LA REVOLUCIÓN DE
1811 A 1819
Mi intención al relatar estos datos sobre la revolución de Independencia
es hacer un esbozo de los personajes que
el Partido Liberal Mexicano
presenta como héroes nacionales.
Después del ajusticiamiento del cura Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan
Aldama y José Mariano Jiménez en la
ciudad de Chihuahua, entre junio y julio de 1811, siguieron sus relevos
en la Revolución liberal que buscaba la independencia del antiguo Virreinato de
la Nueva España, separándolo por medios violentos de la Corona Española. Dos jefes revolucionarios fueron los
principales relevos; el cura José Ma. Morelos y Pavón, y Francisco
Javier Mina.
El también sacerdote (cura) José Ma. Morelos y Pavón, nacido en la
ciudad de Valladolid, Michoacán el 30 de septiembre de 1765, de padres buenos
católicos, ingresó en 1790 al Colegio de San Nicolás del que era rector el cura Hidalgo, permaneciendo
allí cinco años para merecer su nombramiento de bachiller en la ciudad de
México; en 1797 era ya presbítero. Como muchos otros curas del Virreinato se
entusiasmó por las ideas liberales que circulaban entre los criollos
ignorantes del fondo y origen que contenían. Así que en 1810 resolvió buscar a
Hidalgo quien ya iniciaba su obra de destrucción del Orden Cristiano. El hecho
es que en el pueblo michoacano de Charo, después de una larga entrevista, a
fines de octubre de ese año, Hidalgo le extendió un nombramiento que registra
la Historia:
“Por la presente
comisiono en toda forma a mi lugarteniente el Br. José María Morelos, cura de
Carácuaro, para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglo
a las instrucciones que le he
comunicado”. (1)
Pero Hidalgo había concedido igual jefatura a otros tres
individuos: Ignacio López Rayón y su hermano José Ma. Para hacerse cargo
de las tropas que aquel había dejado en Saltillo, un segundo grupo a los hermanos
Villagrán, arrieros ignorantes y crueles, para operar en el Bajio y
comarcas aledañas del centro del país, y el tercero, a Javier Osorno
ladrón de caminos, comisionado en la
región del norte de Veracruz, quienes se repartirían los territorios de Nueva
España para revolucionarlos.
José Ma. Morelos era otro de los cientos de sacerdotes del
Virreinato, cuya vocación religiosa era superficial y equívoca, porque en el
fondo había rebeldía a toda disciplina, especialmente para imitar a Jesucristo,
guiando espiritualmente a las ovejas del Maestro. Las ideas de la Ilustración
habían llenado su mente poco profunda, del deseo romántico de Libertad,
Igualdad y Fraternidad universales, si bien en cura Morelos era de
inteligencia viva, su cultura general era menos que mediocre; debiendo valerse
de otros para suplir esa deficiencia.
Sin embargo, tenía las cualidades humanas de la actividad física y la
estrategia en el combate, las que le darían ventajas militares en poco tiempo.
Primera campaña:
Antes de finalizar el año de 1810, el cura Morelos, ya contaba con más de
tres mil seguidores entre ellos, los hermanos Hermenegildo, José Antonio y Juan
José Galeana, así como sus sobrinos Pablo y Luis Galeana. Junto con éstos,
estaba un oscuro peón que con el tiempo llegaría hasta la presidencia de la
república; Vicente Guerrero Saldaña. También se unió a Morelos otro cura como él; Mariano
Matamoros y Orive, de la ciudad de México, ordenado sacerdote en 1796 a sus
26 años de edad, quien por sus ideas revolucionarias era perseguido, así que
formando parte de las tropas de Morelos, salvaría momentáneamente su vida.
Además, el cura Matamoros tenía dotes para el combate por lo que recibió el
grado de coronel quedando custodio del pueblo de Izucar. (2)
En un solo combate, Morelos cumpliría su primera campaña revolucionaria,
es decir; de pillaje, de destrucción del orden y la riqueza establecidos en la
parte sur de la provincia de México. ¿Conservaría
algún resto de mansedumbre sacerdotal y vería minorar toda inútil efusión de
sangre y destrucción de la Riqueza pública? (3)
El historiador don Lucas Alamán en su “Historia de México” escribe
refiriéndose al cura Morelos: “Por
desgracia, entre las cualidades de Morelos, no se contaba la generosidad para
con los vencidos. Su rostro torvo y ceñudo era la expresión de aquella crueldad
calculada con que fríamente volvió sangre por sangre, y cobró a sus enemigos,
centuplicados, los males que de ellos recibió”. (4)
Para finales del año 1811, Morelos había derrotado a tres jefes
realistas y ocupado casi todo el territorio del actual estado de Guerrero, con
ayuda los hermanos Nicolás y Miguel Bravo.
Entonces se acercaron a él los intelectuales de la Revolución, el cura
volteriano Dr. José Ma. Cos Pérez y el impío Lic. Carlos Ma. Bustamante,
para escribir a Morelos, sus discursos y redactar las actas del Congreso
itinerante. Se acercaron, también, otros asesores yanquis que nunca
le faltaron, para enardecer su anti españolismo, todos estos eran los agentes de aquellos que
la dirigían la Revolución y
que obedecían los lineamientos de la Logia
de Charleston, al fin y al cabo la directora de la revolución en Nueva
España.
Segunda campaña:
Si su antecesor Miguel Hidalgo,
había mandado asesinar a los españoles que no eran masones y destruir cuanta
riqueza se le atravesaba; Morelos lo superó en toda clase de crímenes.
El historiador don Antonio Gibaja y Patrón escribe lo siguiente:
“Me refiero a la penuria y a las calamidades que pesaron sobre los
mexicanos sitiados y sitiadores y a la población, que sufrieron horriblemente
en Cuautla”:
“Morelos se aproximó de
victoria en victoria a la villa de Cuautla en donde fue sitiado por las fuerzas
del general Félix Ma. Calleja del Rey, fue un sitio de 60 días que
sitiados y sitiadores no descansaron ni un solo momento. ¿Para qué? Estos dos
ejércitos en guerra por más de cien años, ambos de mexicanos, la
contemplaremos muchas veces en la historia de México. Todo para humillar a esta
nación, porque el judaísmo y los gobiernos de los Estados Unidos la han
uncido a infame jugo para esclavizar a sus hijos, para hacerles arrostrar la
fama más degradada con que esos gobiernos y su pueblo llaman a los mexicanos;
ladrones y bandidos”
Varios soldados de Morelos abandonaron sus filas y se presentaron
en el campamento realista, informando a Calleja del miserable estado que
guardaban los sitiados. Morelos declinó
acogerse al indulto que le ofrecía el Virrey, mientras Hermenegildo Galeana,
a las dos de la madrugada, rompía el sitio por el lado norte en el cauce del
río para proteger la huida del comandante Morelos, quien por fin salió,
pero a costa de dejar más de ochocientos muertos de sus soldados que lo
protegieron.
El primero en entrar fue el coronel Etchegaray quien envió al Comandante
Calleja del Rey un parte con la descripción más cruda de lo que vio. “El pueblo presentaba la vista más horrorosa
con cientos de muertos tirados en la calles y los quejidos de los enfermos y
heridos salían de las casas abiertas, la peste había hecho presa de todos que
estaban vivos….”
El general Calleja ordenó al cura de Yautepec José Mariano Rus
Calado para que organizara el abastecimiento de víveres y agua para los sobrevivientes, mientras el
sargento Juan Gamboa hacía que los indios rebeldes prisioneros cavaran las
tumbas y enterraran a los muertos….
Etchegaray escribió a Calleja: “Aquellas
mismas gentes que solo esperaban ser pasadas a cuchillo por el ejército
realista vencedor, según se lo anunciaron los cabecillas del ejército de
Morelos, al observar que poníamos en sus manos el alimento que tanto
necesitaban…….levantaban las manos para dar gracias a Dios, y ver su gusto y
alegría, arrancó de nuestros ojos el llanto que tanto satisface a las almas que
nunca se olvidan de sus semejantes, a quienes, por un precepto de su Fe deben
amar como así mismos”
El sitio de
Cuautla ha sido
cantado por los liberales oficiales como un hecho glorioso para el cura José
Ma. Morelos, más, siguiendo los lineamientos de sus asesores nunca se
mostró clemente y patriota con los mexicanos, él fue la causa de tanto
sufrimiento y mortandad de personas inocentes y engañadas.
Tercera campaña
de Morelos:
Después de la
pérdida de Cuautla, Morelos se estacionó en Oaxaca no sin antes vencer y fusilar a los jefes españoles Régules,
Bonavía y Aristi. Desde ahí, dirigió varias operaciones comendadas por
Matamoros y los hermanos Bravo.
Su siguiente objetivo sería apoderarse del puerto de Acapulco. Salió de
Oaxaca el 7 de febrero y después de varias acciones de pillaje y destrucción
por el camino, llegó al Puerto el 6 de abril con muy pocas armas y unos 1500
revolucionarios. Tomó los cerros circundantes, bombardeando por seis días la
población, cuyas principales familias se refugiaron en el fuerte de San Diego. Morelos
mandó tomar la isla Roqueta, rodear el Castillo y tomarlo el 20 de agosto
asesinando a los refugiados con el comandante Pedro Vélez. (5)
Estando Morelos en Acapulco llegó uno de los buques de la flota que venía
desde Manila, capital de las Islas Filipinas ni tardo ni perezoso
se hizo con su cargamento, e interrumpiendo con esto, el tráfico de más de
doscientos años de relación comerciales entre Nueva España y Asia.
Después de la toma de Acapulco, José Ma. Morelos se presentó en
Chilpancingo para el establecimiento y la jura del primer Congreso
revolucionario que llamó: “El Supremo Congreso de la América Septentrional
Mexicana”, otros nombres: “Congreso Nacional Constituyente”, “Congreso de
Anáhuac”, etc. todo fue aprobado, aunque se opuso Ignacio López Rayón.
Fue formado en el Palacio de Chilpancingo a seis de noviembre de 1813. El
presidente naturalmente era Morelos, el Vicepresidente Andrés Quintana Roo, Los
diputados: Rayón, Herrera, Bustamante, Verduzco, Liceaga y Ortiz de Zárate.
Su proclama: “El pueblo declara su Independencia de
cualquiera otra nación”. Una enorme falsedad porque toda esa farsa era obra
del Pbro. Don José María Morelos y Pavón,
con sus diputados nombrados por él mismo.
El historiador don Antonio Gibaja escribe muy acertadamente que:
“La Revolución no era una guerra justa, sino una rebelión
al orden establecido, y en cuanto al caso de la Independencia, no fue hecha por la
sociedad mexicana, fueron algunos mexicanos afiliados a un partido cosmopolita,
como lo es el Partido Liberal; la tal guerra fue una rebelión contra la
autoridad….. o el Congreso contra la autoridad de las leyes de la guerra o de
la ordenanza militar” (5A)
Este Congreso dio a su creador el
título de: “Alteza Serenísima”,
esta era la segunda Alteza pues Hidalgo, en Guadalajara, había sido el
primero en recibir este título, México habría de padecer a una tercera
Alteza Serenísima por muchos años; Antonio López de Santana.
Morelos tuvo un rasgo de humildad, declinando el título de Alteza y cambiándolo por el de “Siervo de la Nación”, que algunos
presidentes de México del siglo XX adoptaron también por “humildad”…..
Cuarta campaña:
Ante tan exitosas campañas, Morelos se dirigió nada menos que a su
ciudad natal Valladolid para uncir, ésta, a los revolucionarios. Creyendo que
con los seis mil seguidores podría tomarla. Llevaba tres divisiones al
mando de Mariano Matamoros, Nicolás Bravo y Hermenegildo Galeana, junto con las
partidas de Muñiz, Arias, Ortiz, Vargas y el Padre Navarrete.
La ciudad estaba al mando del mayor general José Calderón y entre
los jefes oficiales se encontraba el coronel Agustín Iturbide; entre
todos había menos de dos mil efectivos. Morelos dirigió al comandante Landázuri
una carta escrita por su secretario Rosains llena de soberbia y fanfarronería
que comenzaba así:
“Aquellas armas a cuyo
estruendo se rinden las ciudades y abaten las fortalezas……… No quedará cabeza
sobre los hombros, las calles y las plazas serán regadas con negra sangre de
cuantos temerarios se opongan a su impulso. Esta hermosa ciudad será teatro del
horror………… Dios guarde V. muchos años.
Campo de Valladolid, diciembre 23 de 1813 a la una del día. José Ma. Morelos,
Señor comandante de las armas de Valladolid.”
Al día siguiente 24 de diciembre de 1813, Morelos ordenó el ataque
a la ciudad, pero Galeana y Bravo fracasaron replegándose al
campamento. Ya en horas de la noche Iturbide al mando de 190 hombres de
a caballo con infantes a la drupa atacó el campamento. La oscuridad y la
confusión hicieron que las tropas revolucionarios se atacaran entre sí. Los
sobrevivientes desobedecieron a sus jefes y huyeron. Morelos reunió
algunas tropas y se refugió en la hacienda de Santa Lucía, dejando el mando a Matamoros.
El 5 de enero de 1814 los insurgentes fueron nuevamente derrotados y Matamoros
aprehendido. (6)
La estrella del “Servidor de la Nación” comenzaba a declinar con la
derrota que sufrieron sus tropas y el ajusticiamiento de Mariano Matamoros,
brazo derecho de Morelos, éste, huyó a Acapulco por la sierra, pero fue seguido
por el comandante Gabriel de Armijo a tan corta distancia, que si no
hubiera sido por la muerte heroica de Ramírez, uno de los coroneles del
Cura Morelos, ahí hubiera caído preso. Dejando en la Hacienda de las Animas
donde se habían ocultado, todo su equipaje, documentos y sellos de su Congreso
itinerante y hasta un retrato al óleo de Morelos con banda de generalísimo, que
fueron remitidos a España bajo inventario.
Entre el botín que traían los revolucionarios estaba el
pectoral del Obispo de Puebla, vasos
de oro y plata del tesoro de la catedral poblana. Muchas alhajas y monedas de
oro por un total de 12 481 pesos y 14 reales todo inventariado, después por el
virrey Calleja, y repartido entre los oficiales según el reglamento.
(7)
Ya en Acapulco, que seguía bajo el
poder de los revolucionarios, estaban presos dentro del Castillo de San Diego
200 españoles que se habían refugiado ante el acoso de los revolucionarios, Morelos
propuso el canje de ellos por Matamoros al Virrey quien no recibió su
propuesta a tiempo, sin embargo los 200 españoles fueron degollados un mes después de muerto Matamoros. (8)
Estando Morelos en el puerto de Acapulco supo que el coronel realista
José Gabriel de Armijo con más tropas iba ganado las poblaciones una a
una con la firme determinación de reconquistar el puerto. La toma de Chilpancingo,
anterior sede del Congreso Americano, por las tropas de Armijo, determinó a
Morelos salir por el sur para internarse en la sierra dominada por Vicente
Guerreo. Pero antes de salir mandó quemar todas las casas de puerto
utilizando paquetes de cacao traído desde Guayaquil, sacados de los enormes
almacenes de la familia De Icaza.
Orden al coronel insurgente Montes
de Oca:
“Despache dos que
ballan á atisar solo las casas de Acapulco, pero que no se entretengan en
pepenar nada, sino que atisen bien, que no quede nada que no quemen, pues que
todo ade quedar redusido a cenizas. Que los que ballan sean de empeño. Pie de
la Cuesta Abril 9 1814”. - Morelos – Sr. Teniente coronel Don Isidoro Montes de
Oca. (9)
Cuando el cura Morelos escribía por sí solo, sin ayuda de sus
asesores, revelaba su ignorancia del idioma castellano y su pobre educación, a
pesar de los años de Seminario.
Las órdenes del impío Cura Morelos no se concretaron a quemar, sino a
asesinar sin misericordia a los ricos del puerto y a los oficiales realistas
prisioneros. Cuando el coronel Armijo recorrió la costa encontró en el
sitio de la Quebrada los cadáveres todavía sangrando de 21 prisioneros de los
batallones de Asturias y Fernando VII, y 34 más en una barranca inmediata.
Entre los manglares de Coyuca encontró a varios religiosos y familias que
ahí se habían refugiado para salvar sus vidas, entre ellos el Padre Francisco
Patiño. (10)
Morelos siguió
su huida hacia Zacatula continuando sus asesinatos con una saña increíble en
alguien que era cura, sobre todo con sus hermanos en Cristo, matando por medio
de uno de los Galeana, a todo aquel que no quisiera abrazar la Revolución.
Muerte de
Hermenegildo Galeana:
Sin embargo hay que hacer notar, que cuando los realistas iban
persiguiendo a Morelos, en uno de los pueblos de la costa se acercaron al coronel
Armijo; Fermín y Juana Galeana hermanos de Hermenegildo para donar
setecientos pesos y Fray José Terán mil pesos a la causa
realista.
Armijo siguió a Galeana por la Costa Grande, pero se retiró a Tixtla para
reorganizar sus fuerzas, dejando al capitán Avilés para seguir a Galeana que se
escabullía, pero cuando lo perseguía el capitán Juan de Olivar muy de cerca,
éste vio como Hermenegildo se golpeaba la cabeza con la rama de un árbol,
cayendo a tierra, Galeana logró subirse de nueva cuenta a su caballo
para seguir la huida, entonces el soldado de escuadrón Joaquín de León
le dio un tiro matándolo. Los realistas entraron triunfantes a Coyuca con la
cabeza de Hermenegildo Galeana, donde el
comandante Avilés mandó colgarla de arco del atrio de la iglesia con un
letrero que decía “Esta es la cabeza de un valiente”, quien traía tras de
sí, cientos de asesinatos a mansalva. Era el 27 de junio de 1814. Cuando el
cura Morelos se enteró, dicen que levantó las manos diciendo: “Acabaron mis dos brazos ahora ya no soy
nada” Lucas Alamán tomo IV, capítulo II.
Poco antes de la muerte de Hermenegildo Galeana, le había llegado la
noticia a Ignacio López Rayón, de que el
19 de junio, en Nautla, había desembarcado un tal Mr. Humbert, enviado del
gobierno de los Estados Unidos a los revolucionarios, con un importante
refuerzo de armas y los “importantísimos
pliegos de confederación con unas provincias que son la envidia de las
naciones”· “nuestros generosos vecinos del Norte, altamente convencidos de la
justicia de nuestra lucha… no quieren paz con la Europa hasta alcanzar la
independencia de nuestro dilatado continente…” (6B)
Así celebraba López Rayón en una carta dirigida a Rosains, su “Capitán general de los Ejércitos Nacionales
y Ministro de las Cuatro Causas”
Después se
comprobó que solamente había sido un intento de algunos yanquis para enterarse
directamente de la situación. Entonces Rayón por medio de su segundo Rosains
ordenó que el llamado mariscal Juan Anaya fuera a los Estados Unidos a
entrevistarse con el presidente Madison para pedirle ayuda, así como lo habían
hecho Pascasio Ortiz de Letona y
Bernardo Gutiérrez de Lara enviados por Hidalgo con el mismo fin. (6C)
Anaya en compañía del Padre Pedroza llegó a
Nueva Orleans para organizar una expedición de aventureros yanquis, Con esto se
demuestra que cada jefe revolucionario pretendía establecer relaciones con el
Presidente de los Estados Unidos, porque había, sin duda algún motivo para esa
fraternidad.
Sin embargo esta
falta de patriotismo de los revolucionarios los ha llevado a una falsa
creencia; ellos creían, como muchos aún lo siguen creyendo actualmente, “que el gobierno de los Estados Unidos hace
compromisos directos con los revolucionarios. Esto es un error, porque no
conocen el juego que sigue aquel gobierno. Al contrario, los llama bárbaros,
ladrones y bandidos. Esto es a la faz del mundo, y ocultamente por medio de las
sociedades secretas”. Antonio
Gibaja, “Revoluciones Sociales de México”
Mientras tanto, Morelos se había hecho fuerte en una región michoacana
elevada, de buen clima alejada de los batallones realistas. Lugar ya conocido
por él, donde existían minas abandonadas, socavones usados como cárceles para los eclesiásticos españoles o que habían
resistido a la Revolución. El capellán de Morelos, Padre José Morales
encontró a tres sacerdotes en tales condiciones, que quedó horrorizado. Eran
los infelices, el Padre agustino Ramírez
capellán de Acapulco, el Padre Alegre y el Padre franciscano Gotor. Esto se
supo por relación del P. Morales en la causa a Morelos. (6D)
Durante los primeros seis meses de 1814 las tropas del virrey Calleja,
había recuperado toda la Costa del Sur con su centro el importante puerto de
Acapulco. Los insurgentes perdieron lo que habían ganado en los primeros
años de las campañas del Cura Morelos, mientras éste, quedo escondido en las
montañas, el turno a ser perseguido era Ignacio López Rayón presidente
de la Junta Revolucionaria, quien estaba en Tehuacán. Ante el acoso de
los realistas, Rayón subió hacia Zacatlán donde se estableció una pequeña corte
alrededor de su persona.
En septiembre de 1814 las tropas realistas desde varios puntos habían
rodeado a Zacatlán y casi prenden a Rayón durante la noche del 24, pero un
tiempo húmedo con densa niebla impidió el asedio del pueblo. Al medio día el
coronel realista Llorente atacó la casa de Rayón, aunque este se escapó
abandonando todos sus documentos y haberes. El historiador don Lucas Alamán
relata en el cap. V del tomo IV de su obra, que esos papeles de Rayón y
remitidos a la secretaría del Virreinato le fueron de mucha utilidad para
escribir su historia de la Revolución. Con Rayón se fugaron Carlos Bustamante y
su esposa. Quedaron prisioneros, el Presbítero diputado Crespo y Francisco
Antonio Peredo que había ido en calidad de enviado a los Estados Unidos, a más
de otros muchos oficiales. La pérdida de los revolucionarios quedó en 200
muertos y 50 prisioneros.
Rayón y Bustamante se separaron para que éste se embarcara en Nautla
rumbo a los Estados Unidos, con un tejo
de oro de 14 marcos y dinero en monedas. Bustamante y su esposa en compañía del
Padre Alarcón y algunos criados de éste cayeron en manos de insurgentes quienes
le quitaron el tejo y el oro, a poco llegaron los del Dr. Couto quien a su vez
se quedó con el tejo y el dinero. (Lucas Alamán, Tomo IV, cap. V)
Mientras tanto el Cura Morelos se reunió con varios jefes del Congreso en
la villa de Uruapan donde los diputados le dieron el mando militar y la misión
de llevarlo hasta Tehuacán. Don Lucas
Alamán apunta en su libro VII capítulo I, “La
salida se efectuó el 29 de septiembre de 1814, los individuos del Congreso
recibieron 600 pesos cada uno para los gastos del viaje, los equipajes de
tantas personas, los archivos y papeles de las oficinas, los víveres y
municiones formaban un convoy considerable. Todos en la marcha estaban sujetos
a la disciplina militar, los diputados recibían igual ración que los soldados;
caminaban en formación rigurosa, desde las siete de la mañana hasta la tarde,
que acampaban al raso”
Para capturar a Morelos y su Congreso, el virrey Calleja
nombró al coronel Manuel de la Concha y todas las divisiones del centro
del país se fueron concentrando en forma de pinza sobre los insurgentes.
Mientras el Cura dispuso que los integrantes de Congreso se adelantasen, él
quedaría protegiendo la retaguardia, pero, Morelos y sus revolucionarios ya no
tenían salida, todo se reducía al ataque de los realistas y a defenderse los
rebeldes.
Los realistas al mando del coronel de la Concha dieron alcance a
las tropas de Morelos atacándolas
por tres frentes. La desbandada de éstos fue general y el teniente Matías
Carranco dio alcance al Generalísimo; cuando se vieron frente a frente,
éste reconoció a su antiguo subalterno diciéndole: “Sr. Carranco, parece que
nos conocemos”. Era el 5 de noviembre de 1815.
En el alcance se
hicieron muchos prisioneros entre ellos el capellán del Congreso, Padre José
Ma. Morales, sin embargo los diputados y demás integrantes pudieron alejarse,
porque nadie los siguió.
El botín que llevaba Morelos se partió conforme al reglamento militar,
solo se separaron cinco barras de plata para el gobierno virreinal. El Cura
Morelos y el capellán quedaron bajo la custodia del capellán realista Padre Salazar.
Prisión, Proceso
y Muerte del Cura José Ma. Morelos y Pavón
Desde su captura el 5 de noviembre hasta su proceso en la ciudad de
México pasaron diez y seis días. El coronel de la Concha y su tropa, captor
de Morelos llegaron con los prisioneros a San Agustín de las Cuevas
distante 4 leguas de la Capital del Reino, el 21 de noviembre. El virrey
Calleja no quiso presentar al preso en público, por lo que dictaminó que lo
llevaran durante la noche a las cárceles secretas de la Inquisición, lo que así
se hizo. Y que se procediera a su causa inmediatamente, informando a Morelos
que nombrase al defensor que quisiese; quedando terminada la confesión de
cargos esa misma tarde.
El Cura Morelos,
lejos de atribuir a otros la parte que había tenido en la Revolución,
descargando sobre ellos lo más odioso de sus actos, como lo habían hecho
Hidalgo y Allende, contestó con dignidad y firmeza a todos los cargos que se le
hicieron, que fueron 23.
El principal cargo que le hizo el jurado fue de traición, faltando a la
fidelidad al Rey, promoviendo la Independencia y haciendo que esta se declarase por un Congreso reunido en
Chilpancingo.
Respondió: “Que no habiendo Rey en
España cuando se decidió por la independencia de estas provincias trabajando
cuanto pudo por establecerla, no había contra quien se pudiese cometer ese
delito, y que hallándose después, comprometido con la Revolución, concurrió con
su voto a la declaración que se hizo en el Congreso de que nunca debía
reconocerse al Sr. Don Fernando VII, ya porque no era de esperar que volviese,
o porque si volvía había de ser contaminado.”
“Pero que antes de
votarlo, consultó con las personas más instruidas de ese partido y por varias
razones le dijeron que era justo, la una, porque era culpa de S.M. haberse
puesto en manos de Napoleón y entregándole la España como un rebaño de ovejas,
y que aunque tuvo conocimiento de su regreso de Francia, nunca le dio crédito o
juzgó que habría vuelto napoleónico”
El último de los cargos que le hicieron fue por los cientos de asesinatos
que se habían cometido en su campaña, destrucción de fortunas, ruina de
familias y desolación del país, dijo:
“Que estos eran los efectos necesarios a todas las
revoluciones, pero que cuando entró en ella no pensó que se causasen, y que
desengañado de que no era posible conseguir la independencia, así por la
diversidad de dictámenes que no permitía tomar providencias acertadas, así como
la falta de recursos y de tino; había pensado pasarse a la Nueva Orleans, a
Caracas, o presentarse a la antigua España, para presentarse ante el Rey a
pedirle perdón……¨
Terminado el proceso civil, vino a continuación el proceso eclesiástico,
del que presentaré algunas preguntas siguiendo
la Historia de México de don Lucas Alamán:
Una interesante pregunta, ¿si en el tiempo que había permanecido en la
Revolución había celebrado Misa?, contestó:
“Que se había abstenido
de hacerlo, considerándose irregular,
desde que en el territorio a su mando comenzó a haber derramamiento de sangre”
Otras peguntas:
¿Si había recibido la Sagrada Comunión estando excomulgado?
“Que consideraba
inválidas las excomuniones.”
¿Si había rezado el Oficio Divino?
“Que en el calabozo no
había suficiente luz para hacerlo.”
¿Si su conducta había sido relajada?
“Que si su conducta había sido relajada, que había procurado, por lo menos, que no fuese
escandalosa, y que los hijos que tenía,
no se sabía en el público que lo fuesen”. Sin embargo, era
público y sabido entre los que le seguían, que Juan Nepomuceno Almonte era su
hijo, el mismo que lo acompañó en la toma de Cuautla y el que mandó a Nueva
Orleans para educarse.
En fin que el Tribunal falló con lo pedido por el fiscal:
“El presbítero D. José María Morelos es hereje formal
negativo, fautor de herejes, perseguidor y perturbador de la jerarquía
eclesiástica, profanador de los santos sacramentos, traidor a Dios, al Rey y al
Papa. Irregular para siempre, depuesto de todo oficio y beneficio.”
Fue condenado a asistir a su Auto en traje de penitente, con sotanilla
corta y vela verde, a hacer confesión general y los Ejercicios de San Ignacio. Y
para el caso inesperado y remotísimo de que se le perdonara la vida; a una
reclusión para todo el resto de ella en África.
Don Lucas Alamán relata detalladamente esta ceremonia
de degradación de un sacerdote como antes, las habían tenido Hidalgo y
Matamoros:
“Luego de que se terminó la lectura de la Causa, inquisidor decano hizo
que el reo abjurase sus errores e hiciese la protesta de Fe, procediendo a la Reconciliación
con todo el ceremonial de la Iglesia, recibiendo de rodillas los azotes con varas. En seguida
continuó la Misa rezada con asistencia del mismo reo”.
“Acabada esta, se siguió con la ceremonia de Degradación que
estuvo a cargo del obispo de Oaxaca revestido de pontifical. En la sala
del Tribunal se apretaban más de trescientas personas principales de la
Capital. Morelos con los ojos bajos, aspecto decoroso y paso mesurado,
se dirigió al altar: allí, después de leída la sentencia de la junta conciliar,
se le revistió de todos los ornamentos de sacerdote y puesto de rodillas
delante de Obispo, ejecutó este, la degradación por todos los órdenes según el
ceremonial de la Iglesia. Todos los presentes estaban conmovidos, solamente
Morelos no se inmutó.”
Terminada la ceremonia se entregó al reo al brazo secular, entonces el
coronel Manuel de la Concha se hizo cargo de Morelos
conduciéndolo a la cárcel de la Ciudadela. Donde el coronel de la Concha, el 21
de diciembre intimó la sentencia al reo quien de rodillas según el uso de los
Tribunales la escuchó.
El coronel le hizo saber que en un lapso de tres días sería ejecutada la
sentencia, fueron llamados el cura Guerra y otros sacerdotes para
prepararlo a bien morir. El día 22 a las seis de la mañana de la Concha lo
hizo subir a un coche con el Padre Salazar y un oficial; Concha y su división
llevaron al reo hasta el santuario de Guadalupe. Morelos iba rezando
diversas oraciones entre ellas el Misesere y De profundis aunque confiaba en la
misericordia de Dios que sus pecados habían sido perdonados. En Guadalupe tomó
un pequeño desayuno continuando hasta el llamado Palacio de San Cristóbal
Ecatepec, ocupado por un destacamento militar.
Se reconcilió con la Iglesia por medio del Padre Salazar y él mismo se
vendó los ojos, los soldados le indicaron donde se debía poner de rodillas, el
Padre Salazar le dijo: haga cuenta de que aquí murió Nuestro Salvador; se dio
la voz de fuego, y el hombre más controvertido
que había producido la Revolución en Nueva España, cayó atravesado por la
espalda con cuatro balas, pero moviéndose todavía y quejándose lo remataron de
otras cuatro. El Padre Salazar hizo vestir el cadáver y mandarlo enterrar a
las cuatro de la tarde del 22 de diciembre de 1815 en la Parroquia del
pueblo de Ecatepec, vivió exactamente 50 años. Sus restos se perdieron y nadie
los ha encontrado hasta hoy.
Morelos, había nacido el 30 de septiembre de
1765 como: José María Teclo Morelos y Pabon.
Está a discusión de si el impío cura tuvo tres o cuatro hijos, pero es seguro
que el Mariscal del Impero de Maximiliano, Don Juan Nepomuceno Almonte,
hijo de Brígida Almonte era uno de ellos.
REFLEXIONES
Para que el lector tenga una base
a su propia investigación.
El movimiento revolucionario que intentó destruir el antiguo orden monárquico,
aristocrático y católico del Virreinato de Nueva España, para sustituirlo por
el sistema republicano, plebeyo,
librepensador y masónico, propio de los Estados Unidos de Norteamérica, estaba
dirigido por el recién fundado Partido Liberal Mexicano, que a su vez seguía
las órdenes de la Gran Logia establecida desde 1802 en la ciudad de Charleston,
Carolina del Sur, Estados unidos de América. Los jefes de la Masonería buscaban
individuos ya corrompidos o proclives a ser corrompidos dentro del clero bajo
de Nueva España, porque decían: “Estos
arrastran al pueblo y nos sirven para la causa que necesitamos”, entre los
más idóneos encontraron al cura José Ma. Morelos. Como habían encontrado al cura Miguel Hidalgo, al cura Mariano
Matamoros, al cura Manuel Iturriaga, al cura José Ma. Cos, y tantos otros que participaron en la Revolución.
La Causa que la Masonería de principios del siglo XIX necesitaba,
era la entrega del Imperio Español a los Estados Unidos, a través de Inglaterra
y la Francia napoleónica. Para sentar las bases de una potencia mundial
que destruiría el Orden Católico.
Ninguno de los principales jefes revolucionarios que hemos mencionado
pudo ver consumada la independencia por la que luchaban, a pesar de la ayuda
intelectual y logística proporcionada por la República Yanqui. Estos fracasos
retrasaron los planes de la política angloamericana para apoderarse de la Nueva
España, por lo que en 1816 comenzaron a preparar en Londres, Inglaterra,
una expedición de aventureros para apoderarse por la fuerza del Virreinato.
Después del ajusticiamiento del cura Morelos, vendría la fugaz revolución de Francisco Javier Mina
preparada desde 1816 en los Estados Unidos. Mina, con su tropa de extranjeros
entró al país el 15 de abril de 1817 pero el 27 de octubre de ese año Mina cayó ajusticiado.
Entre ese año y la actuación de Agustín de Iturbide vendrían unos
años de relativa paz para los habitantes de la Nueva España. Solamente habían
quedado algunos grupos guerrilleros en las montañas del sur del país, el grupo
más notorio fue el de Vicente Guerrero. Pues la mayoría de los
revolucionarios se habían indultado.
Los habitantes
de la Nueva España y de todos los territorios del Imperio Español, acendrados
católicos, no se doblegaban ante la Revolución armada; entonces él ataque de la
Masonería Internacional sería por vía de las Leyes.
Los liberales de la propia España levantaron de nueva cuenta en 1820, la
Constitución masónica de 1812, conocida como la Constitución de Cádiz, que el
rey Fernando VII había desconocido en 1814. Volvieron a la carga y obligaron
al Rey a firmarla para que fuera proclamada en todo el Imperio. Esto provocó la
deseada efervescencia social: la Jerarquía de la Iglesia y el pueblo católico
no la querían porque destruía la estructura de la Iglesia y la Fe del pueblo
católico; las autoridades, por obediencia debían proclamarla. En México, la capital del Virreinato, el
virrey Juan Ruiz de Apodaca quien
gobernaba desde el 20 de septiembre de 1816, tuvo que jurar la Constitución
masónica para evitar los tumultos semejantes a los de Madrid en España. Con
esto, las clases elevadas de Nueva España idearon un Plan para separar el
Virreinato, del Imperio Español, pero manteniendo la figura del Rey como
autoridad política.
Es entonces, cuando se forman las Juntas de la Profesa y entra a la
palestra Agustín de Iturbide, LA CONSUMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO con
su Plan de las Tres Garantías, la unión de todos los habitantes de la
Nueva España en un Imperio Católico Mexicano, independiente de cualquier
otra nación. Lo cual se realizó entre el 19 de mayo de 1822 al 19 de
marzo de 1823. Pero una nación vecina, independiente y fuerte no
convenía a los intereses imperialistas
de los Estados Unidos. Éstos maquinaron para que en 1823 cayera en único
gobierno mexicano realmente independiente, utilizando para ello, al Partido
Liberal Mexicano aliado suyo hasta hoy en día, año 2013.
LUIS
OZDEN
Diciembre de 2013.
NOTAS Y
BIBLIOGRAFÍA:
(1)
“Enciclopedia
de México”, S.E.P. 1988, Ficha Morelos.
(2)
Ibid,
Obra mencionada.
(3)
Historia
de la Iglesia en México”, Padre Mariano Cuevas S.J
(4)
“Historia
de México”. Lucas Alamán Escalada.
(5)
“Revoluciones Sociales de México” Antonio
Gibaja, Tomo II cap, 9, Ed Tradición 1973.
(6)
“Enciclopedia
de México” S.E.P. 1988 Ficha Morelos, pag. 5625. (6A) “Revoluciones Sociales de
México”, Tomo II, cap. IX, Antonio
Gibaja y Patrón, Ed. Tradición 1973. (6C)
Ver letras O y G. “Enciclopedia de México”, Secretaría de Educación
Pública, México, 1988.
(7)
“Historia
de México” Tomo IV, cap. I, Lucas Alamán Escalada, Ed. Fasc., Instituto
Helénico.
(8)
“Revoluciones
Sociales de México”, Tomo II, cap. IX, Antonio Gibaja, Obra citada.
(9)
El
cura Mariano Matamoros fue conducido a Valladolid y procesado. Después que Morelos había huido hasta Acapulco donde tenía
203 prisioneros españoles. Morelos propuso al virrey Calleja el canje de ellos
por Matamoros. Pero el virrey recibió la propuesta cuando ya había sido
fusilado el cura Matamoros. A saber esto, el cura Morelos mandó degollar a los
203 españoles en el fuerte de San Diego de Acapulco. “Revoluciones sociales de
México”, Tomo II cap. 9, obra de don Antonio Gibaja y Patrón. Ed. Tradición 1973.
(10) Lucas Alamán Escalada. Obra citada
(11) Lucas Alamán Escalada. Obra citada,
Lucas Alamán Escalada. Obra citada.
Ediciones de
Luis Ozden
México
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