propias investigaciones e informarnos a través de libros confiables de autores católicos.

 De todo esto yo puedo proporcionar a los interesados, las listas de los libros necesarios.  

LUIS OZDEN
luisozden@yahoo.com

1 comentario:

  1. y ahora que tenemos la etapa del plan judío de exterminio de los cristianos,¿Qué es lo que vamos a hacer, mejor dicho qué es lo que se ha hecho para revertir toda esta maldad milenaria que está a punto de lograr su cometido, hay una verdadera esperanza?

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