QUINTO CENTENARIO DE LA LLEGADA
DE HERNÁN CORTÉS AL ACTUAL TERRITORIO DE MÉJICO
ENCUENTRO DE HERNÁN CORTÉS CON MOCTEZUMA
DE HERNÁN CORTÉS AL ACTUAL TERRITORIO DE MÉJICO
ENCUENTRO DE HERNÁN CORTÉS CON MOCTEZUMA
8
DE NOVIEMBRE DE 1519
El 3 de noviembre de
1519, HERNÁN CORTÉS y sus acompañantes
europeos que no llegaban a 500 personas, seguidos por decenas de indios del cacicazgo
de Zempola en la costa del Golfo, aunque algunos cronistas dicen que éstos
renunciaron a seguirlo por miedo a los meshicas, lo que yo no creo, y resguardados
por unos dos mil aliados tlaxcaltecas que lo seguían desde la trampa de Cholula,
temprano en la mañana , atravesaron el paso entre los dos grandes volcanes
nevados: Ixtlacihuatl (mujer blanca) y Popocatépetl (montaña que humea)
Cortés ya tenía
noticias de ese paso y de todo lo que había al otro lado de la Sierra Nevada, incluida
la gran capital meshica que podía verse en la lejanía. Porque cuando estaba en
Tlaxcala había comisionado a Pedro de Alvarado y a Andrés de Tapia a visitar a
Moctezuma. También Diego de Ordaz con
cuatro soldados había llegado a la cumbre de volcán Popocatépetl a 5600 metros
de altitud. Aunque ninguno de los exploradores había pasado del señorío de
Texcoco ya tenían conocimiento de cómo llegar hasta el trono del Gran Chamán.
La tarde de ese día llegaron
al poblado de Amecameca a una altura de 2800 metros sobre el nivel del mar,
donde pernoctaron, saliendo muy temprano al otro día, en dirección de la capital
del señorío de Texcoco, donde fueron rodeados por multitud de curiosos
admirados del aspecto de los recién llegados. Ahí, llegaron embajadores de
Moctezuma que insistieron a Cortés que diese vuelta y no tratara de entrar a la
capital meshica en la isleta de la enorme laguna. Sin embargo el Cacique del
lugar pariente del Gran Chamán Moctuzuma, los acogió con amistad y les
proporcionó alimentos y regalos. Sin embargo Cortés mandó correos a la capital,
con la noticia a Moctezuma de que iba en son de guerra y que no pararía hasta llegar
frente a él.
Esos dos días los
empleó en conocer los poblados ribereños del sur de la laguna, y pernoctar en
Ixtapalapa, que recibió el elogio de Cortés por la belleza de sus huertos y de
sus casas bien construidas.
El siguiente 7 de
noviembre Cortés y la hueste que le acompañaba estaban en Coyoacán (lugar de
los lobos o coyotes) población en la ribera de la gran laguna de agua dulce.
De ahí se encaminaron a
la calzada o terraplén de un ancho de 12 metros que conducía directamente a la isleta, ciudad capital
de la tribu meshica o azteca donde se asentaba el poder gobernante, que sometía a millones de otras
tribus, explotadas cruelmente sin ninguna caridad a su dominio, por la casta de
los “cohlúas o pipiles”. Eran los enormes territorios que iban desde la Costa
del Golfo o Shicalanco hasta la costa del océano Pacífico o Ayotlan y desde las
tierras centrales llamadas por los meshicas como el Anáhuac hasta la actual
Centroamérica.
Ahora, Hernán Cortés y
sus acompañantes avanzaban entre la bruma de una fresca mañana del 8 de
noviembre de 1519, hasta la gran ciudad llamada Méshico-Tenochtitlan, (En el
ombligo de la luna) lugar del gran templo del demonio llamado Huechilopóztli. Ahí
residía el Gran Chamán o sacerdote de esa religión sangrienta:
Moctezuma-Shocoyotzin, dueño y señor de innumerables pueblos cuyos jefes
temblaban con solo oír su nombre.
Hernán Cortés valientemente
sereno, rodeado de sus capitanes y sus dos capellanes Bartolomé de Olmedo Y
Juan Díaz, así como de sus dos intérpretes Doña Marina (Malintzin) y Gerónimo
de Aguilar avanzaron llenos de admiración por el paisaje que se les presentaba.
EN
LAS FAUCES DE LA SERPIENTE
El soldado Bernal Díaz
del Castillo describe magistralmente en su relación, el encuentro de los dos mundos tan diferentes
que compondrían la futura nación mejicana del siglo XIX.
Después de una caminata
de dos horas llegaron a un huerto sembrado de flores de todas clases, llamado
Huitzitlán (jardín de los colibríes) donde se detuvieron por la multitud de
gente que los esperaba.
“Vinieron
muchos caciques y principales con muchas ricas mantas sobre si, y el gran
Montezuma enviaba cuatro de los principales caciques a recibirnos, luego se
volvieron por el Montezuma que venía en ricas andas, luego se apeó el gran
Montezuma y los más principales lo traían de los brazos bajo un riquísimo palio
de plumas verdes y argentería y labores de oro. El gran Montezuma venía muy
ricamente ataviado y calzado de unas como sandalias de suelas de oro y pedrería
y los caciques le ponían mantas para que no pisase la tierra y nadie le miraba
a los ojos sino que todos miraban al suelo.”
“Cortés
se apeó del caballo porque entendió que Moctezuma quería verlo y quiso
abrazarlo, lo que impidieron sus acompañantes. Y Montezuma le dio en bienvenido
a Cortés y doña Marina le dijo al Moctezuma que nuestro Cortés le daba las
gracias y le deseaba mucho bien y que estaba contento de haber visto a tan gran
príncipe. Y entonces Cortés sacó un cordón de vidrios que se dicen margaritas
porque brillan con muchos colores. Y el Montezuma le dio a Cortés otro collar
de piedras verdes ensartadas en cordones de oro. Entonces el Montezuma volvió a
sus andas para regresar a su palacio. Antes ordenó a dos de sus sobrinos que
acompañaran a Cortés y sus capitanes hasta el lugar de su alojamiento. Y nos
tenían aparejada una muy suntuosa comida a su uso y costumbres que luego
comimos. Y fue esta nuestra venturosa y atrevida entrada a la suntuosa ciudad
de Tenustitlán- Méshico, a 8 días del mes de noviembre, año de nuestro Señor
Jesucristo de 1519 años. Gracias a Nuestro Señor Jesucristo por todo. E puesto que no
vaya expresado otras cosas que había que decir, perdónenme que no lo sé decir
mejor por ahora hasta su tiempo. E dejemos de más pláticas e volvamos a nuestra
relación de lo que más nos avino; lo cual diré adelante…”
Luis G. Pérez de
León y Rivero. 8 nov. 2019.
El
descubrimiento de los restos de Hernán Cortés el 24 de noviembre de 1946.
No hay comentarios:
Publicar un comentario