LA SANGRE DE MARTIRES CRISTEROS.
SAN ANACLETO GONZÁLEZ FLORES
JEFE Y MÁRTIR DE LA GUERRA CRISTERA CONTRA LA REVOLUCIÓN, LA MASONERÍA Y
EL PROTESTANTISMO.
1888-1927
LA SANGRE DE MARTIRES CRISTEROS.
Antecedentes:
Cien años antes de la Guerra
Cristera, desde el año de 1824, el Partido Liberal había impuesto forzadamente
al pueblo católico mexicano, la República de base protestante y masónica, al
estilo de los Estados Unidos de Norteamérica, y desde entonces, este pueblo
mexicano ha sufrido una cadena de
gobiernos liberales masónicos contrarios a la Religión Católica; Fe de la
inmensa mayoría del pueblo del siglo XIX. Con esto, había provocado muchas
guerras civiles, que destruyeron la riqueza moral y material de México e
impidieron su progreso como estado civilizado.
Siendo el principal
objetivo de esos gobiernos, atacar a la Iglesia fundada por Jesucristo Nuestro
Señor, debilitando la religión católica, y dar entrada a las sectas
protestantes yanquis, con lo cual nuestra sociedad se “asemejaría” a la
república vecina del norte.
Toda esa cadena de gobiernos
liberales, eran el resultado del llamado “Grito
de Hidalgo” en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el 16 de septiembre de
1810. Ese nefasto día no fue lo que se quiere festejar como inicio de la guerra
de Independencia de Nueva España del Imperio Español, sino que en esa fecha se
dio el GRITO DE LA REVOLUCIÓN anticatólica que, con la carga impía de sus
antecesoras: la Revolución angloamericana de 1776 y la Revolución francesa de
1789, comenzó la destrucción del Orden Español Monárquico, aristocrático y
católico, que España había construido por
300 años, desde el 13 de agosto de 1521 fecha de la conquista de Hernán Cortés.
Cuando las bases de la nueva nación mexicana comenzaron a construirse.
En el referido 16 de
septiembre de 1810, fue impulsada la plebe para seguir a un sacerdote
descarriado, apoyado por los agentes del gobierno yanqui protestante y
masónico, estacionados en la ciudad de Nueva Orleans, quienes prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad,
en la misma forma que los revolucionarios franceses lo habían prometido a la
plebe de Francia.
La independencia de la
Nueva España se consumó el 27 de septiembre de 1821 por don Agustín Iturbide a
quien el ejército, y luego el Congreso, ofrecieron la corona del Imperio
Mexicano, como se llamaría el nuevo país que sería católico en todo.
Esto no gustó al
gobierno masón de los Estados Unidos, quien maquinó sus resortes entre las
logias mexicanas, compuestas por los individuos más ambiciosos e inmorales,
adictos a su política de colonizar los países americanos que se iban separando
del antiguo Imperio Español.
El Imperio Mexicano
solamente vivió diez meses del 19 de mayo de 1822 al 19 de marzo de 1823,
cuando Iturbide tuvo que abdicar, ser expulsado del país, perseguido y
finalmente asesinado el 19 de julio de 1824 por los liberales y masones
mexicanos al servicio de las logias yanquis.
El 4 de octubre de 1824 fue jurada la Constitución de los Estados Unidos
Mexicanos inspirada en la de los Estados Unidos de América. Convirtiendo con
ello a nuestro país en República Liberal, apoyada por gobiernos extranjeros,
y con un gobierno masónico sobre un
pueblo 99% católico.
De 1824 a 1846 la
República Mexicana fue destrozada por innumerables asonadas, revueltas y peleas
de partidos, que propiciaron la pérdida de Texas y la invasión, que en realidad fue, salvo los pocos grupos patriotas que no
estaban comprometidos con las logias masónicas, una simulación de guerra
contra los Estados Unidos quienes tomaron posesión de la capital mexicana el 15
de septiembre de 1847, colocando su bandera de las barras y las estrellas sobre
el Palacio Nacional hasta que se firmó un ignominioso tratado al año siguiente,
el 2 de febrero de 1848 en la sacristía de la Colegiata de Guadalupe. Por el que México “vendía” a un precio irrisorio más
de dos millones y medio de kilómetros cuadrados de riquísimos territorios
heredados de España en 1821.
Después de la Invasión
de 1846-1848, el gobierno yanqui intentó desmantelar la Iglesia Católica, y
abrir nuestro país a las sectas protestantes. La prensa de USA desde 1845
se llenaba de recomendaciones, como por ejemplo, en "The United
States Magazine" el periodista John O`Sullivan escribió: "Nuestro
Destino Manifiesto se esparcirá sobre el continente, para el libre desarrollo
de nuestros bienes...."
En 1848, mientras
se consumaba la guerra de rapiña con la firma del Tratado de
Guadalupe-Hidalgo. Despojo rapaz por parte de los yanquis y felonía por
parte de los mexicanos firmantes. En Washington, la capital de la
nación triunfante, desbocados congresistas proponían tres elementos
regeneradores para la nación vencida:
"Llevar maestros
angloamericanos, implantar la libertad de prensa y enviar ministros del
evangelio". Es decir: La cuña fatal de las sectas protestantes para
descatolizar al pueblo mexicano. Gracias a Dios y a la Santísima Virgen, no
pudieron aplicar, entonces, sus directivas. Pero el gobierno en turno de los
Estados Unidos conseguiría la separación de la Iglesia del Estado, y el despojo
de todos sus bienes, nueve años después con
la desastrosa guerra civil entre el Partido Católico y el Partido Liberal
masónico pro yanqui, con un presidente incondicional suyo: Benito Juárez, a quien le impusieron
las Leyes de Reforma de 1857 y la consecuente Constitución masónica, siendo la primera Constitución política del
mundo donde no se nombra a Dios.
Después de la Guerra
Civil norteamericana; en 1866, el gobierno del Partido norteño vencedor de los
sureños, pudo enviar a Juárez la ayuda necesaria en hombres y armas para vencer
al Imperio de Maximiliano y sus generales católicos: Miguel Miramón y Tomás
Mejía, tras la toma de Querétaro. Y fusilar a los tres, el 19 de junio de 1867;
terminando con ello, cualquier intento del pueblo mexicano católico de contar
con un gobierno acorde a sus creencias religiosas.
A continuación, Benito
Juárez y su gobierno masónico aplicaron la más sangrienta dictadura al pueblo
mexicano y a sus pastores. Acabando la obra de destrucción que habían iniciado
diez años antes. También Juárez fue el primer presidente en regalar templos
católicos a las sectas protestantes.
En 1877 ya se habían
cumplido 61 años del inicio de la Revolución anticatólica en este suelo
mexicano, desde el “Grito de Hidalgo”. El país en ese lapso de tiempo, había
quedado moralmente abatido; destrozado en toda su estructura territorial,
social, económica y religiosa. Por tanto, el pueblo mexicano en su conjunto vio
como algo necesario al gobierno del general Porfirio Díaz, gobierno fuerte, aunque moderadamente liberal.
En sus 20 años como jefe político y militar, mantuvo el equilibrio de la enorme
influencia yanqui con los tratados comerciales y amistosos de las potencias
europeas. Ganando la paz social para México, así como el prestigio internacional necesario para su estabilidad
económica y social, nunca antes adquiridos. Pero el 20 de noviembre de 1910, se
aplicó a México, la siguiente fase de la Revolución Internacional para destruir
esa riqueza que el pueblo católico mexicano había construido con enormes
sacrificios.
En la fecha referida
estalló el detonante de esa segunda parte de la Revolución internacional, es decir;
la anarquía previa al Nuevo Orden Mundial: el Socialismo, proyectado en los centros gubernamentales y financieros
de los Estados Unidos, para aplicarlo en México de forma experimental, aún
antes de que se aplicara en Rusia.
Cualquier revolución,
para que triunfe, debe destruir previamente, el orden establecido antes. Y eso
mismo se intentó a partir de noviembre de 1910, con el levantamiento de
Francisco I. Madero y su “Plan de San Luis” protestando por la séptima
reelección del llamado dictador Gral. Díaz quien a sus ochenta años de edad ya
no tenía, efectivamente, fuerza suficiente para conducir al país.
Entre 1911 y 1920 los
revolucionarios mexicanos se batieron entre sí de la forma más cruel como nunca
se había visto, con armas robadas o proporcionadas por los comerciantes yanquis,. Los conocidos
cabecillas por nombrar solamente a los principales: Emiliano Zapata, Francisco
Villa y Venustiano Carranza, (este último fungiendo como Presidente de la
República de agosto de 1914 a mayo de 1920), causaron con sus huestes tal
destrucción en todos los órdenes, que este país México, había quedado en peor situación que la de
1874.
Sin embargo, en el
lapso de 17 meses, desde febrero de 1913
hasta agosto de 1914, la Divina Providencia quiso que rigiera a México un presidente católico no comprometido con
la Revolución: el Gral. Victoriano Huerta, quien con su apoyo, el pueblo
católico mexicano con la Jerarquía de la Iglesia y la aprobación personal de
S.S. Pío X, último Papa canonizado; pudieron consagrar el país entero a Cristo Rey y a su Sagrado Corazón en 11 de
enero de 1914. Hasta 1963, solamente cuatro naciones se habían consagrado a Cristo Rey: Ecuador,
Argentina, México y España.
Acorde con lo anterior;
creemos que la Consagración de México a Cristo Rey consiguió de Nuestro Señor
Jesucristo, con la sangre de los mártires Cristeros, la Gracia de la defensa del
pueblo católico mexicano contra el poder de las tinieblas, representado
perfectamente, por los siguientes presidentes masones sostenidos por los
gobiernos yanquis: Álvaro Obregón y Elías Calles entre 1920 y 1928.
Para 1920 la anarquía había
destruido toda la riqueza material que el pueblo había acumulado, y no
solamente eso, sino lo más importante; la disminución dramática de sus
habitantes.
En 1910 el censo de población asentó:
15 160 369 habitantes y el ceso de 1921
asentó: 14 334 780, con lo que podemos
ver claramente la disminución de 825 589 habitantes entre los dos censos, que
con los nacimientos habidos en 11 años compensando los faltantes; pudieron haber
costado a México, más de dos millones de personas entre muertos y emigrados. En
el decenio de los años veinte se escenificaron cuatro guerras intestinas en las
que participaron unos 36 generales revolucionarios emanados de las ínfimas
capas del pueblo. Estas guerras volvieron a destruir la riqueza acumulada con
el trabajo de los ciudadanos y debilitaron aún más a la nación mexicana
provocando la emigración de muchos de sus habitantes a los Estados Unidos.
De diciembre de 1920 a
noviembre de 1924 ocupó la presidencia de la República Álvaro Obregón, que de
simple agricultor y maestro rural en su natal Sonora, se elevó a general de
cualquier precio. Ya desde 1912, por su falta de moral, se había introducido al
tropel revolucionario, con grande odio a la religión del pueblo mexicano. Al
inicio de su gestión, Obregón concertó con los gobiernos norteamericanos, el
reconocimiento de su presidencia, a cambio de que México pagara una onerosa
deuda a los inversionistas de ese país afectados por todos los años de
revoluciones mexicanas, a más de concertar algunos tratados “secretos” con los
Estados Unidos en detrimento de la soberanía del pueblo mexicano.
Pero al final de su
gestión vendría lo peor; el sistema liberal masónico eligió para presidente del
país a Plutarco Elías Calles de
infeliz memoria, este, había sido secretario de gobernación y paisano del
anterior; Calles, después de haber realizado un extenso viaje, como presidente
electo (no por el pueblo mexicano), por varios países europeos y por los
Estados Unidos, tomó el mando el 1º de diciembre de 1924.
En los primeros meses
de su gobierno atacó a la Iglesia
Católica Apostólica y Romana, estimulando la creación de una sedicente Iglesia
Católica Mexicana para provocar un cisma, además de apoyar a los obreros
socialistas para utilizarlos como fuerzas de choque en el plan programado
durante su viaje internacional.
Con renovado impulso a
la constitución de 1917, volvió a aplicar, a la Iglesia Católica, los artículos
3, 5, 24, 29 y 130, ya de antemano condenados por la jerarquía católica que se había
protegido, creando organizaciones para defenderse de las leyes liberales
masónicas.
Como la Jerarquía de la
Iglesia se opusiera firmemente a la provocación, el democrático presidente Elías Calles promulgó su famosa “Ley Calles”
que obligaba a todos los ciudadanos católicos a obedecer sin chistar la Constitución
anticatólica de 1917.
En enero de 1926, el
arzobispo de México José Mora y del Río expidió una carta pastoral contra la
“Ley Calles”, el gobierno callista contraatacó; la guerra entre un gobierno
espurio y su pueblo católico se había declarado.
Entre los años 1926 y
1929, la tierra mexicana fue escenario de múltiples actos heroicos que los
católicos de verdadera cepa escenificaron defendiendo nuestra Fe. Resultado de
la resistencia de todo el pueblo católico a los ataques satánicos de la
Revolución Mundial, que al final del presente texto mostraremos algunos
ejemplos de heroísmo que han quedado en la memoria del pueblo.
Después de 1928, se
aplicó a nuestro país por la cúpula judeo masónica mundial; la “Revolución
institucionalizada” que, sin dejar de ser sangrienta, atacó al pueblo
católico y a la Iglesia, hipócritamente, para comenzar a despojar “pacíficamente” al pueblo mexicano de su religión, antes de introducir el sistema comunista.
La persecución
anticatólica continuó en la siguiente década; de 1930 a 1940, se sucedieron
otros tres gobiernos masónicos revolucionarios, los dos primeros manejados por
el nefasto Plutarco Elías Calles, durante los cuales se cometieron crímenes sin
cuenta, silenciados por la prensa abyecta sometida al “Jefe Máximo”, siendo los crímenes más notorios, los
cometidos bajo el tercer gobierno patrocinado por él, pero de hecho rebelde a
su antecesor: el de Lázaro Cárdenas, comunista convencido y protector de
células marxistas de profesores adoctrinados para llevar al campo la “educación
socialista”, y en las ciudades, la corrupción
administrativa a los sindicatos obreros manejados por líderes comunistas.
En 1934 se declaró oficialmente la educación
socialista en las escuelas del país, se crearon las brigadas “camisas rojas”
asesinando a los católicos e incendiando iglesias. El presidente Cárdenas
decretó que: “los colegios particulares que no impartieran la enseñanza
socialista serían clausurados.
El arzobispo de México,
Monseñor Martínez, declaró que la persecución cardenista era peor que la de
1926, por lo que fue secuestrado por la policía por desacato al “democrático
gobierno”. El gobierno confiscó templos, colegios, orfanatorios, conventos,
asilos y casas pertenecientes a la Iglesia Católica. Ante las protestas del
pueblo católico se contestó a balazos asesinando a muchos indefensos
ciudadanos. Cárdenas declaró que “el
sector revolucionario ha sabido imponerse
acallando la falaz acometida de los enemigos del pueblo” (masónico).
Los obispos y sacerdotes que mostraban su inconformidad y defendían a los
fieles fueron expulsados del país. En consecuencia, la prensa de los Estados
Unidos y por consiguiente la mexicana no informaban de todos estos crímenes
porque el presidente Roosevelt era amigo de la URSS.
El 19 de marzo de 1937
el Papa Pío XI emitió su Encíclica “Divini
Redemptoris” de la cual vamos a entresacar algunos párrafos:
“…..el comunismo tiende a derrumbar el orden social y a socavar
los fundamentos mismos de la civilización cristiana……….mediante una propaganda
verdaderamente diabólica cual el mundo jamás ha conocido; propaganda dirigida
desde un solo centro y adaptada hábilmente a las condiciones de los diversos
pueblos; propaganda que dispone de grandes medios económicos, de gigantescas
organizaciones, de congresos internacionales, de innumerables fuerzas bien
adiestradas…. Una tercera y poderosa
ayuda de la difusión del comunismo es la conspiración del silencio, ejercida
por una gran parte de la prensa mundial no católica. Decimos conspiración,
porque no se puede explicar de otro modo el que una prensa tan ávida de poner
de relieve hasta los más menudos incidentes cotidianos, haya podido pasar en
silencio, durante tanto tiempo los horrores cometidos en Rusia, en México y
también en España…..… Este silencio está apoyado por varias fuerzas ocultas (la
Masonería) que desde hace mucho tiempo tratan de destruir el orden cristiano…..
Procurad venerables hermanos, que los fieles no se dejen engañar. El comunismo
es intrínsecamente perverso y no se puede admitir que colaboren con él en
ningún terreno los que quieren salvar la civilización cristiana”
La mano de Dios evitó
que en México se hubiera instalado el comunismo, como era el programa de los
judíos yanquis; porque se declaró la llamada Segunda Guerra Mundial.
Pero los sucesivos
gobiernos mexicanos, hasta el tercer milenio, han continuado la trayectoria
masónica de sus antepasados gobiernos liberales desde 1824. Sin cambiar ni un
ápice las leyes y constituciones anticristianas, que como una espada, pende
aún, sobre las cabezas de los verdaderos católicos.
Todos los mexicanos católicos, que han
derramado su sangre por Nuestro Señor Jesucristo, su Santa Iglesia y Doctrina
desde 1810, cuando la Revolución dio el “Grito de Dolores”, hasta la imposición
del socialismo cardenista de 1935 merecen que las generaciones del tercer
milenio no los olviden.
A lo largo de 125 años fueron víctimas de
estas revoluciones masónicas, cientos de miles, los que generosamente dieron
sus vidas por el reinado de Jesucristo Nuestro Señor en nuestra patria; regando
con su sangre mártir la nación consagrada a Santa María de Guadalupe en el
Tepeyac el 12 de diciembre de 1747, y a Cristo Rey el 11 de enero de 1914.
Ellos
murieron cantando:
¡VIVA CRISTO!, ¡REY DE LA PATRIA MEXICANA!
Sobre la gesta heroica
de los mártires cristeros se han escrito muchos tratados, libros y folletos, su
bibliografía es, gracias a Dios, extensa y veraz. No es mi propósito, en este
pequeño texto, aunque lo merece, repetir lo que otros, con mayor talento han escrito.
Solamente pretendo recordar a los estimados lectores, nuestro deber de
cristianos católicos de estudiar, comentar y no olvidar a quienes ofrendaron
heroicamente sus vidas a Nuestro Señor Jesucristo para que venga a reinar en
nuestros corazones y sobre todos los pueblos de buena voluntad:
Luis Ozden.
Colección de actos heroicos
Algunos ejemplos:
En la Guerra Cristera
se dieron muchísimas muertes de mexicanos que amaban a su Patria, pero sobre
todo amaban a la Santísima Trinidad y a la Virgen María Madre de Jesús. Muchos
de esos mexicanos pertenecieron a la Asociación Católica de la Juventud
Mexicana (A.C.J.M.)
La osadía del Gobierno callista (liberal masónico revolucionario) no perdonaba a nadie y por medio del Ejército mataron a muchas personas sin importar la clase social, rango religioso, edad o estado de salud, incluso hubo muchas muertes de niños.
A un chiquillo de 13
años, preso por cristero, le proponen alistarse en el Ejército, a cambio de la
vida: "Primero muerto. Odio al gobierno perseguidor. Es mi enemigo.
¡Fusílenme! "Se llamaba José Sánchez del Río y era de Sahuayo, Michoacán.
Por sus calles atravesó, a las once de la noche, vitoreando a Cristo Rey. La
fosa estaba ya cavada. Deja un recado a su madre:"Que nos vemos en el cielo. ¡Viva Cristo Rey!" y fue
muerto de un tiro en la cabeza.
Es también en la ciudad de Puebla de los Ángeles, dónde la Guerra Cristera causa estragos. Uno de los primeros mártires, el anciano comerciante poblano José García Farfán. En el aparador de su tienda había letreros subversivos para el gobierno masónico de presidente Calles:
"Sólo Dios no muere ni morirá jamás. Cristo vive, Cristo
reina, Cristo impera ¡Viva Cristo Rey!".
El no arrancarlos fue
su crimen. Al fusilarlo, el jefe del
pelotón lo provocó: "¡A ver cómo mueren los católicos!"
"Así", repuso el viejo, apretó un crucifijo contra el pecho y gritó:
"¡Viva Cristo Rey!".
El párroco de Chalchihuites, Zacatecas., don Luis Batis, aprehendido con sus muchachos de la A.C.J.M., intercede por ellos: "Yo le doy mi vida. Disponga de ella; pero no les haga nada a estos jóvenes. Mire: este Manuel Morales es casado, tiene su esposa y sus tres hijos pequeñitos. Estos dos jóvenes son el sostén de sus familias. Tienen sus madres ancianas que no cuentan con más apoyo que ellos". Tercia Manuel Morales: "Mire, señor Cura, con gusto doy mi vida y se la entrego a Dios. El cuidará de mi esposa y de mis hijos. Que se haga la voluntad santísima de Dios". Los otros se llamaban David Roldán y Salvador Lara. Todos fueron fusilados gritando: ¡VIVA CRISTO REY!
En varias regiones de México del siglo XXI aún están:
“Sus hijos, nietos y bisnietos viven los mismos ideales que
aquéllos héroes y viven alternando con los de sus enemigos, se esfuerzan por no revolverse, ya
que deben crecer juntos con las ramas degeneradas de la estirpe humana, como el
trigo con la cizaña hasta la Parusía”.
LUIS OZDEN
Mayo de 2011.
Bibliografía:
“La cuestión religiosa en Jalisco”, Anacleto González Flores,
Jalisco, 2001.
“Origen de las Constituciones Mexicanas”, Apuntes propios; Luis
G.P. de León
“América Peligra”, Salvador Borrego
Escalante, México, 1969.
Enciclopedia de México, SEP: 1987, tomos IV y VI, X y XI.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario