EL PELIGRO DE LA MASONERÍA PARA EL VERDADERO CATÓLICO
Para hacer esta exposición accesible a todo público,
principalmente a los jóvenes y a sus estimados maestros, vamos a emplear
términos y palabras sencillas que nos aclaren, en pocos renglones, en pocas
palabras, los conceptos que trataremos de sintetizar en lo esencial; sobre el enorme peligro que
ha revestido para la humanidad entera, pero muy particularmente, para la
Iglesia Católica y sus fieles, este Misterio de Iniquidad que San Pablo
menciona en su 2ª. Carta a los
Tesalonicenses, a Tesalónica, ciudad del norte de Grecia. Recomendamos, que se lea completa esta Carta.
ANTECEDENTES SOBRE EL ORIGEN DE LA MASONERÍA:
San Pablo pide a los cristianos de Tesalónica que no
se dejen engañar sobre los rumores de la próxima venida de Nuestro Señor en
aquellos primeros tiempos de la Iglesia,
Que el Misterio de la Iniquidad
efectivamente ya estaba actuando en la
sociedad pero que primero, debería
llegar la Apostasía de la Fe, casi general en los fieles, y apareciendo
después de ello, el hombre de pecado, el hijo de la perdición: el que se opondrá a Dios, y se alzará contra
todo lo que se dice Dios, o se adore, hasta llegar a poner su asiento en el
Templo de Dios, dando a entender que es Dios.
Qué ya saben lo que lo detiene; que es la Fe y la Caridad, que en cuanto éstas
desaparezcan de la sociedad, “entonces se
manifestará el inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de
milagros, de señales y de prodigios falsos…... aquel perverso a quien el Señor
Jesús matará con el aliento de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su
presencia”
Mientras tanto, en el lapso de tiempo que medió
desde los Apóstoles hasta la Revolución dentro de la Iglesia Católica en el
siglo XX, pasando por las revoluciones ideológicas y sociales de los siglos
XVIII y XIX; el Misterio de Iniquidad siguió actuando a través de los enemigos de
Cristo y de Su Iglesia hasta nuestros días en el tercer milenio.
A continuación, vamos a precisar esta iniquidad y al
enemigo que la difunde:
Desde el alba de los tiempos, desde la primera
creación espiritual de Dios el Creador, esta iniquidad o maldad, que no es creación de Dios, sino de la libre
voluntad de las criaturas hechas a Su
imagen y semejanza. Se manifiesta, en primer lugar, con la rebeldía de Luzbel y sus ángeles, siguiendo con la desobediencia de Adán y Eva, y luego
con los pecados de toda la descendencia humana.
Los descendientes de Adán fueron perdiendo, a lo
largo de las generaciones, la enseñanza original que Dios había infundido a
nuestros primeros padres, mientras los más avispados de los humanos retenían en
su intelecto y en su espíritu, algunas verdades mezcladas con errores y
mentiras.
Solamente muy pocos de ellos, quedaron, por gracia
de Dios, con el conocimiento verdadero para rendir adoración y culto al Creador
siguiendo las inspiraciones divinas para la vida terrena.
En cambio, la gran mayoría de los humanos se
perdieron en la nebulosidad de las ideas y creencias erróneas, dando lugar a
los cultos paganos idolátricos que el genio del Mal les comunicó para
engañarlos.
A continuación vino el nacimiento de las culturas
anteriores a la elección hecha por Dios de los hebreos, un pueblo escogido
entre los paganos, para ser portador de la Tradición Mesiánica o pre cristiana.
Las grandes culturas paganas que se han sucedido
sobre la tierra: la egipcia, la persa, la china o la hindú; las mesopotámicas y
babilónicas, , la griega y la romana, así como tantas otras de menor
importancia esparcidas por los continentes; todas ellas, han rendido culto religioso y sangriento, al Príncipe
de este mundo, es decir a Satanás.
Toda esa liturgia religiosa primitiva tuvo sus templos y sus misterios donde el
diablo revelaba y ordenaba, por medio de sus intérpretes, el Misterio de la Iniquidad.
Entonces, ¿Qué es este Misterio de Iniquidad?; este misterio es:
LA REBELDÍA CONTRA EL DIOS
VERDADERO Y SUS LEYES.
Enseñando lo que la Serpiente del Paraíso propuso a
nuestros primeros padres para apoderarse de ellos:
“SI COMÉIS DEL
FRUTO DEL ÁRBOL QUE ESTÁ EN MEDIO DEL EDÉN SERÉIS COMO DIOSES”
O como la
tercera tentación del demonio a Nuestro Señor Jesucristo en el desierto:
“YO OS DARÉ TODOS LOS
BIENES DE ESTE MUNDO SI ME ADORÁIS”:
EL SECRETO DE LA INIQUIDAD
Las noticias que tenemos de esos Templos de
iniquidad son muchas, solamente citaré una, la del llamado “padre de la
Historia”: Heródoto, quien en el segundo
tomo de su obra indica claramente la razón secreta a que se comprometían los
miembros de esas antiquísimas sociedades:
“Porque yo
conozco todos los misterios del Egipto, ninguno de ellos me es desconocido,
pero no me está permitido hablar de ello……”
Desde el alba de los tiempos, ha habido grupos de
paganos que se reunían en cuevas o grutas para esconderse de los demás y hacer
sus ritos satánicos en el más absoluto secreto comprometiéndose bajo juramento
de sangre, a no revelar a los demás
hombres sus maquinaciones. Con el paso de los siglos se fueron formando, con esos
grupos, las Sociedades Secretas, antecesoras de la Masonería.
Ya desde los tiempos del profeta Ezequiel, alrededor del año 600 A.C.
los judíos se habían entregado a la contaminación religiosa de los pueblos
paganos. Así el profeta escribe en el Capítulo
octavo de su libro, cómo toda la Casa de los príncipes de Israel se entrega
a prácticas idolátricas en los subterráneos del Templo de Jerusalén:
“Y sucedió en el año
sexto, el sexto mes, el día cinco, que estando yo sentado en mi casa, y estando
alrededor mío los ancianos de Judá…… súbitamente se hizo sentir en mí la fuerza
del Señor Dios…..y díjome: Hijo de hombre ¿Piensas acaso que ves tu lo que estos
hacen, las grandes abominaciones que comete aquí la Casa de Israel para que yo
me retire lejos de mi santuario?, pues si vuelves otra vez a mirar verás abominaciones mayores….. horadada que hube la
pared apareció una puerta…..y habiendo entrado, miré, y he aquí, figuras de toda clase de reptiles y de animales y la
abominación de la familia de Israel, y todos sus ídolos estaban pintados por
todo el rededor de la pared. ¡Ay!, setenta hombres de los ancianos de la
familia de Israel estaban de pie delante de las pinturas, y en medio de ellos
Jozonías, hijo de Safán, teniendo cada uno de ellos un incensario en la mano,
porque en lo escondido dicen ellos aquí no nos ve el Señor…..”
Por esa abominación, la Gloria de Dios se retiró del
Templo, y a poco tiempo de la idolatría de los hebreos, vino una guerra que
perdieron y fueron llevados al exilio, adonde también Ezequiel los acompañó.
Seis siglos antes de la Natividad del Señor en
Belén, ya los judíos formaban sociedades secretas para engañar al pueblo en la
oscuridad de los subterráneos del propio Templo de Jerusalén. El Misterio de Iniquidad formado de
tinieblas y mentiras ya actuaba.
Por eso, podemos entender claramente, el rechazo a
Cristo, de la elite judía: príncipes,
sacerdotes, fariseos, escribas y saduceos,
amigos de la oscuridad, que no pudieron entender a Jesucristo y su Doctrina, quien es la Luz Misma: el Camino,
la Verdad y la Vida,
Las Sociedades Secretas cobraron fuerza desde el
momento mismo de la expulsión de los judíos de la Judea por los romanos. Esos
judíos expulsados se refugiaron en varias ciudades de la Mesopotamia, entre los
ríos Éufrates y Tigris, allí fundaron Academias y Sinagogas donde enseñaban a
los judíos de la Diáspora, es decir del destierro; su nueva doctrina llamada el
Talmud; que son mentiras e
interpretaciones falsificadas de la antigua Thorá o Pentateuco: Los Cinco
Libros de Moisés.
A ese libro llamado Talmud o libro de los Preceptos del pueblo judío, agregaron la
conducta que el pueblo judío debía tener con los cristianos, y con odio reconcentrado, denigraban a Cristo y Su Iglesia.
Esos judíos desterrados por los romanos que vivían
bajo el imperio persa eran los descendientes de aquellos fariseos a los que
Nuestros Señor Jesucristo había anunciado su ruina y condenación por haberle
rechazado.
San Juan cap. 8, vrs. 42 a 47.Dijo Jesús: 42 “Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais a
mí: pues yo salí y vengo de Dios: no he venido por mí mismo sino que Él me ha
enviado 43¿Poqué no comprendéis mis palabras? Porque no podéis admitir mi
doctrina, 44 El padre de quien vosotros
procedéis es el diablo, y queréis hacer lo que quiere vuestro padre. Él fue
homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad
en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y el padre
de la mentira. 45 A mí en cambio, porque digo la verdad, no me creéis. 46
¿Quién de vosotros puede convencerme de pecado? Si digo verdad, ¿Por qué no me
creéis? 47El que es de Dios, oye las palabras de Dios: vosotros no las oís
porque no sois de Dios……”
Según escribe San Mateo en el Capítulo 23, 33-36 de
su Evangelio:
!Serpientes, raza de víboras!,
¿Cómo podéis escapar a la condenación del infierno? Por esto, mirad: os voy a
enviar profetas, sabios y escribas. A unos los matareis y los crucificaréis, a
otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en
ciudad, para que caiga sobre vosotros toda
la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel,
hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el
santuario y el altar. EN VERDAD OS DIGO TODO ESTO VENDRÁ SOBRE LA PRESENTE
GENERACIÓN”
Y este otro pasaje: San Mateo cap. 21, vs.43-46.
“Por esto os digo que el reino de Dios se os va a quitar a
vosotros para darse a un pueblo que entregue sus frutos. 44. Todo el que
caiga sobre esta piedra se estrellará y sobre quien ella caiga, lo aplastará.
45 Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos que oyeron sus parábolas,
conocieron que se refería a ellos; 46 y, aunque deseaban prenderlo, temían al
pueblo, que lo tenía por un profeta”.
Este otro pasaje viene al caso: San Mateo cap. 27,
vs.24 a 26
24 Viendo Pilatos que no
adelantaba nada, sino que el tumulto aumentaba, tomó agua y se lavó las manos
delante del pueblo, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo. Vosotros
veréis, 25 Y todo el pueblo respondió Su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos
26, “Entonces les soltó a
Bar Abas y a Jesús lo azotó y lo entregó para que fuese crucificado”.
El odio de los judíos por Nuestro Señor Jesucristo y
los cristianos les venía de los jefes judíos
y de toda la jerarquía que pidió la Crucifixión de Cristo y de los que
gritaron: Caiga su sangre sobre nuestras
cabezas y sobre nuestros hijos. El pueblo judío y su jerarquía en conjunto,
atrajo sobre sí la ira de DIOS PADRE
hasta el fin de los tiempos.
Perdido para ellos el Reino de Dios, no les quedó
otro camino que someterse al Príncipe de
este mundo, como lo habían hecho los paganos, y jurando ante él, su odio
mortal a Cristo y sus fieles para destruir por completo su Iglesia. Eso han
pensado ellos hasta la fecha actual y han
sido el motor de todo el mal que han podido hacernos a los cristianos a lo
largo de dos mil años, usando los individuos y las circunstancias más
diversas.
Desde incitar a los emperadores romanos para
martirizar a los primeros cristianos, o apoyando a los herejes dentro de la
Iglesia, promoviendo guerras contra los pueblos cristianos; y entre los propios
cristianos. Corrompiendo a la sociedad de las naciones cristianas por medio de
las sociedades secretas, de las
filosofías impías, de las costumbres deleznables y las falsas doctrinas,
inspiradas todas, por su padre el Diablo.
Ellos, los
judíos, los que rechazaron y crucificaron materialmente al Verbo de Dios,
nuestro Dios Uno y Trino, ellos que han
sido y siguen siendo nuestros mayores enemigos. ¡Son ellos nuestros mayores enemigos!
Pero, todos los católicos sabemos, desde la
infancia, por la Recta Doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, que debemos perdonar a nuestros enemigos
y lo hacemos porque Nuestro Señor nos lo manda, y lo rezamos en cada Padre
Nuestro: Señor, perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros
deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo mal,
Amén
LA MASONERÍA
La Masonería y los masones salen de ese Misterio
de Iniquidad del que San Pablo habla en su 2ª. Carta a los Tesalonicenses.
Ellos, los masones, son el arma del
judaísmo, el mayor enemigo del cristiano y de la Iglesia de Nuestro Señor
Jesucristo, y así ha sido, desde la vida
pública del Verbo de Dios encarnado.
La “Masonería” es el nombre moderno que
dieron los franceses a la doctrina
liberal que endiosa al hombre. Esta
palabra es una derivación del adjetivo masón,
que se traduce al castellano por albañil.
Porque dentro de los gremios de los albañiles que habían quedado cesantes
después de terminadas las grandes catedrales medievales en Francia, entraron
individuos impíos que corrompieron su fe religiosa católica, para incitarlos a rebelarse secretamente
contra la Iglesia Católica durante los siglos XIII, XIV, XV, XVI y XVII.
Los masones se reunían en logias o sociedades
secretas e impulsaron los errores doctrinales del final de la Edad Media, que
desembocaron en verdaderas herejías, como los cátaros o albigenses, templarios,
alquimistas, rosacruces, lollardos, hussitas; todos ellos antecesores
doctrinales de la Revolución Protestante iniciada por el monje agustino hereje Martín Lutero en octubre de 1517, seguida con Ulrico Zuinglio en 1520, Juan Calvino en 1533 y Tomás Cranmer fundador de la Iglesia
Anglicana en 1552. El Cisma protestante fue de mucho mayor peligro para la
Iglesia Católica que las herejías medievales. Porque el cisma abarcó la mitad
de Europa, fue más importante que el propiciado por los ortodoxos griegos. La
unidad de Fe, unidad de Comunión y unidad de Gobierno querida por Nuestro Señor
Jesucristo se vio afectada y dicha unidad rota.
Sin embargo; la más grave y dolorosa revolución en el seno de la Iglesia ha
sido la del Concilio Vaticano II de 1962-1965. Porque mientras la revolución
protestante había partido de simples clérigos, la Revolución que provocó el
Segundo Concilio Vaticano salió de la misma cabeza de la Iglesia: los
cientos de obispos y cardenales, casi dos mil, reunidos en torno a dos Papas,
que sin comprometer su infalibilidad, dieron su anuencia y aliento para cambiar
la doctrina y la liturgia con miras de quedar bien con el mundo, rechazando la Tradición que desde
el Concilio de Trento, 1545 a 1563, se había continuado rigurosamente por
cuatro siglos hasta 1958: por eso podemos pensar que se trata del Misterio de Iniquidad.
Entre el común de los católicos de todo los tiempos
existe gran desconocimiento acerca del origen y significado de la Masonería, a pesar de las
advertencias que los Sumos Pontífices hicieran desde 1738 por S.S. Clemente
XII, previniendo a los fieles del peligro que representaban las sociedades
secretas de los masones impulsadas por los judíos desde la oscuridad de sus
logias establecidas dentro de las naciones cristianas.
Es por tanto necesario, hacer una lista de las
principales advertencias pontificias contra el Misterio de Iniquidad que no ha dejado de actuar, bajo diversos
nombres, en su trabajo de destrucción del Orden Católico.
Las herejías más importantes de los siglos XVIII,
XIX y XX en el seno de la Iglesia Católica
fueron el jansenismo, el quietismo, el naturalismo, el Libre
Pensamiento, el naturalismo de J.J. Rousseau, religión que adora al corazón
humano, romanticismo que desemboca en la religión del progreso, la ciencia y la
técnica de la era moderna. El Liberalismo y sus filósofos; desde Descartes,
Locke y David Hume, Kant así como los revolucionarios Marat y Robespierre y más
tarde Saint Simon, Fourieur, Proudhon hasta Carlos Marx padre del comunismo.
Todos ellos ganados e impulsados por la
Masonería.
El Americanismo, nació en los Estados Unidos hacia la segunda mitad
del siglo XIX que de comenzar por ser el celo de un converso protestante al
catolicismo: Isaac Haecker, llegó a convertirse en doctrina que condena la
constitución tradicional de la Iglesia Católica con el pretexto de que “El porvenir pertenece a la Democracia”
y que la palabra Libertad tiene un poder
mágico sobre las almas. La Iglesia debe dejar de ser de una manera o de otra
una Religión de Autoridad, para asar a ser, como el protestantismo, religión de
libertad”
“La Edad Media colocó en primer lugar las virtudes pasivas: humildad,
obediencia, pobreza, mortificación, etc. Nuestra
época estima con razón que las virtudes activas son mucho más importantes:
la energía en la acción, el apostolado exterior, la lucha por medio de la
palabra, la prensa, la publicidad, en una palabra, el dinamismo para hacer triunfar la paz y la justicia. Los hombres
de acción son los dueños del mundo”
El Papa León XIII, condenó el americanismo
en su carta “Testem benevolentiae”, dirigida al cardenal Gibbons el 22 de enero
de 1899.
El americanismo quedó sumergido, pero los cardenales y obispos
americanos modernistas fueron muy influyentes en Concilio Vaticano II. Además,
dentro del clero norteamericano ha existido desde entonces, la corriente
modernista a la que condenó duramente el Papa San Pío X en su encíclica
“Pascendi dominici greeci” el 8 de septiembre de 1907. Donde analiza
minuciosamente las ideas de los modernistas incrustados en la Iglesia, que sin
duda, habían sido influidos por la
Masonería.
LISTA DE LOS PRINCIPALES DOCUMENTOS PONTIFICIOS
ADVIRTIENDO A LOS FIELES DEL PELIGRO DE LA MASONERÍA.
Hasta donde se sabe: en el año de 1717, las cuatro principales Logias masónicas de
Europa se reunieron en la ciudad de Londres, Inglaterra para coordinar sus ataques al Orden Católico, comenzando
por planear la destrucción del Imperio Católico Español.
En la capital inglesa quedó constituido el Centro
Masónico, desde donde sucesivamente, saldrían las directivas a todos los
lugares del mundo católico de Europa y América. Teniendo como fin último,
aparentemente irrealizable, la conquista de Roma, la Sede de San Pedro. Para lo
cual se emplearían los más diversos medios y tácticas sugeridas por el espíritu
del Mal, ese Misterio de Iniquidad del
que ya hemos hablado.
La actividad que desplegaron los masones de todos
los ritos fue intensa, a tal grado que 21 años después de 1717, el Papa Clemente XII emitió la primera Encíclica de
advertencia a los fieles del peligro de los masones.
S.S. Clemente XII, Constitución “In
Eminenti…”, Año 1738.
“Tal es el crimen y la
naturaleza de las sociedades secretas de los masones que se traiciona a sí
mismo, y que los propios esfuerzos que los propios esfuerzos que hacen para
ocultarlo lo hacen notar mejor. Así las sociedades dichas han despertado tan
fuertes sospechas en el espíritu de los fieles que afiliarse a ellas es
mancharse con el signo de una completa perversión. Y en efecto, si esos hombres
no hiciesen el mal ¿Tendrían tan grande horror a la luz? Esta reprobación ha
llegado a ser tan manifiesta, que en muchos países el mismo poder secular ha
proscrito y prohibido dichas sociedades como contrarias a la seguridad de los
Reinos”
S.S, Benedicto XIV, Constitución “
Pro Vidas,,,,”, 1751.
Renueva lo dicho por su antecesor y agrega que:
“La reunión de hombres de
toda religión y secta traerá los más graves daños a la pureza de la religión
católica; acerca del riguroso secreto a que se comprometen los miembros de esas
logias, es seguramente por los crímenes contra el orden establecido sea
religioso o político. El Papa recomienda a los Obispos y Superiores
eclesiásticos, como a los Príncipes seculares cumplir con el deber de extinguir
dichas sociedades”
Por extrañas
razones durante el siglo XVIII, solamente esos dos Sumos Pontífices emitieron
advertencias contra la Masonería.
Tendríamos que llegar al siglo XIX para encontrar la siguiente condenación
cuando ya la Masonería había
perpetrado miles de crímenes y había tomado posesión de casi todos los
gobiernos de Europa y América.
S.S. Pío VII, Letras Apostólicas “Ecclesiam a JesuChristo”, 13 de septiembre de 1821.
El Papa condenó a todas las sectas masónicas, pero
especialmente a la secta de los Carbonarios, que hacen afectación a Jesucristo,
su doctrina y su Iglesia, y propagan el racionalismo o la indiferencia
religiosa, parodiando la Pasión de Nuestro Señor, y haciendo irrisión de los
demás Misterios cristianos, y favorecen toda empresa sediciosa, permitiendo
matar al que haga cualquiera revelación, Por lo cual han sido tantos los
asesinatos en Italia.
S.S. León II, Constitución
“Que Graviora”. 13 de marzo de 1825.
Condena severamente a la secta de los
“Universitarios”, atribuye a las sectas masónicas la Revolución Francesa, y
todos los daños que sufrieron la Religión Católica y la Iglesia. Que la secta
arriba mencionada niega la existencia de Dios y sostienen que el alma muere con
el cuerpo. Que todas las sectas masónicas están aliadas entre sí por el lazo
criminal de sus proyectos infames.
S.S. Pío VII, Encíclica “Traditi”,
del 21 de mayo de 1829.
El Papa escribe a los Patriarcas, Primados y Obispos
y denuncia esas asociaciones de hombres facciosos, enemigos declarados de Dios
y de los Príncipes, que emplean todo su esfuerzo en desolar la Iglesia, en
trastornar los Estados, en perturbar todo el universo abriendo el camino a
todos los crímenes.
S.S. Gregorio XVI, Encíclica “Mirari
vos”, del 15 de agosto de 1835.
El Papa se dirige ahora al mundo entero, señala a la Masonería como la principal causa de
todas las calamidades de la Tierra y de los Reinos, y como el sumidero impuro
de todas las sectas y herejías anteriores.
S.S. Pío IX, Encíclica “Quipluribus”,
del 9 de noviembre de 1846, más de veinte
alocuciones y la Encíclica “Multiplices
machinaciones” del 25 de septiembre de 1865.
El Papa confirma las condenaciones hechas por sus
antecesores y enseguida advierte:
“Entre las numerosas
maquinaciones y los diversos medios de que los enemigos del nombre cristiano se
han valido para atacar a la Iglesia y con los cuales han tratado de, aunque en
vano, de destruirla, es menester contar, sin duda alguna, Venerables Hermanos,
esa secta perversa, llamada vulgarmente masónica, que oculta al principio en
antros tenebrosos, ha acabado por salir a la luz, para ruina de la religión y
de la sociedad civil…”
“Ciertamente, ni nuestros
padres ni nosotros jamás habríamos tenido que deplorar tantos movimientos
sediciosos y revolucionarios, tantas guerras incendiarias que pusieron fuego a
la Europa entera ni tantos males que han afligido y aún la afligen; si los Príncipes hubieran hecho caso de las
exhortaciones de los Papas anteriores que les inculcaban el deber de reprimir
las malignas sectas….”
En otra de sus alocuciones al respecto; el 20 de
abril de 1876 el Papa declara que todas esas condenaciones y prohibiciones se
extienden a las logias del Brasil y a las de cualquier lugar de la tierra, para
destruir el engaño de los masones brasileños que afirmaban que esa
condenaciones eran solo para Europa y no para la América que, según ellos y de
la beneficencia, solo se dedicaban al progreso de la civilización.
A continuación vamos a espigar el documento más
duro, completo e interesante que ningún otro Papa había escrito antes. Se trata
de la Carta ENCÍCLICA “HUMANUM GENUS”
Encíclica que emitió S.S.
León XIII, el 20 de abril de 1884.
“A los venerables hermanos Patriarcas, Primados,
Arzobispos y Obispos de todo el orbe católico que se conservan en gracia y
comunión de la Sede Apostólica.”
“El humano
linaje, después de haberse, por envidia del demonio, miserablemente
separado de Dios, creador y dador de los
bienes celestiales, quedó dividido en
dos bandos diversos y adversos, de los cuales el uno combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por cuanto es contrario a la virtud y
la verdad.
El uno es el Reino de Dios
en la Tierra, es
decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual, quien quisiere estar
adherido de corazón según conviene a la salvación, necesita servir a Dios y a
su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satanás, bajo,
bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo sus
funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehúsan obedecer la ley divina y eterna, y acometen
empresas contra Dios o prescindiendo de Dios mismo.
Agudamente conoció y describió Agustín estos dos
reinos a modo de dos ciudades de contrarias leyes y deseos, compendiando con
sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de
Dios, edificó la ciudad terrena; el
amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial.
Durante toda
la continuación de los siglos contienden entre sí con varias y múltiples armas
y peleas, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, todos
los que favorecen la peor parte parecen conspirar unidos y batallan con la
mayor vehemencia, siéndoles guía y
auxilio la sociedad que llaman de los Masones, extensamente dilatada y
firmemente constituida.
Sin disimular ya sus intentos, audacísimamente se animan contra la majestad de Dios, maquinan
abiertamente y en público la ruina de la santa Iglesia, y esto con el propósito
de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los
beneficios que les granjeo Jesucristo, nuestro Salvador.
Esta Sede Apostólica denunció y proclamó abiertamente que la secta
masónica constituida contra todo derecho y conveniencia era no menos perniciosa
al Estado que a la Religión Cristiana, y amenazando con las más grandes penas
que suele emplear la Iglesia contra los delincuentes, prohibió terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad (de la Masonería).
El Papa sigue descubriendo con minuciosidad a la
Masonería en sus propósitos como en sus tácticas de ocultamiento, hipocresía y
astucia diabólica.
Dice: “Con
apariencia de beneficencia, toman la máscara de literatos y sabios que se
reúnen para fines científicos, hablan continuamente de su empeño por la
civilización, de su amor por la ínfima plebe, que su único deseo es mejorar la
condición de los pueblos y comunicar a cuantos más puedan las ventajas de la
sociedad civil”
También advierte que la Masonería está ligada a
otras sociedades civiles y que aún con capa religiosa, que son como satélites
de ella y que maneja como ganchos para atraer incautos. En cada país y tiempo
se siguen formando con el pretexto de hacer beneficencia y tener lazos sociales
de convivencia.
S,S, León XIII ya conocía los grandes males que se
desarrollarían durante el siglo XX, como el indiferentismo religioso, y la
igualdad de todos los cultos religiosos que en este tercer milenio vemos por
doquier.
La única educación religiosa que agrada a los
masones, y con la que ellos desean “educar”, (nosotros decimos más bien pervertir) a la juventud es la llamada Laica,
Independiente y Libre de toda influencia religiosa católica, con la cual intentan
inducir en los jóvenes, un comportamiento naturalista poniendo a la Naturaleza como
el principio y norma de la justicia.
Casi al final de su Encíclica “Humanum Genus”, el
Papa encarece a los Obispos que pongan todo su empeño en la educación de la
juventud, esperanza de la sociedad. Por tanto. Interesa a los maestros
católicos de todos los tiempos.
Dice: “Poned en su
educación vuestro principal cuidado, y nunca, por más que hagáis, creáis haber
hecho lo bastante para preservar a la adolescencia de las escuelas y maestros
de quienes pueda temerse el pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a
los directores espirituales, a los párrocos, a que insistan, al enseñar la
doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos de la
perversidad de estas sociedades, y que aprendan desde luego a precaverse de las
fraudulentas y varias artes que suelen emplear. Y aún no harían mal los que preparan a los niños para
recibir la primera comunión, en persuadirles que se
propongan y empeñen a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a
sus padres, a su confesor o con su párroco”
El Papa se adelantó un siglo en advertir que los
gobiernos masónicos emitirían leyes completamente contrarias a las Leyes
divinas, como lo están haciendo, en la actualidad siglo XXI, todos los
gobiernos de los pueblos que se dicen todavía cristianos.
Y pedía, hace más de 125 años, lo que hoy mismo
pretendemos: Arrancar a los masones su máscara, para que sean
conocidos tales como son.
Aquí viene al caso una anécdota personal que quiero
incluir en esta exposición, porque trae una sencilla y contundente definición
de lo que es la Masonería.
La primera vez que oí hablar de la Masonería, fue cuando yo era adolescente, hace casi setenta
años, en la Secundaria del colegio de los hermanos lasallistas o de San Juan de
Lasalle.
Ya en ese entonces, los maestros enseñaban a los
alumnos, en la clase de religión, a conocer quiénes eran los mayores enemigos de nuestra religión, para estar
bien advertidos, y no ser engañados más adelante cuando tuviésemos que dejar
los colegios católicos y recibir información en Centros laicos y liberales, de
maestros agnósticos o francamente anticatólicos. A continuación voy a presentarles algunas
definiciones interesantes.
De mi libro de “La
Doctrina Cristiana” F.T.D. de 1929,
he tomado lo siguiente:
En la Lección CVII dice: Errores modernos:
Racionalismo, Materialismo, Liberalismo.
En la Lección CVIII dice: Errores modernos: Masonería, Americanismo, Modernismo.
En la Lección CIX dice: Errores modernos:
Espiritismo, Teosofismo, Socialismo.
698. ¿Qué es la Masonería?
“La Masonería es más bien una secta impía que un error; se puede
definir: Una asociación secreta compuesta de personas de cualquier nación y
religión que, bajo el falaz pretexto de socorro mutuo, libertad y progreso,
tiene por fin último y principal la destrucción de las monarquías católicas y
del reino de Dios, del Trono y del Altar
Según los países y las
ciudades, hay varios ritos masónicos. Los masones de un mismo rito y lugar
forman una Logia; el lugar de reuniones se llama Templo Masónico o Logia.
En algunos de sus templos rinden un
verdadero culto a Satanás.
En otros profanan
la Sagrada Hostia por odio a Jesucristo, o se entregan a ceremonias ridículas,
o parodian las de la Iglesia, dando por ejemplo el Bautismo laico, etc.
Muchas revoluciones son
obra de la Masonería, la que en
algunos países domina de tal modo, que todas sus leyes llevan el sello de la
irreligión, y puede que nadie puede a
los empleos públicos si no se es masón. Es como una obligación entre los
masones inmiscuirse, abierta o solapadamente, en todos los asuntos políticos de
las naciones y vedar terminantemente a los católicos tomar parte en ellos.
(Este es el caso de la República Mexicana desde 1857 hasta el presente tercer
milenio).” L.O.
Ese conocimiento dado por maestros católicos desde
mi infancia me preservó, a lo largo de mi vida, de haber aceptado los
ofrecimientos que se me hicieron en varias ocasiones para pertenecer a la Masonería.
La Masonería ha sido condenada nominalmente por casi todos los
Papas desde el siglo XVIII.
S.S. Clemente XII emitió en 1738 la Constitución“In Eminenti”, en que asienta con
energía; “Nadie, sin pecado grave y sin incurrir en excomunión, puede dar su
nombre a la secta masónica, ni permanecer en ella; y todo cristiano debe trabajar en extirparla, prevenir a los incautos,
instruir a los ignorantes y ayudar a los débiles para que todos se libren de
sus redes.”
Para terminar la presente exposición voy a los
últimos párrafos que escribió S,S, el Papa León XIII en 1884.
“Bien conocemos que todos
nuestros comunes trabajos no bastarán para arrancar estas perniciosas semillas
en el campo del Señor, si desde el Cielo el dueño dela viña nuestros esfuerzos
benignamente”
“La secta, se levanta
insolente, y regocijándose de sus triunfos los masones no parecen poner ya
límites a su pertinacia, se prestan mutuo auxilio, todos unidos en nefando
consorcio y por comunes y ocultos designios, unos a otros se excitan a todo
malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa: En primer lugar que
todos los buenos se unan en amplísima coalición de obras y oraciones,”
“Le pedimos que
estrechando filas resistan los ímpetus cada vez más violentos de los sectarios;
y por otro, que levanten a Dios las manos y le supliquen que florezca con nuevo
vigor la Religión cristiana, que vuelvan a la buena senda los descarriados, y
los errores abran paso a la verdad y los vicios a la virtud. Tomemos por nuestro auxilio y mediadora a
la Virgen María Madre de Dios, ya que venció a Satanás en su concepción
purísima; despliegue su poder contra las sectas impías, donde se ven
claramente revivir la soberbia contumaz, la indómita perfidia y os astutos
fingimiento del demonio”
“Pongamos por intercesor
al Príncipe de los Ángeles del Cielo,
San Miguel, quien arrojó a los enemigos infernales; a San José, esposo de
la Virgen Santísima, celestial patrono de la Iglesia Católica, a los grandes
apóstoles San Pedro y San Pablo, sembradores de la fe cristiana y sus invictos
defensores. En su patrocinio y en la perseverancia de todos en la oración,
confiamos que Dios acuda oportuna y benignamente al género humano, expuesto a
tan enormes peligros.
Y en prenda de los dones
celestiales y de nuestra benevolencia, con el mayor amor os damos la bendición
apostólica en el Señor, a vosotros, venerables Hermanos todo confiado, y al
clero y al pueblo todo confiado a vuestro cuidado.”
Dado en Roma, junto a San Pedro, a 20 de abril del
año 1884, séptimo de nuestro pontificado.
LEON, PP. XIII.
La encíclica
que acabamos de espigar es, desde luego,
la más esclarecida, la más completa sobre el peligro de la Masonería,
pero existe desde hace muchos siglos la tendencia intelectual que ha propiciado
y alimentado a las sectas masónicas; esa
tendencia es el pensamiento liberal, basado en el Libre examen protestante en materia religiosa.
Así, cuatro años después de la anterior, S.S. León
XIII, emitió el 20 de junio de 1888, otra
encíclica muy importante aunque poco difundida:
“LIBERTAS
PRAESTANTISSIMUM”
Sobre la
libertad humana y el Liberalismo,
doctrina filosófica compuesta por los filósofos impíos que al principio de esta
exposición hemos mencionado.
El Papa había visto perfectamente, de donde venía el
combustible de la Masonería, este
es: El Libre Pensamiento.
“La Libertad es
una noción relativa, como también lo es la obediencia. Es buena en la medida en
que busca el bien y deja de ser libertad en la medida en que conduce al mal.
Dios no nos ha dado la libertad por sí misma, sino para que nos podamos dirigir
al bien sin estar determinados por él.”Asienta el Papa.
León XIII distingue entre el libre albedrío o libertad psicológica o natural, y el uso bueno o malo de ese libre
albedrío o libertad moral.
La libertad natural o libertad psicológica, o también, libre albedrío
del hombre:
Solamente se consideran
libres, a los seres espirituales que tienen inteligencia o razón. Y no a los
animales que solo obedecen al instinto.
La libertad moral o el uso de la libertad:
Si consideramos que el fin
último del hombre es Dios, entonces nuestra libertad tiene que elegir entre los
medios que nos conducen a ese fin, que es Dios, y no a otro. Nuestra libertad
de criaturas, al contrario de la libertad del Creador, puede conducirnos al mal
a causa de la debilidad de nuestra inteligencia que puede equivocarse. Corremos
el riesgo de elegir lo que es contrario a nuestro fin, que es Dios, apeteciendo
un bien aparente que en realidad es un mal. Abrazar un bien engañoso, por más
que sea indicio de libre albedrío, es un
defecto de la libertad.
Así también la voluntad, don de Dios para hacer el bien y no el mal, lo mismo
depende de la razón, siempre que
apetece algo que de la recta razón
se aparta, inficiona en sus fundamentos viciosamente a la libertad y usa de ella perversamente. Es decir: por la libertad elegimos y por la voluntad
actuamos.
Elegir un mal, y hacer el mal es defecto de la libertad, porque en el fondo hemos elegido la propia
destrucción. Querer lo que es pecado es desear la propia imperfección.
Buscar hacer el mal es querer el propio aniquilamiento. Por lo tanto, este es
el caso de los individuos que proclaman la
Libertad como cosa inalterable en sí; que endiosan la libertad humana, como
los filósofos del liberalismo; que dicen que el hombre es libre, y que tiene el
poder y derecho de ejercer su libertad, y hacer lo que quiera, aún si se trata
de hacer el mal.
Este es el razonamiento de los liberales de
cualquier tipo, por ejemplo los masones quienes
se llaman a sí mismos “hombres libres”, y que su ideología, filosofía, religión
y conducta son en todo liberales.
He aquí claramente expresado, por S.S. León XIII, en
pensamiento de los enemigos de la Recta
Doctrina de la tradición católica.
El hombre de mente liberal confunde todas las
nociones, sus palabras son ambiguas, no las define claramente. El hombre de
mente liberal es ese espíritu falso que siempre se contradice a sí mismo,
afirmando una cosa y dando a la contraria el mismo valor, poniéndose en una
incoherencia constante. Los liberales no
son gente absoluta, siempre se sitúan entre el error y la verdad, se
contradicen y se escabullen. Y de este
modo tratan de destruir la verdad, el dogma y la Fe.
Lamentablemente, este pensamiento dirige nuestras
sociedades actuales, y como una mancha de aceite lo ha invadido todo, hasta la
Jerarquía eclesiástica que participó en el Concilio Pastoral Vaticano II, y
cuya gran mayoría consiguió “la renovación” de todo lo que la
Iglesia Católica había creído y practicado hasta 1958, para adecuarse a las
costumbres liberales del mundo. La desviación de esa mayoría de los jerarcas de
la Iglesia se debió, en buena parte al pensamiento
liberal que desde el siglo XIX había esta pugnando por tratar de conciliar
el error con la verdad; lo mundano con
lo divino; la Ciudad de Dios con la Ciudad del hombre. La reconciliación y la
paz entre los opuestos a cualquier precio. Preconizando
la libertad de consciencia y libertad de cultos.
Pero con esto, se han ido debilitando cuando no
destruido, las fuerzas de resistencia de los católicos apegados a su Tradición
milenaria que ha sido siempre absolutista y tajante en la VERDAD MISMA que es la Fe en la Revelación de Jesucristo Nuestro Señor, Su Doctrina y Su Iglesia.
¿QUÉ ES LA LIBERTAD PARA
EL FIEL CATÓLICO?
Siguiendo el pensamiento de las Encíclicas de los
Papas especialmente las de S.S. León XIII.
La Libertad es la facultad de elegir los procedimientos,
guardando el orden a un debido fin. Dios nos ha determinado ese fin para
siempre. Él es el fin último de nuestra vida, es decir: La Gloria de Dios y la salvación de nuestra alma. Y para llegar a
ese fin último, Dios nos guía con Sus
Leyes.
Las Leyes del Decálogo son “los letreros” del camino
que debe conducirnos al fin último de nuestra vida que es estar en la presencia
de Dios. Tenemos la libertad y somos
libres de hacer caso a los letreros del camino haciendo uso de los dones
divinos: nuestra voluntad o libre
albedrío de criaturas. O de no hacer caso de ellos y perdernos.
Nuestra libertad de
criaturas no es absoluta, solamente es absoluta para Dios el Creador de todo lo
que existe.
Sin embargo los liberales a ultranza, los masones dicen: “Si el fin último de la libertad está determinado ya, entonces no
somos libres, no tenemos libertad”. Quieren aplicar el absolutismo a la
libertad sin verse como criaturas que son; ellos quieren ser como Dios, el
mismo pensamiento de Luzbel. Los liberales, y con ellos, todo lo que se deriva
de su pensamiento como es la doctrina del Liberalismo en todas sus modalidades:
la Masonería; las Filosofías humanistas; las doctrinas materialistas, etc.
Usan la libertad de manera perversa, la usan en
forma contraria a lo constituido por Dios: no para la Gloria y Servicio del
Creador, sino para hacer su propia
voluntad egoísta.
El liberalismo
es el compendio de todas las herejías, por tanto, para un católico, adoptar las
ideas y comportamientos liberales es
cometer pecado grave.
Mientras el verdadero católico ha de usar la
Libertad para lo que Dios la dio a sus criaturas: Salvar su alma y dar Gloria a su Creador. La festividad de Cristo Rey fue instituida por S.S. Pío
XI contra la herejía del liberalismo.
He aquí la importancia de la Encíclica “Libertas Praestantissimun” que llega
hasta el fondo de la definición de la
Libertad, y que con ella trata de eliminar los errores del Liberalismo
masónico.
A pesar de las advertencias anteriores, hoy en día,
la mayor parte de los países, sino es que todos los de raíz cristiana, se rigen
por Constituciones políticas impregnadas de liberalismo elaboradas por la
Masonería.
Pero esto no quiere decir que no haya remedio:
Nuestro Señor Jesucristo y Su Santísima Madre la Virgen María nos han dado la
solución para este terrible mal del Misterio de Iniquidad que menciona San
Pablo en segunda carta a los tesalonicenses.
La solución la reveló San Pío X en su lema de pontificado: “INSTAURARE OMNIA IN CHISTO”
OBRAS CONSULTADAS:
La Santa
Biblia: Versión directa de los textos primitivos por Mons. Johann Straubinger,
Prensa Católica, 1958.
“Soy yo el
acusado, quien tendría que juzgarlos”, Mons. Marcel Lefebvre, Voz en el
Desierto, 2004.
“Simbolismo de
la Masonería”, Mons. Johann Gabriel Meurin, NOS, Madrid, 1957.
“La Tradición
Apostólica versus la Cábala Gnóstica”, Luis G. Pérez de León, 2002.
“Il problema
dell’ora presente”, Enrico Dellassus, 1907.
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