jueves, 14 de noviembre de 2019

ENCUENTRO DE HERNAN CORTES CON MOCTEZUMA




QUINTO CENTENARIO DE LA LLEGADA 
DE HERNÁN CORTÉS AL ACTUAL TERRITORIO DE MÉJICO


ENCUENTRO DE HERNÁN CORTÉS CON MOCTEZUMA
8 DE NOVIEMBRE DE 1519




El 3 de noviembre de 1519, HERNÁN CORTÉS  y sus acompañantes europeos que no llegaban a 500 personas,  seguidos por decenas de indios del cacicazgo de Zempola en la costa del Golfo, aunque algunos cronistas dicen que éstos renunciaron a seguirlo por miedo a los meshicas, lo que yo no creo, y resguardados por unos dos mil aliados tlaxcaltecas que lo seguían desde la trampa de Cholula, temprano en la mañana , atravesaron el paso entre los dos grandes volcanes nevados: Ixtlacihuatl (mujer blanca) y Popocatépetl (montaña que humea)
Cortés ya tenía noticias de ese paso y de todo lo que había al otro lado de la Sierra Nevada, incluida la gran capital meshica que podía verse en la lejanía. Porque cuando estaba en Tlaxcala había comisionado a Pedro de Alvarado y a Andrés de Tapia a visitar a Moctezuma. También  Diego de Ordaz con cuatro soldados había llegado a la cumbre de volcán Popocatépetl a 5600 metros de altitud. Aunque ninguno de los exploradores había pasado del señorío de Texcoco ya tenían conocimiento de cómo llegar hasta el trono del Gran Chamán.
La tarde de ese día llegaron al poblado de Amecameca a una altura de 2800 metros sobre el nivel del mar, donde pernoctaron, saliendo muy temprano al otro día, en dirección de la capital del señorío de Texcoco, donde fueron rodeados por multitud de curiosos admirados del aspecto de los recién llegados. Ahí, llegaron embajadores de Moctezuma que insistieron a Cortés que diese vuelta y no tratara de entrar a la capital meshica en la isleta de la enorme laguna. Sin embargo el Cacique del lugar pariente del Gran Chamán Moctuzuma, los acogió con amistad y les proporcionó alimentos y regalos. Sin embargo Cortés mandó correos a la capital, con la noticia a Moctezuma de que iba en son de guerra y que no pararía hasta llegar frente a él.
Esos dos días los empleó en conocer los poblados ribereños del sur de la laguna, y pernoctar en Ixtapalapa, que recibió el elogio de Cortés por la belleza de sus huertos y de sus casas bien construidas.
El siguiente 7 de noviembre Cortés y la hueste que le acompañaba estaban en Coyoacán (lugar de los lobos o coyotes) población en la ribera de la gran laguna de agua dulce.
De ahí se encaminaron a la calzada o terraplén de un ancho de 12 metros que  conducía directamente a la isleta, ciudad capital de la tribu meshica o azteca donde se asentaba el poder  gobernante, que sometía a millones de otras tribus, explotadas cruelmente sin ninguna caridad a su dominio, por la casta de los “cohlúas o pipiles”. Eran los enormes territorios que iban desde la Costa del Golfo o Shicalanco hasta la costa del océano Pacífico o Ayotlan y desde las tierras centrales llamadas por los meshicas como el Anáhuac hasta la actual Centroamérica.
Ahora, Hernán Cortés y sus acompañantes avanzaban entre la bruma de una fresca mañana del 8 de noviembre de 1519, hasta la gran ciudad llamada Méshico-Tenochtitlan, (En el ombligo de la luna) lugar del gran templo del demonio llamado Huechilopóztli. Ahí residía el Gran Chamán o sacerdote de esa religión sangrienta: Moctezuma-Shocoyotzin, dueño y señor de innumerables pueblos cuyos jefes temblaban con solo oír su nombre.
Hernán Cortés valientemente sereno, rodeado de sus capitanes y sus dos capellanes Bartolomé de Olmedo Y Juan Díaz, así como de sus dos intérpretes Doña Marina (Malintzin) y Gerónimo de Aguilar avanzaron llenos de admiración por el paisaje que se les presentaba.
EN LAS FAUCES DE LA SERPIENTE
El soldado Bernal Díaz del Castillo describe magistralmente en su relación, el  encuentro de los dos mundos tan diferentes que compondrían la futura nación mejicana del siglo XIX.
Después de una caminata de dos horas llegaron a un huerto sembrado de flores de todas clases, llamado Huitzitlán (jardín de los colibríes) donde se detuvieron por la multitud de gente que los esperaba.
“Vinieron muchos caciques y principales con muchas ricas mantas sobre si, y el gran Montezuma enviaba cuatro de los principales caciques a recibirnos, luego se volvieron por el Montezuma que venía en ricas andas, luego se apeó el gran Montezuma y los más principales lo traían de los brazos bajo un riquísimo palio de plumas verdes y argentería y labores de oro. El gran Montezuma venía muy ricamente ataviado y calzado de unas como sandalias de suelas de oro y pedrería y los caciques le ponían mantas para que no pisase la tierra y nadie le miraba a los ojos sino que todos miraban al suelo.”
“Cortés se apeó del caballo porque entendió que Moctezuma quería verlo y quiso abrazarlo, lo que impidieron sus acompañantes. Y Montezuma le dio en bienvenido a Cortés y doña Marina le dijo al Moctezuma que nuestro Cortés le daba las gracias y le deseaba mucho bien y que estaba contento de haber visto a tan gran príncipe. Y entonces Cortés sacó un cordón de vidrios que se dicen margaritas porque brillan con muchos colores. Y el Montezuma le dio a Cortés otro collar de piedras verdes ensartadas en cordones de oro. Entonces el Montezuma volvió a sus andas para regresar a su palacio. Antes ordenó a dos de sus sobrinos que acompañaran a Cortés y sus capitanes hasta el lugar de su alojamiento. Y nos tenían aparejada una muy suntuosa comida a su uso y costumbres que luego comimos. Y fue esta nuestra venturosa y atrevida entrada a la suntuosa ciudad de Tenustitlán- Méshico, a 8 días del mes de noviembre, año de nuestro Señor Jesucristo de 1519 años. Gracias a Nuestro Señor Jesucristo por todo. E puesto que no vaya expresado otras cosas que había que decir, perdónenme que no lo sé decir mejor por ahora hasta su tiempo. E dejemos de más pláticas e volvamos a nuestra relación de lo que más nos avino; lo cual diré adelante…”
Luis G. Pérez de León y Rivero. 8 nov. 2019.

El descubrimiento de los restos de Hernán Cortés el 24 de noviembre de 1946.