MÉJICO,
PAÍS MARÍTIMO
CREACIÓN
DE HERNÁN CORTÉS
CON
10 MIL KM. DE LITORALES
Hernán Cortés no fue,
nada más, el conquistador del Reino de Moctezuma; una vez consolidada ésta, el
13 de agosto de 1521, se dio a la tarea de explorar el territorio en todas las
direcciones, especialmente, hacia los litorales del Anáhuac: el Anáhuac Xicalanco
(Golfo de México) y el Anáhuac Ayotlan (Océano Pacífico). Cortés se había dado
cuenta de que las tierras recientemente conquistadas estaban entre los océanos.
Esta fue la razón de pedir al Emperador don Carlos V que se llamaran: “La Nueva España del Mar Océano”
Cortés se interesaba,
también, por encontrar algún río o paso de mar que lo acercara a la costa del
Mar de Sur, encontrar un buen puerto que sirviera de base a las exploraciones
hacia la verdadera India. Ya desde esos años comenzaba a vislumbrar con
grandeza lo que podría ser en un futuro cercano, el nuevo Reino.
Envió a Pedro de
Alvarado hacia el sur poniente de Tenochtitlán, con el encargo de llegar al
mar, explorar la corta hacia el sur para encontrar el mítico Reino del Oro
vislumbrado por Balboa apenas una decena de años atrás. Alvarado cumple con
éxito su cometido y funda el pueblo de Tututepec muy cercano a la costa, donde
encontró minas de oro. Más tarde, hacia fines del año de 1523 en otra
expedición muy numerosa con ayuda tlaxcalteca, conquistará definitivamente para
la Nueva España todas esas tierras hasta Guatemala y Acajutla en el actual El
Salvador.
Las otras exploraciones
importantes fueron hacia el señorío de Michoacán; de los primeros que llegaron
a esa región fueron: un soldado Parrillas y poco después Antonio Caicedo en el
otoño de 1521. (Relación de Michoacán, de
Fray Jerónimo de Alcalá).
En 1522 le siguieron
cuatro españoles más al mando de Francisco Montaño, el héroe del Popocatépetl, (Historia de la Conquista, Francisco Cervantes
de Salazar).
La conquista del
territorio fue encomendada a Cristóbal de Olid, Juan Rodríguez de Villafuerte y
Andrés de Tapia con 70 caballeros y 200 peones ayudados por indios
tlaxcaltecas. Quienes llegaron a esas tierras a mediados de 1522.
Estos capitanes
lograron su cometido y todavía alguno de ellos llegó hasta el señorío de
Colima. Sin perder tiempo se fundó Zacatula cerca de la costa y se comenzaron a
construir cuatro barcos para la exploración del litoral hacia el sur y hacia el
norte del paralelo 24.
Cortés tampoco perdía
el tiempo en la Capital supervisando su reconstrucción. Para reconocer nuevos
territorios, seguía enviando capitanes con el fin de conquistar todas las
regiones del poniente:
Gonzalo de Sandoval
llegó a principios del 1523 a la Costa Chica cercana a Acapulco, fundó el
puerto y siguió hasta Colima, fundando la villa el 25 de julio de ese año de
1523. Sandoval siguió en sus conquistas rumbo al norte hasta encontrar un buen
puerto que llamó de Navidad; ahí tuvo noticia de una gran isla a varias
jornadas por mar hacia el noroeste: “Que
estaba poblada de mujeres sin varón ninguno”
Considero yo, que fue
en esos días cuando comenzó a circular entre los soldados españoles, que la
leyenda de la California a que se refería la novela “Las sergas de Esplandián”
podría ser una realidad.
Cuando el capitán
Gonzalo de Sandoval regresó a la capital y dio parte a Cortés de sus
descubrimientos y conquistas, pudo ser, que los soldados hicieran circular,
entre los que estaban asentados ya, esas fabulosas noticias. Tanto que el
propio Cortés las asienta, como hemos visto al principio, en su 4ª Carta de
Relación.
Las exploraciones y
conquistas siguieron su marcha a partir de esos años. Reiteramos que Don
Hernando, antes de partir para las Hibueras, envió a su sobrino Francisco
Cortés de San Buenaventura con la orden de continuar sometiendo todas esas
regiones. El 17 de enero de 1525 apareció en Tenochititlán la publicación de la
Relación de una Visitación, en la cual se refiere la expedición de Francisco
Cortés de San Buenaventura. Otros dos capitanes de esa expedición fueron otros
primos de Hernán Cortés: Alonso de Ávalos y su hermano Hernando de Sayavedra
que se posesionaron de las regiones del actual Estado de Jalisco, al parecer
sin mucha resistencia de los indígenas.
HERNÁN
CORTÉS CONQUISTA CALIFORNIA
Ya han pasado casi 14
años de que el reino de Moctezuma cayera en manos de Hernán Cortés. Tiene
honores y riquezas, ya es dueño del Marquesado del Valle de Oajaca, territorio
con 23 mil vasallos y el mayor en extensión de cuantos algún rey de España
concediera a uno de sus súbditos. Su otrora gobernación se va a transformar en
Virreinato muy pronto, a él le queda solamente el empleo de Capitán General de
la Nueva España. Su palacio de Cuernavaca está aún en construcción y su nueva
su mujer, doña Juana de Zúñiga y Ramírez de Arellano, de la mayor nobleza
castellana le ha dado cinco hermosos vástagos ( Luis el mayor, murió recién
llegado a México).
Cortés podía haberse
quedado disfrutando de sus logros, pero su sangre hierve con la posibilidad de
conquistar, quizá, otro reino fabuloso. A sus 50 años de edad retoma arrestos
de juventud y con renovado brío, él en persona se encargará de conquistar esas
tierras. Este es el Cortés del principio y de siempre.
Por otra parte, los
sobrevivientes de la malhadada segunda expedición cortesiana seguramente
contaron que los indios eran muy oscuros de piel, casi negros, que poseían
muchas perlas de gran valor, y que su tierra nuevamente descubierta a pocas
jornadas por mar de la tierra firme era la isla fabulosa que se relataba en
“Las Sergas de Esplandián .
La noticia de la
expedición al mando de Hernán Cortés animó a muchos antiguos conquistadores y
otros que estaban repartidos por los territorios del marquesado. Se enrolaron
34 con sus mujeres y muchos se ofrecieron a servirle de soldados, hasta
completar 320. Su gran amigo y confidente Andrés de Tapia no podía faltar en la
expedición.
En las anteriores
expediciones, Cortés, había gastado una buena parte de su fortuna, casi todo se
había perdido y dos de esas naves estaban en poder del gobernador de Nueva
Galicia: Nuño Beltrán de Guzmán. También estaban casi terminadas otras cuatro
naves para seguir con las exploraciones.
Escribe al Rey:
“He gastado más de cincuenta mil castellanos;
para hacer la dicha armada e las susodichas, he vendido mucha parte de mi
hacienda e toda la que tenía en los reinos de Castilla, e empeñado e deshecho
mis joyas e las de la marquesa mi mujer, e debo cincuenta mil castellanos e más
e tengo empeñada todas mis rentas e pueblos, según así a todos es público e notorio....”
Mapa que indica la ruta
de la Tercera Expedición comandada por el propio H. Cortés
Y por cumplir su
compromiso había dejado casa, mujer e
hijos, estando ya en la edad de cincuenta años. Para rematar con lo anterior,
recibió de su enemigo Nuño de Guzmán un áspero requerimiento prohibiendo a él y
a su gente el paso por las tierras de su gobernación.
Entonces Cortés
respondió contundente: el 24 de febrero de 1535 “que no
se le podía impedir el paso ni el apoyo portuario ya que tiene encargado por el
rey la exploración de la Mar del Sur; además, él es el Capitán General de la
Nueva España y de la Mar del Sur, y un gobernador provincial no puede interferir
su mando ni impedirle el servicio real que tiene mandado”. (José Luis Martínez, Hernán Cortés, 1992 )
El Héroe de
México-Tenochtitlán estaba en la villa de Colima el 9 de enero de 1535 y antes
de emprender su peligrosa conquista a la legendaria “Isla California” redactó y
firmó su Mayorazgo a favor del pequeño Martín Cortés de solo 3 años; ante “dos escribanos y nueve testigos, se
escribió en diez hojas de pergamino por ambos lados, Cortés le imprimió el
sello de sus armas en cera colorada, y se guardó en una caja de plata con una
cinta de seda verde”. (José Luis Martínez, Hernán Cortés, 1992)
“El
15 de abril de 1535 el ejército que fue por tierra y las tres naves se encontraron en Chametla”
A los tres días de ese
encuentro, Cortés se embarca en la bahía de Chamela para saber personalmente la
razón del porqué han sido tan infructuosos los ocho años de exploraciones.
Llevaba 40 jinetes y 113 peones. Desembarca el día de la Santa Cruz, 3 de mayo,
y con ese nombre bautiza al puerto que funda, en el lugar encontró dos
sobrevivientes de la expedición de Fortún Jiménez. Así se asentó la primera
colonia española de la California.
Envía dos barcos para
recoger a los soldados y sus mujeres que se habían quedado esperando en
Chamela. Solamente regresó un barco pues por la tardanza, muchos de los colonos
habían regresado al puerto de Navidad.
Cuando los recién llegados vieron la situación tan lamentable en que se
encontraban Cortés y sus acompañantes, ya sin comida suficiente y solamente con
vida la mitad de los colonos; quedaron espantados. Hernán Cortés decidió
regresar a la costa de Nueva Galicia para traer más refuerzos y comestibles.
Durante su permanencia
de casi un año en “la California” escribió muchas cartas; una de ellas
descubierta por el Padre Cuevas, dirigida a Cristóbal de Oñate:
“Con
la priesa que tuve de mi partida nos os escribí desde luego del puerto del
Espíritu Sancto y agora en esta no se ofrece más que haceros saber que llegué a
este puerto y baya de Santa Cruz, día de sancta cruce de mayo por cuyo respecto
se le puso este nombre.”
“Reconocí la tierra primero de mayo día de los apóstoles y porque en la
parte que reconoscimos era e la mas alta de esta tierra, se le puso por nombre
sierra de Sanct Felipe”
“En
el msmo dia descubrimos una isla que está cerca de esta tierra que se llamó
Santiago y luego vimos otras dos que la una se llama isla de Sanct Miguel y la
otra de Sanct Cristobal”.
“Tardé
XVI días a causa y tiempos contrarios que tuve y de las muchas calmas”
“Faltáronme
de toda la compañía seis caballos entre los cuales fue uno el hoverico que no
lo tuve por poca pérdida. Todos los demás caballos y toda la gente llegaron muy
buenos benedicto Nuestro Señor No os
escribo de la manera y disposición desta tierra porque no he
salido………….de despachar estos navíos por la gente y caballos. Emos visto mucha
gente e algunos han venido. Hay mucha cantidad de perlas e pesquerías. En partiendo estos navíos entraré en la
tierra y a la vuelta habrá más noticias del secreta della y más lugar para
haceros relación de lo que hubiéramos visto”
“No
escribo al señor gobernador hasta que haya cosa cierta que le podamos escribir
más que me encomiendo a su merced. Y al protector también, señor daréis mis
encomiendas y que yo tendré cuidado de le escribir siempre e que agora no lo
hago por lo que tengo dicho”
“Estas
cartas os encomiendo señor que hagáis enviar con persona cierta que fuere a
México, al licenciado Altamirano mi primo, lo más breve que se pudiere. Guarde
Nuestro Señor vuestra noble persona, como señor deseayis””Deste puerto e baya
de Sancta Cruz, XIIII de mayo de DXXXV”
“Lo
que señor mandarles” “El Marqués” (Rubricado)
Carta asentada en el
libro: “Historia de Baja California”, Profesor. Pablo L. Martínez, Patronato
del estudiante baja californiano, 1956.
TERMINAN
LAS CONQUISTAS PERSONALES DE CORTÉS
Ese año de 1535, Cortés
regresó a su palacio de Cuernavaca, para reunirse con su familia y porque había
llegado de España don Antonio de Mendoza
como primer Virrey de la Nueva España.
Sin embargo la
actividad marinera continuaría por la creación y el impulso que le diera el
conquistador. Desde la primera expedición al Perú y la expedición de 1527 a las Islas Filipinas
comandada por su primo Álvaro de Saavedra Cerón, quien había llegado a las
Islas Molucas y encontrado a los marinos sobrevivientes de la expedición de
Loaysa y Elcano: hasta el descubrimiento de California, habían pasado ocho años
de trabajo intenso para construir los primeros astilleros del litoral del Mar
del Sur, base de la navegación y descubrimientos de la costa norteamericana. Cortés había gastado su fortuna, que nunca
sería pagada por la Corona. Todavía en 1540, poco tiempo después de marchar a
España para responder a su Juicio de Residencia; comisionó a Francisco de Ulloa
para recorrer el litoral hasta el grado 32.
Ruta
que siguió el navegante Francisco de Ulloa
Hernán Cortés había
preparado una cuarta expedición para dejar terminado el descubrimiento de las
costas de nueva España, para lo cual nombró a su amigo de muchos años:
Francisco de Ulloa, quien venía
acompañándolo desde el tiempo en que Cortés conquistó definitivamente el
señorío Colhúa.
Ulloa era hombre
sensato y de su confianza, había puesto en orden a los colonos establecidos en
Santa Cruz mientras el Conquistador regresaba a la costa de Nueva Galicia por
las dos naves perdidas. Y permaneció en la California hasta 1537.
En el año de 1539 se
hizo cargo de la última expedición financiada por don Hernán con la comisión de
demostrar si la nueva tierra descubierta era isla o península. Salió de Acapulco el 8 de julio de 1539 con
tres navíos: el Santa Águeda, el Trinidad y el Santo Tomás todos bien
abastecidos como era costumbre de Cortés hacerlo.
Acompañaban a Ulloa
cuatro frailes franciscanos: Antonio de Mena, Raimundo Amiliebus, Pedro de
Aracho y Fray Fernando; el veedor era el antiguo conquistador Francisco de
Terrazas, el escribano Pedro de Palencia
y el piloto Domingo del Castillo quien dibujó minuciosamente el mapa de las
costas bojadas.
En este viaje iba solamente la tripulación
necesaria sin ningún colono. Por órdenes de Cortés se trataba de una expedición
de reconocimiento del litoral y tomar posesión a nombre de la Corona Española
de todas las tierras encontradas.
Francisco de Ulloa el
amigo de Cortés y hombre de su confianza haría el trabajo que las anteriores
expediciones no habían podido, cumpliendo con exactitud los propósitos
descubridores del Marqués del Valle de Oaxaca.
A pesar de que el navío
Santo Tomás se perdió antes de llegar a la bahía de Santa Cruz, los otros
navíos recorrieron durante casi un año litorales desconocidos hasta entonces.
En la bitácora de
Francisco de Ulloa consta que llegaron a Santa Cruz el 29 de agosto y que de
ahí se dirigieron a la costa de Sinaloa para bojear hacia el norte hasta casi
el grado 30 latitud norte. A la entrada del gran río Colorado que llamaron
ancón de San Andrés.
Luego dieron la vuelta
hacia el sur costeando la tierra por lo que se dieron cuenta que se trataba de
una larga península con un mar interior.
Mapa
que indica el viaje descubridor de Francisco de Ulloa, donde demostró que
California era una península y el Mar de Cortés un golfo.
Llegaron a Santa Cruz
el 19 de octubre de ese año de 1539, ahí hicieron un alto para abastecerse de
agua, y luego continuaron hasta una
punta que llamaron de Santiago (hoy Cabo San Lucas), siguieron costeando, esta
vez, otra vez al norte hasta la bahía y puerto de Santa Catarina, y finalmente,
el 20 de enero de 1540 descubrieron tres islas, tomando posesión de la mayor llamándola Isla de Cedros, la
cual describieron como muy verde y habitada por venados y conejos. Situada a
los 27 grados y medio.
En la Isla de Cedros,
el 5 de abril de ese año, el capitán Francisco de Ulloa dio por terminada su
exploración, emprendiendo el regreso a Acapulco con una escala en Manzanillo,
donde encarcelaron a su enviado. Ahí se encontraron con la noticia de que el
Marqués del Valle estaba en España tratando de arreglar sus asuntos con la
Corte.
Entre los
historiadores, el explorador Francisco
de Ulloa ha quedado envuelto en una telaraña de leyendas: Que si siguió
explorando solo en su barco la Trinidad, cosa muy improbable por el carácter
prudente del marino, y que había muerto ahogado con su barco. Que si al regreso
fue asesinado en un altercado con alguno de sus enemigos. Que si murió en la
ciudad de México, etc. etc. Lo cierto es que su mapa fue pasado en limpio por
el piloto y dibujante Domingo del Castillo en 1541, quizá el original fue
llevado a Cortés por el mismo Francisco de Ulloa.
Porque existe el testimonio de Iñigo López de
Mondragón, de que Ulloa regresó a la Nueva España sano y salvo, que luego viajó
a España para acompañar al Marqués y que aún fue con él a la batalla de Argel en la carabela que el
Conquistador armó por propia cuenta para defender a España de los musulmanes.
Este documento lo
publicó el historiador angloamericano Henry R. Wagner en su libro “Francisco de
Ulloa returned” California Historical Society, 1940.
Desde que estaba aún
peleando por la conquista de la gran capital de Moctezuma, había enviado a
algunos de sus capitanes a explorar los territorios del occidente, llegar a la
costa del Mar de Sur e informarse de las minas de oro y plata así como del
posible reino de las amazonas llamado “Califerne” en la saga de Esplandián,
reino donde abundaban las perlas.
“Sabed que a la diestra
de las Indias existe una isla llamada California cerca de un costado del
paraíso terrenal…..porque en toda la isla no había otro metal que el oro”
No es que Cortés
creyera al pie de la letra la novela referida, pero tenía en mente la conquista
del Darién llamado Castilla del Oro por
Pedrarias Dávila y las noticias llegadas a la Isla Española de un reino en el
sur donde los indios cubrían de oro a su rey.
El Marqués esperaba encontrar
por aquellas costas otro Perú, no por la posesión material del áureo metal,
sino porque el oro era el medio para mover las voluntades del hombre común,
cimentar su señorío y, quizá con el tiempo, hacer de Nueva España, su creación, un verdadero Reino de Ultramar.
Por la mano de Dios;
las cuatro primeras expediciones y el descubrimiento de California pertenecen
exclusivamente al pensamiento y obra del conquistador del reino cohlúa y
creador de la Nueva España: Hernán Cortés.
A la indomable voluntad
que tenía Cortés en todas sus empresas descubridoras le detuvo la realidad
física de la naturaleza americana y la personalidad conflictiva e
individualista de sus contemporáneos. Eran pocos los que cooperaban con sus
iniciativas y muchos los le estorbaban sus negocios.
Después de la
colonización de Santa Cruz, le vinieron como un razonable pretexto para
terminar con la aventura californiana, y volver a su feudo de Cuernavaca
aceptando la pérdida de la juventud; las cartas de su mujer la Marquesa, y la
noticia de la llegada del primer virrey don Antonio de Mendoza.
Ya no volvería a
conducir personalmente otra expedición, su cuarta y última empresa descubridora
sería conducida y terminada con éxito por el hombre indicado para ello: Francisco de Ulloa.
LUIS OZDEN.
Texto compuesto de la
Conferencia: “Hernán Cortés y su California, entre la Fantasía y la Muerte” por
Luis Gonzalo Pérez de León Rivero. 21 de Abril de 2009.
CONSIDERACIONES
Y REFLEXIONES
Méjico es un país
marítimo con más de 11 mil kilómetros de litorales en el Océano Pacífico, Golfo
de Méjico, Mar Caribe y Mar de Cortés. Su plataforma oceánica abarca 2oo millas
náuticas de anchura, a todo lo largo de los litorales costeros. Su ubicación geográfica
está en la parte central del Continente americano, como lo indica claramente el
mapa. Desde donde puede dirigirse en línea recta, a todos los continentes del
globo terráqueo.
Desde los días de
Hernán Cortés, esta nación contó con
naves de todos tamaños, construidas con gran esmero por carpinteros españoles y
mano de obra indígena. Utilizando la madera de
sus densos bosques tropicales, estos navíos surcaron todos los mares,
principalmente el inmenso océano Pacífico, durante los trescientos años de su
pertenencia al Imperio Español.
El tráfico de sus
osados navegantes movían personas de todas las razas y pueblos. La Santa
Doctrina Católica se propagaba por los valientes evangelizadores de todas las
órdenes religiosas que competían entre ellas para convertir a los paganos en
adoradores de Cristo.
Las mercaderías se movían en todas
direcciones: Productos naturales, animales, minerales, metales preciosos,
perlas, sedas y joyas, obras de arte, pasaban de Asia a Europa por la ciudad de
Méjico, capital de la Nueva España, que en esos tres siglos tuvo la fama de ser
el centro del mundo.
Sus puertos tenían fama
de riqueza y eran asediados por los piratas ingleses, holandeses y franceses
hugonotes. Los monarcas de las naciones europeas enemigas del Imperio Español
llenos de odio y codicia de riquezas de España, daban patentes de corso a sus súbditos
para asaltar los barcos y los principales puertos del Imperio Español en
América.
La Corona española mandó construir los
castillos fuertes, que aún en estos años del siglo XXI, se mantienen en pie,
como testigos fieles de la valentía de sus defensores.
San Agustín de la
Florida, la Habana, Veracruz, Campeche, Acapulco, Panamá, Cartagena de Indias,
Guayaquil y Lima, son los más famosos puestos
de guardia de la riqueza hispanoamericana.
Méjico, como nación de cultura mediterránea nació con la
Conquista española en el siglo XVI: 13 de agosto de 1521; y como estado
político independiente nació el 27-28 de septiembre de 1821. Con un enorme
territorio de más de casi cinco millones de kilómetros cuadrados, con todos los
climas y riquezas naturales inimaginables. Dotada por Dios con todo lo necesario, para haber
sido una potencia mundial en pocas generaciones y con una
Marina digna de su tamaño e importancia geográfica, se perdió en los sesenta años siguientes.
Después de ser el Reino
de la Nueva España vino a ser una república, un Protectorado del gobierno de los Estados Unidos en octubre de
1824, cuando se instauró la República de
los Estados Unidos Mexicanos, entonces desaparecieron los astilleros, factores de barcos, y también con ellos, la Marina
que pudo haber sido el sostén de la nueva nación.
Sin defensas militares
de tierra y sin Marina, Méjico perdió más de la mitad de su territorio, su pueblo católico fue humillado por la
nación protestante y masónica que ya emergía como potencia mundial, quedando
postrado e inerme por culpa de sus gobernantes republicanos nativos, entregados
desde 1824 a los gobiernos yanquis.
Como resultado de este
desastre, Méjico en este siglo XXI, no tiene astilleros ni una flota digna del
tamaño de sus litorales.
Ahora son los cruceros
extranjeros llenos de turistas que surcan nuestros mares y tocan algunos
puertos. El tráfico mercante internacional y nacional de toda clase de productos
está en manos de extranjeros. Y la Marina mejicana es sencillamente
insuficiente para vigilar las costas.
Según se ve en el
panorama internacional del siglo XXI, este país con un pasado brillante, nunca será potencia marítima.
LUIS OZDEN. Mayo
de 2015.
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