jueves, 27 de junio de 2013
LA FE DE HERNÁN CORTÉS
LA FE DE HERNÁN CORTÉS
LA CRUZ Y LA ESPADA
Frente al pequeño grupo de exploradores se dibujaba la línea costera
de un mundo desconocido. Solamente, dos breves exploraciones anteriores habían tocado ese
litoral; la de Hernández de Córdoba en 1517 y la de Juan de Grijalva en 1518.
México, nuestro país no existía todavía, el pueblo mexicano estaba aún
por nacer, y el territorio que Cortés contemplaba estaba ocupado por muy diversas
tribus paganas que hablaban más de 50 lenguas y dialectos diferentes,
guerreando continuamente unos contra otros. De entre ellos el más fuerte era la
tribu colhúa, casta guerrera seguidora de una religión cruelísima con la cual
esclavizaba a muchos pueblos oscureciendo su espíritu. Cada comunidad sometida
debía entregar, entre otros, un tributo de jóvenes y doncellas para el
sacrificio a sus dioses. Y los caciques temblaban con solo escuchar el nombre
del gran "tlatoani" (Que traducido al castellano es: el que habla más fuerte, el mandamás) Moctezuma.
Para entender la FE de Hernán Cortés y de sus compañeros hay tomar en
cuenta los antecedentes históricos que
habían formado su carácter. En los españoles de los siglos XV Y XVI palpitaba
la sangre de más de 30 generaciones de luchadores contra el musulmán, infiel
invasor de Iberia por casi 800 años. Todos esos siglos de guerra templaron el
valor y la FE de los cristianos, cualidades que no tenían los otros pueblos
europeos.
Por lo tanto, para los hijos de la casta hidalga, empuñar la espada o
la lanza, era la única manera de ganarse el pan y hacer morada. El hidalgo, no
podía ejecutar otro trabajo, deshonra era, hacerlo por otros medios que no
fuesen arriesgar con valor la propia vida, hacer fortuna, mantener su linaje o
crear otro con las armas en la mano; todo esto, era lo correcto y digno para
los jóvenes cristianos. El ancestral llamado de la cruzada medieval estaba en
el alma de los conquistadores del nuevo mundo. La Cruz y la Espada eran los signos de la FE. Salvar las almas de los paganos del Nuevo Mundo, aún contra la
voluntad de estos, y extender el reinado de Jesucristo, eran los principales
motivos de la Conquista; el llamado venía de Dios, los medios, de esos jóvenes,
muchos de los cuales morirían en la aventura.
Hernán Cortés era el prototipo de esa casta de guerreros natos, para
quienes la vida no tenía otro sentido que empuñar la espada, montar a caballo y
arriesgar su vida con valor. Ganar la fortuna del infiel y del pagano a cambio
de llevar la luz de la verdadera FE, protegiendo a los religiosos en su labor
evangelizadora. A los 19 años de edad el joven hidalgo Hernán, se precipitó en el
tumultuoso torrente humano que buscaba fortuna y honra o tal vez la muerte.
Como tantos otros cruzó el océano tormentoso, obedeciendo al llamado divino que
marcó en Descubrimiento y la Conquista del Nuevo Mundo. SERVIR A DIOS Y AL REY
era el lema.
Los hidalgos y la gente llana que se embarcaban en Sevilla para las
nuevas tierras descubiertas; debían registrarse en La Casa de Contratación de
Sevilla, estupendo filtro, que no permitía el ingreso de forajidos, perseguidos
por la Justicia, dudosos cristianos, mujeres de mala vida y de polizontes:
quienes no podían pagar su pasaje.
Con los cientos de miles de documentos del Archivo sevillano se
derriba la Leyenda Negra confeccionada por los enemigos de España con la que afirman
maliciosamente, que los conquistadores del continente eran “bandas de maleantes”. La Corona española controló mucho mejor que
las otras monarquías, a sus emigrantes durante los 330 años que dominó en toda
la Tierra Firme americana. Mientras que la Corona inglesa, por ejemplo: desde principios del
siglo XVII, vació las cárceles y calles de sus ciudades, de toda laya de
indeseables, embarcando a cientos de miles para poblar las costas de
Norteamérica. Propiciando, con esto, la extinción de los indios y la trata de
esclavos negros arrancados del África.
En la mente de los conquistadores españoles, los seres humanos se
dividían en tres clases: cristianos,
infieles y paganos; convertir a éstos a la FE de Jesucristo, a la luz de Su
Revelación y someterlos al Rey Emperador de las Españas era un deber
primordial. Al Rey se le debía lealtad por ser ministro de Dios en la Tierra para
defender a los cristianos de sus enemigos jurados y visibles: los musulmanes;
mientras que al Papa se le obedecía por ser el representante de Cristo para
velar por la salud espiritual de los fieles y defenderlos de los enemigos de la
FE: los judaizantes, los infieles y los herejes.
Hernán Cortés era hombre de FE probada; el soldado cronista Bernal
Díaz del Castillo escribe en su "Historia Verdadera": "Cortés
era muy religioso, rezaba todas las mañanas en su libro de oraciones y oía la
Santa Misa con devoción". Antes de entrar en batalla con los nativos les hacía leer por medio de
sus intérpretes, el Requerimiento legal; si aceptaban ser amigos se les daba la
paz, en caso contrario, se les hacía la guerra.
Para entender a los conquistadores y, con ellos, a su más insigne
representante hay que ser consciente de esta circunstancia: Toda la actuación
de Cortés como conquistador, gobernante, político, poblador y constructor de la
nueva nación mexicana, estaba impregnada del ideal medieval que creó la
civilización cristiana; del amor que sentía por la tierra de su conquista, de
la que hoy formamos parte y de su fidelidad al Rey. Hernán Cortés estaba
convencido de la santidad de su empresa.
Los hombres y mujeres del siglo XXI, sobre todo los que pontifican de
historiadores oficiales, no ven o no quieren ver los verdaderos antecedentes del
nacimiento de la nación mexicana. Influenciados, como están, por los anti
valores del cristianismo, como son: el ateísmo, el liberalismo, la indiferencia
religiosa y el hedonismo; permeados por las corrientes destructoras de la mente
y del espíritu; del mundialismo apabullante y su secuencia sensiblera, romántica, debilitadora de la
educación y del carácter heredados de nuestros ancestros.
A los intelectuales que desprecian la verdad histórica, qué la han
sustituido por otra falsa, fantasiosa y subjetiva, hago un llamado urgente:
recobremos el conocimiento y la difusión de nuestro pasado mediterráneo. Somos
el resultado de la Conquista española. El nacimiento de lo que sería México, comenzó cuando Cortés derribó
los ídolos del templo mayor culhúa inicio de la Conquista, el 13 de agosto de
1521.
LUIS OZDEN
luisozden@yahoo.com
12 de
agosto de 2011
FUENTE
DE INFORMACIÓN: Academia de Hernán
Cortés, San Ángel. Ciudad de México.
miércoles, 19 de junio de 2013
ESCUDO DE ARMAS DE HERNÁN CORTÉS
ESCUDO DE ARMAS DE DON HERNÁN CORTÉS
El
Conquistador, don Hernán Cortés, nacido hacia 1485 en la villa de Medellín,
Extremadura; era hijo único del matrimonio formado por don Martín Cortés de
Monroy natural de Salamanca y doña Catalina Pizarro Altamirano, natural de
Trujillo. Don Hernán heredó el apellido Cortés de su abuela paterna doña María Cortés. Seguramente, por ser ella, portadora de un mayorazgo, en su matrimonio con don Rodrigo de Monroy abuelo paterno de don Hernando. Y suponemos que su nombre Hernán o Fernando le venía por su tío don Hernán o Hernando de Monroy, hermano mayor de su padre. Aunque también, su bisabuelo paterno se llamó Hernán Rodríguez de Monroy.
Aunque su familia era de origen hidalgo, y sus antepasados habían tenido derecho a usar escudo de armas; no hay referencia de que haya usado alguno; ni del lado paterno: Cortés de Monroy; ni del lado materno: Pizarro Altamirano. Tampoco se tiene noticia de que Hernán Cortés haya portado en sus armas algún escudo heráldico de su linaje, cuando vivía en la isla de Cuba, antes de pensar en la conquista de territorios continentales.
Aunque su familia era de origen hidalgo, y sus antepasados habían tenido derecho a usar escudo de armas; no hay referencia de que haya usado alguno; ni del lado paterno: Cortés de Monroy; ni del lado materno: Pizarro Altamirano. Tampoco se tiene noticia de que Hernán Cortés haya portado en sus armas algún escudo heráldico de su linaje, cuando vivía en la isla de Cuba, antes de pensar en la conquista de territorios continentales.
En las crónicas de los
conquistadores acompañantes de Cortés no se encuentra ninguna mención de algún
escudo de armas o divisa heráldica que portara. Solamente tenemos las noticias
de los estandartes o banderines que llevaba con él durante las marchas o los
combates. De los cuales vamos a mencionar algunos:
Cuando
Hernán Cortés desembarcó en las playas de Chalchihuecan, un poco, al sur del
actual Puerto de Veracruz, enarbolaba un banderín confeccionado por él mismo.
Fray Toribio de Benavente Motolinía, lo describe en su Carta al Emperador:
“Traía por bandera una Cruz colorada en campo negro, en medio de unos
fuegos azules y blancos, y la letra decía: Amigos, sigamos la Cruz de Cristo,
que si en Nos hubiere fe, con esta señal venceremos”
Durante los
dos años de batallas, antes de vencer a los Cohlúa, Cortés enarbolaba también,
como estandarte, la imagen de la Santísima Virgen María, que además de
participar en la guerra, le servía para ilustrar a los caciques vencidos acerca
del lugar preponderante que Ella ocupa en nuestra religión. Solamente,
al término de la Conquista, don Hernán va a recibir del Emperador Carlos, el
escudo de armas que usará el resto de su vida.
En la mayor
parte de los retratos existentes del Conquistador aparecen pintadas o dibujadas
sus armas personales concedidas por la Corona, el 7 de marzo de 1525, a
pedimento del propio Cortés.
El
documento original está escrito y dibujado en vitela - tersa piel de ternera -
decorada con miniaturas de colores. Este documento existió en el archivo
privado del Hospital de Jesús de la ciudad de México, fundado por el
Conquistador en 1524. Pero, por una razón no muy clara; en la actualidad, se
exhibe en la Biblioteca del Congreso de la ciudad de Washington en los Estados
Unidos.
La referencia de este documento la encontramos en uno de los libros del eminente
historiador y político del siglo XIX don Lucas Alamán, y en alguna ocasión,
Administrador de los bienes de los descendientes de Cortés en el Marquesado del
Valle de Oaxaca; Alamán, describe íntegramente, en el 2º. Tomo de sus Disertaciones,
esta Cédula Real. Documento muy interesante porque resume en pocas líneas, todo
lo referente a la conquista del Poder Cohlua por Hernán Cortés y sus aliados.
Aparte de
la firma del rey Carlos I, aparecen las firmas, de la reina Doña Juana madre
del Rey; del canciller don Francisco de los Cobos, de don Juan de Sámano, y del
Dr. Carbajal. En una hoja completa, en sus colores está el dibujo que
representa el referido escudo de armas.
A
continuación vamos a reproducir lo que dice la Real Cédula:
“No dejastes de combatir a los de la cibdad
hasta tanto que á cabo de los setenta y
cinco días prendistes al Señor y principales y capitanes de la cibdad,
la cual juntamente con otras provincias fueron reducidas a nuestro servicio, y
distes fin y conclusión a ello: e nos suplicastes y pedistes por merced de vos
diésemos y señálasemos armas, para que las podáis traher y traigáis demás de
las armas que al presente tenéis de vuestros predecesores; y Nos acatando los
muchos trabajos y peligros y aventuras que en lo susodicho pasastes, y porque
de vos y de vuestros servicios quede perpetua memoria, y vos y vuestros
descendientes seais mas honrados, por la presente vos hacemos merced y queremos
que demás de las armas que así tenés de vuestro linaje, podais tener y traer
por vuestras armas propias y conocidas: un escudo que en medio dél a la mano
derecha en la parte arriba haya una águila negra de dos cabezas en campo
blanco, que son las armas de nuestro imperio; y en la otra meitad del dicho
medio escudo á la parte de abajo un león dorado en campo colorado, en memoria
de vos el dicho Hernando Cortés, y por vuestra industria y esfuerzo trajistes
las cosas al estado arriba dicho; en la meitad del otro medio escudo de la mano
izquierda a la parte de arriba, tres coronas de oro en campo negro, la una
sobre las dos, en memoria de los tres Señores de la gran cibdad de Tenustitan y
sus provincias que vos vencistes, que fue el primero Moteczuma que fue muerto
por los indios, teniéndole vos preso, y Cuataoazin su hermano que sucedió en el
señorío y se rebeló contra Nos y os echó de la cibdad, y el otro que sucedió en
el dicho señorío, Cuautemuzin, y sostuvo la dicha rebelión hasta que vos lo
vencistes y prendistes; y en otra meitad del dicho medio escudo de la mano
izquierda a la parte de abajo podais traer la cibdad de Tenustitan, armada
sobre agua, en memoria que por fuerza de armas la ganastes y sujetastes a
nuestro señorío; y por orla de dicho escudo, en campo amarillo siete capitanes
y señores de siete provincias y poblaciones que están en la laguna y entorno
della que se rebelaron contra Nos, y los vencistes y prendistes en la dicha
cibdad de Tenustitan, apresionados y atados con una cadena que se venga á
cerrar con un candado debajo del dicho escudo, y encima dél un yelmo cerrado
con su timble en un escudo atal como este”
Una vez en
posesión de su escudo de armas; don Hernando, hizo dibujar alrededor de todo,
un hermoso lema en latín, confirmando lo que de él escribe el cronista Bernal
Díaz del Castillo: “…porque Cortés era
latino”
El lema
escrito alrededor de su escudo es:
“JUDICIUM DOMINI APREHENDIT EOS, ET FORTITUDO EIUS CORROBORAVIT
BRACHIUM MEUM”
Que
traducido queda así:
“EL JUICIO DE DIOS LOS SOMETIÓ Y LA FUERZA DE MI BRAZO LO CONFIRMÓ”
A
continuación describiremos el escudo de acuerdo a las actuales leyes de la
Heráldica para una mejor comprensión.
“Escudo
cuartelado en Cruz latina”
Leyendo el
dibujo del lado derecho de escudo al izquierdo, y de arriba hacia abajo.
1º. En campo
de plata, un águila de sable bicéfala y explayada: Emblema del Emperador don
Carlos V.
2º. En
campo de sable tres coronas de oro, una sobre las dos, que significan a los
caciques contra quienes luchó Cortés venciéndolos: Moctezuma, Cuitláhuac y Cuauhtémoc.
3º. En
campo de gules, un león de oro, rampante, figura del valeroso Cortés.
4º. En
campo de azur, una ciudad de oro asentada sobre ondas de agua de azur y plata,
que significa la ciudad de Tenochtitlán, capital de Poder meshica, tomada por
Cortés y sus aliados el 13 de agosto de 1521.
Rodeando a
los cuarteles del escudo una bordura de oro con siete cabezas de indios de su
color, bien repartidas y atadas con una cadena de sable que cierra en la punta
del escudo, un candado también de sable. Representan a los caciques de las
principales ciudades que bordeaban el lago central: Tacuba, Coyoacán,
Ixtapalapa, Texcoco, Chalco, Xochimilco y Churubusco. Sometidos por orden de
Cortés.
El escudo
de armas original está adornado con lambrequines de color: oro, sable, gules y
azur; que son los colores de las figuras y de los cuarteles. En lo alto,
aparece un casco cerrado de hidalgo, burelete y cimera de sable. (1)
En la
descripción original no se dan los colores del cuartel número cuatro, por lo
que yo los he supuesto, tampoco aparece timbrado con corona de marqués, por dos
razones:
Primeramente,
porque esta cédula es anterior a la expedida mas tarde en Barcelona, el 6 de
julio de 1529, concediéndole el título de Marqués.
En segundo
lugar, porque en aquella época, siglo XVI, no se acostumbraba dibujar coronas
sobre los escudos de armas. Solamente el Rey tenía derecho a usarla. Esta
costumbre sobrevino en el siglo XVIII bajo los reyes de la Casa de Borbón.
Tampoco
aparece en el original, el escudete que don Hernando colocó en el corazón o
abismo de escudo, siguiendo las órdenes del Emperador: “Podéis completar vuestras armas con algo de vuestro linaje…”
Cortés las completó con las armas propias de la familia aragonesa Monroy
Rodríguez de Varillas, de la que descendía en línea directa de varón, que son:
“En campo
de oro, cuatro palos de gules por las armas del Reino de Aragón; bordura de
azur con ocho cruces griegas de plata, bien repartidas.”
(1)
Los colores heráldicos: azur,
gules, sinople, sable, plata y oro; se traducen por: azul, rojo, verde, negro,
blanco y amarillo.
Luis G. Pérez de León Rivero.
Academia de Hernán Cortés, A.C. Ciudad de México, 19 de junio de 1996.
Fuente de información:
Lucas Alamán, “Hernán Cortés y la Conquista”,
Editorial JUS, 1985.
P. José Bravo Ugarte S.J. “Carta al
Emperador” Motolinía. Editorial JUS, 1949.
Leopoldo Martínez Cosío, “Heráldica de
Cortés”, Editorial JUS, 1949.
Editó: LUIS OZDEN
miércoles, 5 de junio de 2013
CONCIENCIA HISTÓRICA HISPANOAMERICANA
ACADEMIA DE HERNÁN CORTÉS, A. C.
“Por la difusión de la verdad histórica”
REFLEXIONES DIRIGIDAS A LOS ESTUDIANTES
DE LA HISTORIA
Primeramente, el hombre, debe considerar su fe religiosa, dado que toda sociedad humana, naturalmente, llega a tener
alguna creencia en la divinidad. No ha existido sociedad humana, desde el alba
de los tiempos, que haya sido atea. Los ateos son algunos individuos aislados
que en sus elucubraciones intelectuales se pronuncian agnósticos o ateos. Pero
los grupos humanos, aún los más primitivos siempre se han conformado alrededor
de alguna deidad.
Con
mayor razón las sociedades mas elaboradas, han llegado a comprender mejor la
relación de sus miembros con el Creador
del Universo, es entonces, cuando aparece la religión o
la creencia religiosa de los componentes de esa sociedad. Los individuos sabrán
lo que creen y por tanto, tendrán conciencia religiosa.
En segundo lugar, el hombre, conocerá la cultura a que pertenece, es decir, la que vive cotidianamente:
el idioma que modela su pensamiento, y sus costumbres que lo caracterizan y lo
distinguen de las otras sociedades. El conocimiento de lo anterior le
proporcionará, conciencia cultural.
Ahora
bien, a partir de estas dos actitudes conscientes, la fe religiosa y la cultura;
teniendo en cuenta los sucesivos acontecimientos en el tiempo; formará su historia, que bien aprendida, le dará la
conciencia histórica.
Apoyándonos
en las anteriores premisas y contemplando la realidad de las naciones
hispanoamericanas, podemos definir que nuestra Conciencia religiosa está en el cristianismo católico, que nuestra Conciencia cultural está en el Hispanismo o
Hispanoamericanismo, (si se entiende
a la cultura española modificada por la realidad del continente americano), ya
que nuestro idioma es el español, nuestros nombres y apellidos son
mayoritariamente españoles, y por ser nuestras costumbres básicamente hispánicas.
Entendido
lo anterior, debemos colegir que nuestra Conciencia
histórica deberá estar nutrida por los acontecimientos mas importantes que
crearon y conformaron a Hispanoamérica, añadiendo a esta conciencia, las
posibilidades de contribuir al engrandecimiento y perfección de nuestro entorno
nacional.
Cuando
estudiamos la historia hispanoamericana, nuestra Conciencia Histórica nos obliga a adecuar nuestro ser contemporáneo
al momento de la Conquista
militar y espiritual del Nuevo Mundo; a las ideas y acciones que se tomaron
desde las últimas décadas del siglo XV y las primeras del siglo XVI.
Ser
consciente de nuestra Historia, es tratar de entender aquella gesta única,
despojarnos de los prejuicios tan comunes hoy en día como son: el subjetivismo protestante, el
romanticismo decimonónico, el pernicioso indigenismo, el materialismo
dialéctico y el pragmatismo económico
que ensombrecen la mente de casi todos los pensadores e investigadores
contemporáneos, principalmente los que se refieren a la historia de la Conquista española.
Tener
Conciencia Histórica Hispanoamericana es dejar de lado la perniciosa Leyenda Negra impulsada por los
protestantes anglosajones contra España, Hispanoamérica y la Religión Católica.
Nuestra
Conciencia Histórica nos revela, también, que a pesar del paso de los cinco
siglos que nos separan de los actores de la epopeya conquistadora, nos une con
ellos, el hilo conductor de la misma religión y de la misma cultura.
Es
por esto, que no nos es difícil encofrarnos en personajes como Hernán Cortés y
sus capitanes, en fray Toribio de Benavente y los evangelizadores, en Bernal
Díaz del Castillo y los numerosos cronistas que dejaron sus memorias de aquel
acontecimiento.
Que
con la Conquista
y los tres siglos del Virreinato, los nativos americanos fueron arrancados de
su oprobioso paganismo carente de toda caridad para con sus semejantes, de su
aislamiento milenario, de su atraso neolítico, y fueron puestos en la corriente
de la civilización cristiana a diferencia de lo que hicieron los colonizadores
protestantes, quienes en las regiones donde se asentaron, eliminaron sin más, a
las poblaciones nativas.
Está
claro que entre los conquistadores hubo actos heroicos, edificantes, caritativos
y sombríos, características, todas estas, inherentes al ser humano. Qué el
choque que se produjo causó muchos perjuicios a los pueblos conquistados; pero
también España, en su conjunto, se despobló de sus mejores hijos, de los mas
valientes, de los más emprendedores que se atrevieron a cruzar el océano
tormentoso sin miedo a la muerte.
Con
la Conquista
española del siglo XVI comenzaron a nacer nuevas sociedades construidas sobre
tierras y pueblos dispares. Con la
Conquista española se ensanchó el mundo occidental poniendo
los fundamentos de nuevas naciones afines a la gran cultura mediterránea
greco-latina.
Durante
trescientos años, el IMPERIO ESPAÑOL CATÓLICO
englobó a individuos de todas las razas humanas bajo una misma
religión, un mismo idioma y una misma
manera de ver la vida. La gran mayoría de los españoles que participaron en la Conquista del siglo XVI
se quedaron para siempre en los territorios americanos y mezclaron su sangre
con los nativos formando razas nuevas,
producto de esa Conquista. De los
cientos de miles que se asentaron en el continente a lo largo de trescientos
años, los hispanoamericanos contemporáneos somos sus descendientes.
Por lo tanto, la Conciencia Histórica Hispanoamericana nos obliga a reconocer que hay una continuidad
cultural y también genética entre los hispanoamericanos actuales y los
habitantes de la cuenca mediterránea: la misma religión, iguales nombres y
apellidos, el mismo idioma castellano, costumbres y afinidad mental, salidos
todos, de la cultura romana original. En cambio, esa continuidad no la tenemos con
los pueblos nativos anteriores a la Conquista , aunque también, la haya en lo
genético.
Para
el hispanoamericano actual, las culturas prehispánicas son tan ajenas como para
cualquier individuo mediterráneo, con lo cual demostramos la mayor importancia
de lo cultural sobre lo racial o genético.
El
hombre hispanoamericano es consciente de su pertenencia a un orbe de 19
naciones hermanadas por una misma CONCIENCIA HISTÓRICA. Que entonces, ya revestido de esta triple
armadura espiritual y moral, con un criterio bien formado, podrá afrontar con
ventaja, el estado de confusión en que vive la sociedad contemporánea.
VARIOS CONCEPTOS FILOSÓFICOS
ALGUNAS REFLEXIONES
PARA LOS LECTORES
DEL TEXTO SOBRE LA CONCIENCIA HISTÓRICA.
A partir de los siglos XVII
y XVIII, principalmente, los pensadores y filósofos del norte de Europa
dirigieron exageradamente sus ideas por el camino de las ciencias físicas,
alejándose de la metafísica.
El hombre por el solo hecho
de serlo, sea religioso o no, debe equilibrar su pensamiento entre lo físico y'
lo espiritual. Solamente así estará en condición de no extraviarse intelectualmente.
Cuando se investigan los
hechos históricos y se busca la Verdad, se debe estar alerta para evitar caer
en ciertos prejuicios, a veces involuntarios, porque casi siempre son el
resultado de una formación intelectual defectuosa.
Cuando hablamos de "Subjetivismo protestante"
nos referimos a la forma de pensar adquirida por los seguidores del Libre
Examen. La libertad sin trabas en cuanto a la religión, imaginando su propia
relación con Dios, es decir; utilizando para ello el intelecto o la emoción, de
aquí la formación de múltiples sectas. El Subjetivismo es contrario al
Objetivismo, siendo éste la realidad de la vida por el conocimiento de nuestros
cinco sentidos y por la Razón Natural, mientras que el subjetivismo es el
conocimiento de acuerdo con "mi sentir y mi opinión".
Cuando hablamos del "Romanticismo" nos referimos
al movimiento filosófico que los pensadores alemanes pusieron en boga desde
finales del siglo XVIII y que tuvo su apogeo en todo el siglo XIX, sobre todo
en la Literatura y el, Arte. Es la deformación del conocimiento de la realidad
objetiva (los hechos de la vida) por medio del sentimiento y de la opinión
personal.
Cuando hablamos del "Pernicioso indigenismo" nos
referimos a la idealización de los pueblos antiguos, principalmente paganos,
atribuyéndoles cualidades que nunca tuvieron en religión, ciencia, filosofía,
técnica, tradiciones, salud, etc. etc. Otra vez, se trata de la deformación de
la Historia y la Arqueología por razones de partido y de opiniones
seudocientíficas.
Cuando hablamos del "Materialismo dialéctico" nos
referimos a la dialéctica naturalista expuesta en el siglo XIX por Karl Marx y
Federico Engels en Inglaterra. Y cuyos principios materialistas han sido
seguidos por los filósofos e historiadores comunistas aplicándolos a la
Historia y la Arqueología.
Por lo tanto, la sociedad
actual está infectada de Subjetivismo porque responde al ambiente que el
llamado "Globalismo" o "Mundialismo" ha venido imponiendo
en la mente de las últimas cinco generaciones de habitantes. De éstos solamente
una exigua minoría se sale de ese patrón, minoría pensante, de acuerdo al
equilibrio de que hablamos al principio de estas reflexiones; equilibrio entre
el conocimiento físico y el espiritual.
LA BÚSQUEDA DE DIOS,
MIENTRAS VIVIMOS SOBRE LA
TIERRA.
Luis G. Pérez de León
Rivero.
Enero-Febrero de 2011
Editó:
LUIS
OZDEN
martes, 4 de junio de 2013
PELIGRO DE LA MASONERÍA
EL PELIGRO DE LA MASONERÍA PARA EL VERDADERO CATÓLICO
Para hacer esta exposición accesible a todo público,
principalmente a los jóvenes y a sus estimados maestros, vamos a emplear
términos y palabras sencillas que nos aclaren, en pocos renglones, en pocas
palabras, los conceptos que trataremos de sintetizar en lo esencial; sobre el enorme peligro que
ha revestido para la humanidad entera, pero muy particularmente, para la
Iglesia Católica y sus fieles, este Misterio de Iniquidad que San Pablo
menciona en su 2ª. Carta a los
Tesalonicenses, a Tesalónica, ciudad del norte de Grecia. Recomendamos, que se lea completa esta Carta.
ANTECEDENTES SOBRE EL ORIGEN DE LA MASONERÍA:
San Pablo pide a los cristianos de Tesalónica que no
se dejen engañar sobre los rumores de la próxima venida de Nuestro Señor en
aquellos primeros tiempos de la Iglesia,
Que el Misterio de la Iniquidad
efectivamente ya estaba actuando en la
sociedad pero que primero, debería
llegar la Apostasía de la Fe, casi general en los fieles, y apareciendo
después de ello, el hombre de pecado, el hijo de la perdición: el que se opondrá a Dios, y se alzará contra
todo lo que se dice Dios, o se adore, hasta llegar a poner su asiento en el
Templo de Dios, dando a entender que es Dios.
Qué ya saben lo que lo detiene; que es la Fe y la Caridad, que en cuanto éstas
desaparezcan de la sociedad, “entonces se
manifestará el inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de
milagros, de señales y de prodigios falsos…... aquel perverso a quien el Señor
Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su
presencia”
Mientras tanto, en el lapso de tiempo que medió
desde los Apóstoles hasta la Revolución dentro de la Iglesia Católica en el
siglo XX, pasando por las revoluciones ideológicas y sociales de los siglos
XVIII y XIX; el Misterio de Iniquidad siguió actuando a través de los enemigos de
Cristo y de Su Iglesia hasta nuestros días en el tercer milenio.
A continuación, vamos a precisar esta iniquidad y al
enemigo que la difunde:
Desde el alba de los tiempos, desde la primera
creación espiritual de Dios el Creador, esta iniquidad o maldad, que no es creación de Dios, sino de la libre
voluntad de las criaturas hechas a Su
imagen y semejanza. Se manifiesta, en primer lugar, con la rebeldía de Luzbel y sus ángeles, siguiendo con la desobediencia de Adán y Eva, y luego
con los pecados de toda la descendencia humana.
Los descendientes de Adán fueron perdiendo, a lo
largo de las generaciones, la enseñanza original que Dios había infundido a
nuestros primeros padres, mientras los más avispados de los humanos retenían en
su intelecto y en su espíritu, algunas verdades mezcladas con errores y
mentiras.
Solamente muy pocos de ellos, quedaron, por gracia
de Dios, con el conocimiento verdadero para rendir adoración y culto al Creador
siguiendo las inspiraciones divinas para la vida terrena.
En cambio, la gran mayoría de los humanos se
perdieron en la nebulosidad de las ideas y creencias erróneas, dando lugar a
los cultos paganos idolátricos que el genio del Mal les comunicó para
engañarlos.
A continuación vino el nacimiento de las culturas
anteriores a la elección hecha por Dios de los hebreos, un pueblo escogido
entre los paganos, para ser portador de la Tradición Mesiánica o pre cristiana.
Las grandes culturas paganas que se han sucedido
sobre la tierra: la egipcia, la persa, la china o la hindú; las mesopotámicas y
babilónicas, , la griega y la romana, así como tantas otras de menor
importancia esparcidas por los continentes; todas ellas, han rendido culto religioso y sangriento, al Príncipe
de este mundo, es decir a Satanás.
Toda esa liturgia religiosa primitiva tuvo sus templos y sus misterios donde el
diablo revelaba y ordenaba, por medio de sus intérpretes, el Misterio de la Iniquidad.
Entonces, ¿Qué es este Misterio de Iniquidad?; este misterio es:
LA REBELDÍA CONTRA EL DIOS
VERDADERO Y SUS LEYES.
Enseñando lo que la Serpiente del Paraíso propuso a
nuestros primeros padres para apoderarse de ellos:
“SI COMÉIS DEL
FRUTO DEL ÁRBOL QUE ESTÁ EN MEDIO DEL EDÉN SERÉIS COMO DIOSES”
O como la
tercera tentación del demonio a Nuestro Señor Jesucristo en el desierto:
“YO OS DARÉ TODOS LOS
BIENES DE ESTE MUNDO SI ME ADORÁIS”:
EL SECRETO DE LA INIQUIDAD
Las noticias que tenemos de esos Templos de
iniquidad son muchas, solamente citaré una, la del llamado “padre de la
Historia”: Heródoto, quien en el segundo
tomo de su obra indica claramente la razón secreta a que se comprometían los
miembros de esas antiquísimas sociedades:
“Porque yo
conozco todos los misterios del Egipto, ninguno de ellos me es desconocido,
pero no me está permitido hablar de ello……”
Desde el alba de los tiempos, ha habido grupos de
paganos que se reunían en cuevas o grutas para esconderse de los demás y hacer
sus ritos satánicos en el más absoluto secreto comprometiéndose bajo juramento
de sangre, a no revelar a los demás
hombres sus maquinaciones. Con el paso de los siglos se fueron formando, con esos
grupos, las Sociedades Secretas, antecesoras de la Masonería.
Ya desde los tiempos del profeta Ezequiel, alrededor del año 600 A.C.
los judíos se habían entregado a la contaminación religiosa de los pueblos
paganos. Así el profeta escribe en el Capítulo
octavo de su libro, cómo toda la Casa de los príncipes de Israel se entrega
a prácticas idolátricas en los subterráneos del Templo de Jerusalén:
“Y sucedió en el año
sexto, el sexto mes, el día cinco, que estando yo sentado en mi casa, y estando
alrededor mío los ancianos de Judá…… súbitamente se hizo sentir en mí la fuerza
del Señor Dios…..y díjome: Hijo de hombre ¿Piensas acaso que ves tu lo que estos
hacen, las grandes abominaciones que comete aquí la Casa de Israel para que yo
me retire lejos de mi santuario?, pues si vuelves otra vez a mirar verás abominaciones mayores….. horadada que hube la
pared apareció una puerta…..y habiendo entrado, miré, y he aquí, figuras de toda clase de reptiles y de animales y la
abominación de la familia de Israel, y todos sus ídolos estaban pintados por
todo el rededor de la pared. ¡Ay!, setenta hombres de los ancianos de la
familia de Israel estaban de pie delante de las pinturas, y en medio de ellos
Jozonías, hijo de Safán, teniendo cada uno de ellos un incensario en la mano,
porque en lo escondido dicen ellos aquí no nos ve el Señor…..”
Por esa abominación, la Gloria de Dios se retiró del
Templo, y a poco tiempo de la idolatría de los hebreos, vino una guerra que
perdieron y fueron llevados al exilio, adonde también Ezequiel los acompañó.
Seis siglos antes de la Natividad del Señor en
Belén, ya los judíos formaban sociedades secretas para engañar al pueblo en la
oscuridad de los subterráneos del propio Templo de Jerusalén. El Misterio de Iniquidad formado de
tinieblas y mentiras ya actuaba.
Por eso, podemos entender claramente, el rechazo a
Cristo, de la elite judía: príncipes,
sacerdotes, fariseos, escribas y saduceos,
amigos de la oscuridad, que no pudieron entender a Jesucristo y su Doctrina, quien es la Luz Misma: el Camino,
la Verdad y la Vida,
Las Sociedades Secretas cobraron fuerza desde el
momento mismo de la expulsión de los judíos de la Judea por los romanos. Esos
judíos expulsados se refugiaron en varias ciudades de la Mesopotamia, entre los
ríos Éufrates y Tigris, allí fundaron Academias y Sinagogas donde enseñaban a
los judíos de la Diáspora, es decir del destierro; su nueva doctrina llamada el
Talmud; que son mentiras e
interpretaciones falsificadas de la antigua Thorá o Pentateuco: Los Cinco
Libros de Moisés.
A ese libro llamado Talmud o libro de los Preceptos del pueblo judío, agregaron la
conducta que el pueblo judío debía tener con los cristianos, y con odio reconcentrado, denigraban a Cristo y Su Iglesia.
Esos judíos desterrados por los romanos que vivían
bajo el imperio persa eran los descendientes de aquellos fariseos a los que
Nuestros Señor Jesucristo había anunciado su ruina y condenación por haberle
rechazado.
San Juan cap. 8, vrs. 42 a 47.Dijo Jesús: 42 “Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a
mí: pues yo salí y vengo de Dios: no he venido por mí mismo sino que Él me ha
enviado 43¿Poqué no comprendéis mis palabras? Porque no podéis admitir mi
doctrina, 44 El padre de quien vosotros
procedéis es el diablo, y queréis hacer lo que quiere vuestro padre. Él fue
homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad
en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y el padre
de la mentira. 45 A mí en cambio, porque digo la verdad, no me creéis. 46
¿Quién de vosotros puede convencerme de pecado? Si digo verdad, ¿Por qué no me
creéis? 47El que es de Dios, oye las palabras de Dios: vosotros no las oís
porque no sois de Dios……”
Según escribe San Mateo en el Capítulo 23, 33-36 de
su Evangelio:
!Serpientes, raza de víboras!,
¿Cómo podéis escapar a la condenación del infierno? Por esto, mirad: os voy a
enviar profetas, sabios y escribas. A unos los matareis y los crucificaréis, a
otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en
ciudad, para que caiga sobre vosotros toda
la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel,
hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el
santuario y el altar. EN VERDAD OS DIGO TODO ESTO VENDRÁ SOBRE LA PRESENTE
GENERACIÓN”
Y este otro pasaje: San Mateo cap. 21, vs.43-46.
“Por esto os digo que el reino de Dios se os va a quitar a
vosotros para darse a un pueblo que entregue sus frutos. 44. Todo el que
caiga sobre esta piedra se estrellará y sobre quien ella caiga, lo aplastará.
45 Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos que oyeron sus parábolas,
conocieron que se refería a ellos; 46 y, aunque deseaban prenderlo, temían al
pueblo, que lo tenía por un profeta”.
Este otro pasaje viene al caso: San Mateo cap. 27,
vs.24 a 26
24 Viendo Pilatos que no
adelantaba nada, sino que el tumulto aumentaba, tomó agua y se lavó las manos
delante del pueblo, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo. Vosotros
veréis, 25 Y todo el pueblo respondió Su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos
26, “Entonces les soltó a
Bar Abas y a Jesús lo azotó y lo entregó para que fuese crucificado”.
El odio de los judíos por Nuestro Señor Jesucristo y
los cristianos les venía de los jefes judíos
y de toda la jerarquía que pidió la Crucifixión de Cristo y de los que
gritaron: Caiga su sangre sobre nuestras
cabezas y sobre nuestros hijos. El pueblo judío y su jerarquía en conjunto,
atrajo sobre sí la ira de DIOS PADRE
hasta el fin de los tiempos.
Perdido para ellos el Reino de Dios, no les quedó
otro camino que someterse al Príncipe de
este mundo, como lo habían hecho los paganos, y jurando ante él, su odio
mortal a Cristo y sus fieles para destruir por completo su Iglesia. Eso han
pensado ellos hasta la fecha actual y han
sido el motor de todo el mal que han podido hacernos a los cristianos a lo
largo de dos mil años, usando los individuos y las circunstancias más
diversas.
Desde incitar a los emperadores romanos para
martirizar a los primeros cristianos, o apoyando a los herejes dentro de la
Iglesia, promoviendo guerras contra los pueblos cristianos; y entre los propios
cristianos. Corrompiendo a la sociedad de las naciones cristianas por medio de
las sociedades secretas, de las
filosofías impías, de las costumbres deleznables y las falsas doctrinas,
inspiradas todas, por su padre el Diablo.
Ellos, los
judíos, los que rechazaron y crucificaron materialmente al Verbo de Dios,
nuestro Dios Uno y Trino, ellos que han
sido y siguen siendo nuestros mayores enemigos. ¡Son ellos nuestros mayores enemigos!
Pero, todos los católicos sabemos, desde la
infancia, por la Recta Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, que debemos perdonar a nuestros enemigos
y lo hacemos porque Nuestro Señor nos lo manda, y lo rezamos en cada Padre
Nuestro: Señor, perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros
deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo mal,
Amén
LA MASONERÍA
La Masonería y los masones salen de ese Misterio
de Iniquidad del que San Pablo habla en su 2ª. Carta a los Tesalonicenses.
Ellos, los masones, son el arma del
judaísmo, el mayor enemigo del cristiano y de la Iglesia de Nuestro Señor
Jesucristo, y así ha sido, desde la vida
pública del Verbo de Dios encarnado.
La “Masonería” es el nombre moderno que
dieron los franceses a la doctrina
liberal que endiosa al hombre. Esta
palabra es una derivación del adjetivo masón,
que se traduce al castellano por albañil.
Porque dentro de los gremios de los albañiles que habían quedado cesantes
después de terminadas las grandes catedrales medievales en Francia, entraron
individuos impíos que corrompieron su fe religiosa católica, para incitarlos a rebelarse secretamente
contra la Iglesia Católica durante los siglos XIII, XIV, XV, XVI y XVII.
Los masones se reunían en logias o sociedades
secretas e impulsaron los errores doctrinales del final de la Edad Media, que
desembocaron en verdaderas herejías, como los cátaros o albigenses, templarios,
alquimistas, rosacruces, lollardos, hussitas; todos ellos antecesores
doctrinales de la Revolución Protestante iniciada por el monje agustino hereje Martín Lutero en octubre de 1517, seguida con Ulrico Zuinglio en 1520, Juan Calvino en 1533 y Tomás Cranmer fundador de la Iglesia
Anglicana en 1552. El Cisma protestante fue de mucho mayor peligro para la
Iglesia Católica que las herejías medievales. Porque el cisma abarcó la mitad
de Europa, fue más importante que el propiciado por los ortodoxos griegos. La
unidad de Fe, unidad de Comunión y unidad de Gobierno querida por Nuestro Señor
Jesucristo se vio afectada y dicha unidad rota.
Sin embargo; la más grave y dolorosa revolución en el seno de la Iglesia ha
sido la del Concilio Vaticano II de 1962-1965. Porque mientras la revolución
protestante había partido de simples clérigos, la Revolución que provocó el
Segundo Concilio Vaticano salió de la misma cabeza de la Iglesia: los
cientos de obispos y cardenales, casi dos mil, reunidos en torno a dos Papas,
que sin comprometer su infalibilidad, dieron su anuencia y aliento para cambiar
la doctrina y la liturgia con miras de quedar bien con el mundo, rechazando la Tradición que desde
el Concilio de Trento, 1545 a 1563, se había continuado rigurosamente por
cuatro siglos hasta 1958: por eso podemos pensar que se trata del Misterio de Iniquidad.
Entre el común de los católicos de todo los tiempos
existe gran desconocimiento acerca del origen y significado de la Masonería, a pesar de las
advertencias que los Sumos Pontífices hicieran desde 1738 por S.S. Clemente
XII, previniendo a los fieles del peligro que representaban las sociedades
secretas de los masones impulsadas por los judíos desde la oscuridad de sus
logias establecidas dentro de las naciones cristianas.
Es por tanto necesario, hacer una lista de las
principales advertencias pontificias contra el Misterio de Iniquidad que no ha dejado de actuar, bajo diversos
nombres, en su trabajo de destrucción del Orden Católico.
Las herejías más importantes de los siglos XVIII,
XIX y XX en el seno de la Iglesia Católica
fueron el jansenismo, el quietismo, el naturalismo, el Libre
Pensamiento, el naturalismo de J.J. Rousseau, religión que adora al corazón
humano, romanticismo que desemboca en la religión del progreso, la ciencia y la
técnica de la era moderna. El Liberalismo y sus filósofos; desde Descartes,
Locke y David Hume, Kant así como los revolucionarios Marat y Robespierre y más
tarde Saint Simon, Fourieur, Proudhon hasta Carlos Marx padre del comunismo.
Todos ellos ganados e impulsados por la
Masonería.
El Americanismo, nació en los Estados Unidos hacia la segunda mitad
del siglo XIX que de comenzar por ser el celo de un converso protestante al
catolicismo: Isaac Haecker, llegó a convertirse en doctrina que condena la
constitución tradicional de la Iglesia Católica con el pretexto de que “El porvenir pertenece a la Democracia”
y que la palabra Libertad tiene un poder
mágico sobre las almas. La Iglesia debe dejar de ser de una manera o de otra
una Religión de Autoridad, para asar a ser, como el protestantismo, religión de
libertad”
“La Edad Media colocó en primer lugar las virtudes pasivas: humildad,
obediencia, pobreza, mortificación, etc. Nuestra
época estima con razón que las virtudes activas son mucho más importantes:
la energía en la acción, el apostolado exterior, la lucha por medio de la
palabra, la prensa, la publicidad, en una palabra, el dinamismo para hacer triunfar la paz y la justicia. Los hombres
de acción son los dueños del mundo”
El Papa León XIII, condenó el americanismo
en su carta “Testem benevolentiae”, dirigida al cardenal Gibbons el 22 de enero
de 1899.
El americanismo quedó sumergido, pero los cardenales y obispos
americanos modernistas fueron muy influyentes en Concilio Vaticano II. Además,
dentro del clero norteamericano ha existido desde entonces, la corriente
modernista a la que condenó duramente el Papa San Pío X en su encíclica
“Pascendi dominici greeci” el 8 de septiembre de 1907. Donde analiza
minuciosamente las ideas de los modernistas incrustados en la Iglesia, que sin
duda, habían sido influidos por la
Masonería.
LISTA DE LOS PRINCIPALES DOCUMENTOS PONTIFICIOS
ADVIRTIENDO A LOS FIELES DEL PELIGRO DE LA MASONERÍA.
Hasta donde se sabe: en el año de 1717, las cuatro principales Logias masónicas de
Europa se reunieron en la ciudad de Londres, Inglaterra para coordinar sus ataques al Orden Católico, comenzando
por planear la destrucción del Imperio Católico Español.
En la capital inglesa quedó constituido el Centro
Masónico, desde donde sucesivamente, saldrían las directivas a todos los
lugares del mundo católico de Europa y América. Teniendo como fin último,
aparentemente irrealizable, la conquista de Roma, la Sede de San Pedro. Para lo
cual se emplearían los más diversos medios y tácticas sugeridas por el espíritu
del Mal, ese Misterio de Iniquidad del
que ya hemos hablado.
La actividad que desplegaron los masones de todos
los ritos fue intensa, a tal grado que 21 años después de 1717, el Papa Clemente XII emitió la primera Encíclica de
advertencia a los fieles del peligro de los masones.
S.S. Clemente XII, Constitución “In
Eminenti…”, Año 1738.
“Tal es el crimen y la
naturaleza de las sociedades secretas de los masones que se traiciona a sí
mismo, y que los propios esfuerzos que los propios esfuerzos que hacen para
ocultarlo lo hacen notar mejor. Así las sociedades dichas han despertado tan
fuertes sospechas en el espíritu de los fieles que afiliarse a ellas es
mancharse con el signo de una completa perversión. Y en efecto, si esos hombres
no hiciesen el mal ¿Tendrían tan grande horror a la luz? Esta reprobación ha
llegado a ser tan manifiesta, que en muchos países el mismo poder secular ha
proscrito y prohibido dichas sociedades como contrarias a la seguridad de los
Reinos”
S.S, Benedicto XIV, Constitución “
Pro Vidas,,,,”, 1751.
Renueva lo dicho por su antecesor y agrega que:
“La reunión de hombres de
toda religión y secta traerá los más graves daños a la pureza de la religión
católica; acerca del riguroso secreto a que se comprometen los miembros de esas
logias, es seguramente por los crímenes contra el orden establecido sea
religioso o político. El Papa recomienda a los Obispos y Superiores
eclesiásticos, como a los Príncipes seculares cumplir con el deber de extinguir
dichas sociedades”
Por extrañas
razones durante el siglo XVIII, solamente esos dos Sumos Pontífices emitieron
advertencias contra la Masonería.
Tendríamos que llegar al siglo XIX para encontrar la siguiente condenación
cuando ya la Masonería había
perpetrado miles de crímenes y había tomado posesión de casi todos los
gobiernos de Europa y América.
S.S. Pío VII, Letras Apostólicas “Ecclesiam a JesuChristo”, 13 de septiembre de 1821.
El Papa condenó a todas las sectas masónicas, pero
especialmente a la secta de los Carbonarios, que hacen afectación a Jesucristo,
su doctrina y su Iglesia, y propagan el racionalismo o la indiferencia
religiosa, parodiando la Pasión de Nuestro Señor, y haciendo irrisión de los
demás Misterios cristianos, y favorecen toda empresa sediciosa, permitiendo
matar al que haga cualquiera revelación, Por lo cual han sido tantos los
asesinatos en Italia.
S.S. León II, Constitución
“Que Graviora”. 13 de marzo de 1825.
Condena severamente a la secta de los
“Universitarios”, atribuye a las sectas masónicas la Revolución Francesa, y
todos los daños que sufrieron la Religión Católica y la Iglesia. Que la secta
arriba mencionada niega la existencia de Dios y sostienen que el alma muere con
el cuerpo. Que todas las sectas masónicas están aliadas entre sí por el lazo
criminal de sus proyectos infames.
S.S. Pío VII, Encíclica “Traditi”,
del 21 de mayo de 1829.
El Papa escribe a los Patriarcas, Primados y Obispos
y denuncia esas asociaciones de hombres facciosos, enemigos declarados de Dios
y de los Príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en
trastornar los Estados, en perturbar todo el universo abriendo el camino a
todos los crímenes.
S.S. Gregorio XVI, Encíclica “Mirari
vos”, del 15 de agosto de 1835.
El Papa se dirige ahora al mundo entero, señala a la Masonería como la principal causa de
todas las calamidades de la Tierra y de los Reinos, y como el sumidero impuro
de todas las sectas y herejías anteriores.
S.S. Pío IX, Encíclica “Quipluribus”,
del 9 de noviembre de 1846, más de veinte
alocuciones y la Encíclica “Multiplices
machinaciones” del 25 de septiembre de 1865.
El Papa confirma las condenaciones hechas por sus
antecesores y enseguida advierte:
“Entre las numerosas
maquinaciones y los diversos medios de que los enemigos del nombre cristiano se
han valido para atacar a la Iglesia y con los cuales han tratado de, aunque en
vano, de destruirla, es menester contar, sin duda alguna, Venerables Hermanos,
esa secta perversa, llamada vulgarmente masónica, que oculta al principio en
antros tenebrosos, ha acabado por salir a la luz, para ruina de la religión y
de la sociedad civil…”
“Ciertamente, ni nuestros
padres ni nosotros jamás habríamos tenido que deplorar tantos movimientos
sediciosos y revolucionarios, tantas guerras incendiarias que pusieron fuego a
la Europa entera ni tantos males que han afligido y aún la afligen; si los Príncipes hubieran hecho caso de las
exhortaciones de los Papas anteriores que les inculcaban el deber de reprimir
las malignas sectas….”
En otra de sus alocuciones al respecto; el 20 de
abril de 1876 el Papa declara que todas esas condenaciones y prohibiciones se
extienden a las logias del Brasil y a las de cualquier lugar de la tierra, para
destruir el engaño de los masones brasileños que afirmaban que esa
condenaciones eran solo para Europa y no para la América que, según ellos y de
la beneficencia, solo se dedicaban al progreso de la civilización.
A continuación vamos a espigar el documento más
duro, completo e interesante que ningún otro Papa había escrito antes. Se trata
de la Carta ENCÍCLICA “HUMANUM GENUS”
Encíclica que emitió S.S.
León XIII, el 20 de abril de 1884.
“A los venerables hermanos Patriarcas, Primados,
Arzobispos y Obispos de todo el orbe católico que se conservan en gracia y
comunión de la Sede Apostólica.”
“El humano
linaje, después de haberse, por envidia del demonio, miserablemente
separado de Dios, creador y dador de los
bienes celestiales, quedó dividido en
dos bandos diversos y adversos, de los cuales el uno combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por cuanto es contrario a la virtud y
la verdad.
El uno es el Reino de Dios
en la Tierra, es
decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual, quien quisiere estar
adherido de corazón según conviene a la salvación, necesita servir a Dios y a
su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo,
bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo sus
funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer la ley divina y eterna, y acometen
empresas contra Dios o prescindiendo de Dios mismo.
Agudamente conoció y describió Agustín estos dos
reinos a modo de dos ciudades de contrarias leyes y deseos, compendiando con
sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de
Dios, edificó la ciudad terrena; el
amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial.
Durante toda
la continuación de los siglos contienden entre sí con varias y múltiples armas
y peleas, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, todos
los que favorecen la peor parte parecen conspirar unidos y batallan con la
mayor vehemencia, siéndoles guía y
auxilio la sociedad que llaman de los Masones, extensamente dilatada y
firmemente constituida.
Sin disimular ya sus intentos, audacísimamente se animan contra la majestad de Dios, maquinan
abiertamente y en público la ruina de la santa Iglesia, y esto con el propósito
de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los
beneficios que les granjeo Jesucristo, nuestro Salvador.
Esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la secta
masónica constituida contra todo derecho y conveniencia era no menos perniciosa
al Estado que a la Religión Cristiana, y amenazando con las más grandes penas
que suele emplear la Iglesia contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad (de la Masonería).
El Papa sigue descubriendo con minuciosidad a la
Masonería en sus propósitos como en sus tácticas de ocultamiento, hipocresía y
astucia diabólica.
Dice: “Con
apariencia de beneficencia, toman la máscara de literatos y sabios que se
reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la
civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la
condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la
sociedad civil”
También advierte que la Masonería está ligada a
otras sociedades civiles y que aún con capa religiosa, que son como satélites
de ella y que maneja como ganchos para atraer incautos. En cada país y tiempo
se siguen formando con el pretexto de hacer beneficencia y tener lazos sociales
de convivencia.
S,S, León XIII ya conocía los grandes males que se
desarrollarían durante el siglo XX, como el indiferentismo religioso, y la
igualdad de todos los cultos religiosos que en este tercer milenio vemos por
doquier.
La única educación religiosa que agrada a los
masones, y con la que ellos desean “educar”, (nosotros decimos más bien pervertir) a la juventud es la llamada Laica,
Independiente y Libre de toda influencia religiosa católica, con la cual intentan
inducir en los jóvenes, un comportamiento naturalista poniendo a la Naturaleza como
el principio y norma de la justicia.
Casi al final de su Encíclica “Humanum Genus”, el
Papa encarece a los Obispos que pongan todo su empeño en la educación de la
juventud, esperanza de la sociedad. Por tanto. Interesa a los maestros
católicos de todos los tiempos.
Dice: “Poned en su
educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hagáis, creáis haber
hecho lo bastante para preservar a la adolescencia de las escuelas y maestros
de quienes pueda temerse el pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a
los directores espirituales, a los párrocos, a que insistan, al enseñar la
doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos de la
perversidad de estas sociedades, y que aprendan desde luego a precaverse de las
fraudulentas y varias artes que suelen emplear. Y aún no harían mal los que preparan a los niños para
recibir la primera comunión, en persuadirles que se
propongan y empeñen a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a
sus padres, a su confesor o con su párroco”
El Papa se adelantó un siglo en advertir que los
gobiernos masónicos emitirían leyes completamente contrarias a las Leyes
divinas, como lo están haciendo, en la actualidad siglo XXI, todos los
gobiernos de los pueblos que se dicen todavía cristianos.
Y pedía, hace más de 125 años, lo que hoy mismo
pretendemos: Arrancar a los masones su máscara, para que sean
conocidos tales como son.
Aquí viene al caso una anécdota personal que quiero
incluir en esta exposición, porque trae una sencilla y contundente definición
de lo que es la Masonería.
La primera vez que oí hablar de la Masonería, fue cuando yo era adolescente, hace casi setenta
años, en la Secundaria del colegio de los hermanos lasallistas o de San Juan de
Lasalle.
Ya en ese entonces, los maestros enseñaban a los
alumnos, en la clase de religión, a conocer quiénes eran los mayores enemigos de nuestra religión, para estar
bien advertidos, y no ser engañados más adelante cuando tuviésemos que dejar
los colegios católicos y recibir información en Centros laicos y liberales, de
maestros agnósticos o francamente anticatólicos. A continuación voy a presentarles algunas
definiciones interesantes.
De mi libro de “La
Doctrina Cristiana” F.T.D. de 1929,
he tomado lo siguiente:
En la Lección CVII dice: Errores modernos:
Racionalismo, Materialismo, Liberalismo.
En la Lección CVIII dice: Errores modernos: Masonería, Americanismo, Modernismo.
En la Lección CIX dice: Errores modernos:
Espiritismo, Teosofismo, Socialismo.
698. ¿Qué es la Masonería?
“La Masonería es más bien una secta impía que un error; se puede
definir: Una asociación secreta compuesta de personas de cualquier nación y
religión que, bajo el falaz pretexto de socorro mutuo, libertad y progreso,
tiene por fin último y principal la destrucción de las monarquías católicas y
del reino de Dios, del Trono y del Altar
Según los países y las
ciudades, hay varios ritos masónicos. Los masones de un mismo rito y lugar
forman una Logia; el lugar de reuniones se llama Templo Masónico o Logia.
En algunos de sus templos rinden un
verdadero culto a Satanás.
En otros profanan
la Sagrada Hostia por odio a Jesucristo, o se entregan a ceremonias ridículas,
o parodian las de la Iglesia, dando por ejemplo el Bautismo laico, etc.
Muchas revoluciones son
obra de la Masonería, la que en
algunos países domina de tal modo, que todas sus leyes llevan el sello de la
irreligión, y puede que nadie puede a
los empleos públicos si no se es masón. Es como una obligación entre los
masones inmiscuirse, abierta o solapadamente, en todos los asuntos políticos de
las naciones y vedar terminantemente a los católicos tomar parte en ellos.
(Este es el caso de la República Mexicana desde 1857 hasta el presente tercer
milenio).” L.O.
Ese conocimiento dado por maestros católicos desde
mi infancia me preservó, a lo largo de mi vida, de haber aceptado los
ofrecimientos que se me hicieron en varias ocasiones para pertenecer a la Masonería.
La Masonería ha sido condenada nominalmente por casi todos los
Papas desde el siglo XVIII.
S.S. Clemente XII emitió en 1738 la Constitución“In Eminenti”, en que asienta con
energía; “Nadie, sin pecado grave y sin incurrir en excomunión, puede dar su
nombre a la secta masónica, ni permanecer en ella; y todo cristiano debe trabajar en extirparla, prevenir a los incautos,
instruir a los ignorantes y ayudar a los débiles para que todos se libren de
sus redes.”
Para terminar la presente exposición voy a los
últimos párrafos que escribió S,S, el Papa León XIII en 1884.
“Bien conocemos que todos
nuestros comunes trabajos no bastarán para arrancar estas perniciosas semillas
en el campo del Señor, si desde el Cielo el dueño dela viña nuestros esfuerzos
benignamente”
“La secta, se levanta
insolente, y regocijándose de sus triunfos los masones no parecen poner ya
límites a su pertinacia, se prestan mutuo auxilio, todos unidos en nefando
consorcio y por comunes y ocultos designios, unos a otros se excitan a todo
malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa: En primer lugar que
todos los buenos se unan en amplísima coalición de obras y oraciones,”
“Le pedimos que
estrechando filas resistan los ímpetus cada vez más violentos de los sectarios;
y por otro, que levanten a Dios las manos y le supliquen que florezca con nuevo
vigor la Religión cristiana, que vuelvan a la buena senda los descarriados, y
los errores abran paso a la verdad y los vicios a la virtud. Tomemos por nuestro auxilio y mediadora a
la Virgen María Madre de Dios, ya que venció a Satanás en su concepción
purísima; despliegue su poder contra las sectas impías, donde se ven
claramente revivir la soberbia contumaz, la indómita perfidia y os astutos
fingimiento del demonio”
“Pongamos por intercesor
al Príncipe de los Ángeles del Cielo,
San Miguel, quien arrojó a los enemigos infernales; a San José, esposo de
la Virgen Santísima, celestial patrono de la Iglesia Católica, a los grandes
apóstoles San Pedro y San Pablo, sembradores de la fe cristiana y sus invictos
defensores. En su patrocinio y en la perseverancia de todos en la oración,
confiamos que Dios acuda oportuna y benignamente al género humano, expuesto a
tan enormes peligros.
Y en prenda de los dones
celestiales y de nuestra benevolencia, con el mayor amor os damos la bendición
apostólica en el Señor, a vosotros, venerables Hermanos todo confiado, y al
clero y al pueblo todo confiado a vuestro cuidado.”
Dado en Roma, junto a San Pedro, a 20 de abril del
año 1884, séptimo de nuestro pontificado.
LEON, PP. XIII.
La encíclica
que acabamos de espigar es, desde luego,
la más esclarecida, la más completa sobre el peligro de la Masonería,
pero existe desde hace muchos siglos la tendencia intelectual que ha propiciado
y alimentado a las sectas masónicas; esa
tendencia es el pensamiento liberal, basado en el Libre examen protestante en materia religiosa.
Así, cuatro años después de la anterior, S.S. León
XIII, emitió el 20 de junio de 1888, otra
encíclica muy importante aunque poco difundida:
“LIBERTAS
PRAESTANTISSIMUM”
Sobre la
libertad humana y el Liberalismo,
doctrina filosófica compuesta por los filósofos impíos que al principio de esta
exposición hemos mencionado.
El Papa había visto perfectamente, de donde venía el
combustible de la Masonería, este
es: El Libre Pensamiento.
“La Libertad es
una noción relativa, como también lo es la obediencia. Es buena en la medida en
que busca el bien y deja de ser libertad en la medida en que conduce al mal.
Dios no nos ha dado la libertad por sí misma, sino para que nos podamos dirigir
al bien sin estar determinados por él.”Asienta el Papa.
León XIII distingue entre el libre albedrío o libertad psicológica o natural, y el uso bueno o malo de ese libre
albedrío o libertad moral.
La libertad natural o libertad psicológica, o también, libre albedrío
del hombre:
Solamente se consideran
libres, a los seres espirituales que tienen inteligencia o razón. Y no a los
animales que solo obedecen al instinto.
La libertad moral o el uso de la libertad:
Si consideramos que el fin
último del hombre es Dios, entonces nuestra libertad tiene que elegir entre los
medios que nos conducen a ese fin, que es Dios, y no a otro. Nuestra libertad
de criaturas, al contrario de la libertad del Creador, puede conducirnos al mal
a causa de la debilidad de nuestra inteligencia que puede equivocarse. Corremos
el riesgo de elegir lo que es contrario a nuestro fin, que es Dios, apeteciendo
un bien aparente que en realidad es un mal. Abrazar un bien engañoso, por más
que sea indicio de libre albedrío, es un
defecto de la libertad.
Así también la voluntad, don de Dios para hacer el bien y no el mal, lo mismo
depende de la razón, siempre que
apetece algo que de la recta razón
se aparta, inficiona en sus fundamentos viciosamente a la libertad y usa de ella perversamente. Es decir: por la libertad elegimos y por la voluntad
actuamos.
Elegir un mal, y hacer el mal es defecto de la libertad, porque en el fondo hemos elegido la propia
destrucción. Querer lo que es pecado es desear la propia imperfección.
Buscar hacer el mal es querer el propio aniquilamiento. Por lo tanto, este es
el caso de los individuos que proclaman la
Libertad como cosa inalterable en sí; que endiosan la libertad humana, como
los filósofos del liberalismo; que dicen que el hombre es libre, y que tiene el
poder y derecho de ejercer su libertad, y hacer lo que quiera, aún si se trata
de hacer el mal.
Este es el razonamiento de los liberales de
cualquier tipo, por ejemplo los masones quienes
se llaman a sí mismos “hombres libres”, y que su ideología, filosofía, religión
y conducta son en todo liberales.
He aquí claramente expresado, por S.S. León XIII, en
pensamiento de los enemigos de la Recta
Doctrina de la tradición católica.
El hombre de mente liberal confunde todas las
nociones, sus palabras son ambiguas, no las define claramente. El hombre de
mente liberal es ese espíritu falso que siempre se contradice a sí mismo,
afirmando una cosa y dando a la contraria el mismo valor, poniéndose en una
incoherencia constante. Los liberales no
son gente absoluta, siempre se sitúan entre el error y la verdad, se
contradicen y se escabullen. Y de este
modo tratan de destruir la verdad, el dogma y la Fe.
Lamentablemente, este pensamiento dirige nuestras
sociedades actuales, y como una mancha de aceite lo ha invadido todo, hasta la
Jerarquía eclesiástica que participó en el Concilio Pastoral Vaticano II, y
cuya gran mayoría consiguió “la renovación” de todo lo que la
Iglesia Católica había creído y practicado hasta 1958, para adecuarse a las
costumbres liberales del mundo. La desviación de esa mayoría de los jerarcas de
la Iglesia se debió, en buena parte al pensamiento
liberal que desde el siglo XIX había esta pugnando por tratar de conciliar
el error con la verdad; lo mundano con
lo divino; la Ciudad de Dios con la Ciudad del hombre. La reconciliación y la
paz entre los opuestos a cualquier precio. Preconizando
la libertad de consciencia y libertad de cultos.
Pero con esto, se han ido debilitando cuando no
destruido, las fuerzas de resistencia de los católicos apegados a su Tradición
milenaria que ha sido siempre absolutista y tajante en la VERDAD MISMA que es la Fe en la Revelación de Jesucristo Nuestro Señor, Su Doctrina y Su Iglesia.
¿QUÉ ES LA LIBERTAD PARA
EL FIEL CATÓLICO?
Siguiendo el pensamiento de las Encíclicas de los
Papas especialmente las de S.S. León XIII.
La Libertad es la facultad de elegir los procedimientos,
guardando el orden a un debido fin. Dios nos ha determinado ese fin para
siempre. Él es el fin último de nuestra vida, es decir: La Gloria de Dios y la salvación de nuestra alma. Y para llegar a
ese fin último, Dios nos guía con Sus
Leyes.
Las Leyes del Decálogo son “los letreros” del camino
que debe conducirnos al fin último de nuestra vida que es estar en la presencia
de Dios. Tenemos la libertad y somos
libres de hacer caso a los letreros del camino haciendo uso de los dones
divinos: nuestra voluntad o libre
albedrío de criaturas. O de no hacer caso de ellos y perdernos.
Nuestra libertad de
criaturas no es absoluta, solamente es absoluta para Dios el Creador de todo lo
que existe.
Sin embargo los liberales a ultranza, los masones dicen: “Si el fin último de la libertad está determinado ya, entonces no
somos libres, no tenemos libertad”. Quieren aplicar el absolutismo a la
libertad sin verse como criaturas que son; ellos quieren ser como Dios, el
mismo pensamiento de Luzbel. Los liberales, y con ellos, todo lo que se deriva
de su pensamiento como es la doctrina del Liberalismo en todas sus modalidades:
la Masonería; las Filosofías humanistas; las doctrinas materialistas, etc.
Usan la libertad de manera perversa, la usan en
forma contraria a lo constituido por Dios: no para la Gloria y Servicio del
Creador, sino para hacer su propia
voluntad egoísta.
El liberalismo
es el compendio de todas las herejías, por tanto, para un católico, adoptar las
ideas y comportamientos liberales es
cometer pecado grave.
Mientras el verdadero católico ha de usar la
Libertad para lo que Dios la dio a sus criaturas: Salvar su alma y dar Gloria a su Creador. La festividad de Cristo Rey fue instituida por S.S. Pío
XI contra la herejía del liberalismo.
He aquí la importancia de la Encíclica “Libertas Praestantissimun” que llega
hasta el fondo de la definición de la
Libertad, y que con ella trata de eliminar los errores del Liberalismo
masónico.
A pesar de las advertencias anteriores, hoy en día,
la mayor parte de los países, sino es que todos los de raíz cristiana, se rigen
por Constituciones políticas impregnadas de liberalismo elaboradas por la
Masonería.
Pero esto no quiere decir que no haya remedio:
Nuestro Señor Jesucristo y Su Santísima Madre la Virgen María nos han dado la
solución para este terrible mal del Misterio de Iniquidad que menciona San
Pablo en segunda carta a los tesalonicenses.
La solución la reveló San Pío X en su lema de pontificado: “INSTAURARE OMNIA IN CHISTO”
OBRAS CONSULTADAS:
La Santa
Biblia: Versión directa de los textos primitivos por Mons. Johann Straubinger,
Prensa Católica, 1958.
“Soy yo el
acusado, quien tendría que juzgarlos”, Mons. Marcel Lefebvre, Voz en el
Desierto, 2004.
“Simbolismo de
la Masonería”, Mons. Johann Gabriel Meurin, NOS, Madrid, 1957.
“La Tradición
Apostólica versus la Cábala Gnóstica”, Luis G. Pérez de León, 2002.
“Il problema
dell’ora presente”, Enrico Dellassus, 1907.
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